domingo, 6 de abril de 2014

El olor del fascismo


Tanto el proyecto de Putin como el del Frente Nacional francés llenan un vacío que no han sabido llenar ni las izquierdas ni las derechas clásicas.
 
- ¿Qué relación existe entre dos eventos en apariencia tan distantes como
- la anexión de Crimea y
- el avance considerable del Frente Nacional en las elecciones municipales francesas?
Esta relación no es totalmente azarosa: en Occidente
- estamos asistiendo al renacimiento de una ideología autoritaria
- que pone al Estado por sobre la persona y
- encierra a los individuos en una identidad obligatoria,
  - de la raza,
  - de la lengua y
  - de la historia imaginaria.
- Esta ideología prohíbe
  - la diferencia,
  - la disidencia,
  - la indiferencia.
Consideremos Crimea, donde el 95% de la población votó por una re-adhesión a Rusia.
El régimen ruso que puso en escena este referéndum se oculta detrás de una pseudovoluntad popular, evidentemente unánime: el 5% de rechazo fue una concesión virtual a las minorías no rusas de Crimea. Pero todo ruso en Crimea en esta puesta en escena debe necesariamente reconocerse como ruso.
Que este "ruso en teoría" sea también un individuo, quizás con un cónyuge tártaro, o sea apegado al derecho internacional o sea hostil al despotismo de Putin, no debe ponerse de manifiesto.
El carácter ruso -no sabemos si es étnico, lingüístico, religioso- debe necesariamente dominar sobre la complejidad que hace de los rusos también seres humanos y heterogéneos.
En las semanas anteriores y posteriores al referéndum, los medios de Rusia, por supuesto con una sola voz, no dejaron de denunciar a los adversarios de la rusificación, traidores y cosmopolitas.
- Cómo no reconocer en esta ideología de Putin
- al viejo fascismo que fue definido por Mussolini en su tiempo:
   - "Todo para el Estado, todo por el Estado, nada fuera del Estado".
Mussolini era el Estado al igual como lo es Putin.
- ¿Fascismo?
Uno duda de utilizar este término que
- tanto ha servido a la izquierda europea para designar
- no importa quién sea su adversario.
- ¿No debiéramos reservar el uso de la palabra "fascismo" estrictamente 
- para quienes se lo atribuyeron, hace ya casi un siglo?
Pero el fascismo real es, a la vez,
- anticuado y una ideología universal y atemporal.
Se constituyó bien, en el siglo XX, como
- una ideología singular que negó al individuo en nombre del Estado y que, simultáneamente,
- reclamaba el progreso técnico.
Putin, en este sentido, puede ser considerado como un auténtico fascista.
- ¿Se debería, de la misma forma, considerar que el Frente Nacional en Francia es
   un partido fascista?
Ahí de nuevo uno duda, ya que los éxitos de este partido fueron consagrados por los electores en una votación democrática y transparente.
Pero los fascistas históricos también
- han conquistado el poder a través de las elecciones libres:
- Mussolini y luego Hitler fueron elegidos una sola vez.
- La ideología del Frente Nacional es irrefutablemente fascista:
- en la Francia que se imagina el Frente Nacional, 
- los auténticos franceses tendrían
- derechos superiores a los "residentes venidos desde lejos";
- en el Frente Nacional eso se llama la "preferencia nacional".
- ¿Qué distinguiría a este francés auténtico del que no lo es?
El gobierno del Frente Nacional, por supuesto, ya que no existe ninguna "marca" objetiva que justifique esta discriminación.
La economía, como la ven en el Frente Nacional,
- sería totalmente estatizada, nacionalizada y autárquica.
Uno no puede afirmar que todos los miembros del Frente Nacional y todos sus electores son fascistas; pero el proyecto del Frente Nacional es el fascismo.
Este fascismo ruso o francés -y todas las otras manifestaciones comparables en Europa-
- no surgen al azar, sino que en un contexto que las hace atractivas para
- una fracción significativa de los pueblos en Occidente.
Este fascismo, desde nuestro punto de vista,
- nace del vacío que lo rodea:
- los pueblos, colectiva o individualmente, sienten la necesidad de
- emplazar su destino personal en un escenario histórico.
- Sin una narrativa que nos trascienda,
- ¿cuál sería el sentido de nuestras breves vidas, de nuestras alegrías y de
   nuestros problemas?
- Sobre todo de nuestros problemas.
El fascismo
- propone una narrativa y una solución:
- alivia al individuo su responsabilidad personal,
- les da un sentido a sus problemas,
- ofrece una redención inmanente.
El fascismo,
como alguna vez lo hizo su gemelo comunista,
- se nutre de las religiones y de las ideologías liberales.
Denunciarlo no sirve de nada si no hay una narrativa alternativa que compita con él.
Si uno es pesimista, podría acomodarse y
- esperar a que el fascismo tome el poder para demostrar, en un segundo tiempo,
- el total absurdo de sus soluciones.
- ¿Pero al precio de cuántas víctimas?
Si uno no se resigna, es posible analizar mejor este neofascismo:
- analizarlo no para denunciarlo como lo hace la izquierda.
- En Francia, tanto los electores del Frente Nacional 
- como los rusos no conocen
  - la desilusión que les espera al final
  - ni la pérdida inmediata de libertad personal.
Hace falta agregar en el análisis la alternativa:
- la izquierda y la derecha clásicas en Europa 
- están desgastadas.
- Sus discursos y sus proyectos 
- están anclados en mundos que ya no existen.
- Ni esta izquierda ni esta derecha clásica 
- les hablan a las nuevas generaciones que 
- de un momento a otro cambian de país o 
- en un clic se escapan hacia lo virtual.
Uno se recordará que en la década de 1920
- el fascismo era percibido como algo moderno,
- respaldado en Italia por intelectuales "futuristas".
Para contrarrestar el neofascismo,
- debemos ser más modernos y más futuristas que él.

- Pero vociferar en su contra no tiene ninguna eficacia.
 Guy Sorman - El País - Madrid - 6-Abr-2014

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