sábado, 10 de marzo de 2012

¿Ha sido Piñera un buen Presidente?

Si a Piñera, experto en acciones, se le hubiera ofrecido antes de asumir "una opción de compra" con el 33% de popularidad para esta fecha, ¿usted cree que la habría tomado?
Probablemente no. La habría considerado insuficiente...
¿Pero merece el Presidente más que el 33?
La respuesta no es fácil.

El Gobierno de Piñera en esta primera mitad de mandato ha tenido cosas muy buenas. Por de pronto, su gran logro es en el área económica.
- Un crecimiento claramente mayor que en los gobiernos anteriores y
- un desempleo históricamente bajo.
No es mérito del Gobierno
, no ha hecho ninguna reforma que explique eso -me dice un amigo concertacionista-.
En parte es cierto, pero la "mano invisible" de la economía no se mueve sólo por hechos concretos, también se mueve por señales. Y obviamente las señales las ha dado el Gobierno.
En lo que lleva, además, Piñera ha enterrado completamente dos fantasmas que rondaron en su elección:
- éste no ha sido ni el gobierno de los empresarios
- ni un gobierno dogmático de la vieja derecha.
¿Es un mérito simplemente no ser lo que se pudo haber sido?
En este caso, sí, porque demuestra que la campaña del terror concertacionista era equivocada y malintencionada.
No ha sido el "gobierno de los empresarios", porque
- ha estado alerta de los abusos,
- ha denunciado las malas prácticas y
- ha introducido reformas que apuntan a esa dirección.
No ha sido el gobierno dogmático de derecha
, porque
se ha atrevido a plantear cosas que ni la Concertación se atrevió a tocar, como el voto obligatorio o la reforma tributaria; además de cosas bastante más discutibles, como el 7% de los jubilados y el posnatal de 6 meses.
De paso, Piñera ha logrado, además,
legitimar a la derecha, enterrar definitivamente al pinochetismo y alejarse del conservadurismo valórico, donde la virgen de la Junji es una simple anécdota para un gobierno que más bien ha navegado hacia el otro lado.
La pregunta, entonces, es: ¿por qué, pese a los méritos, la música no suena del todo bien?
La partitura inicial sólo ofreció eficiencia (los tristemente recordados "24/7" y "nueva forma de gobernar"), la que no tuvo sintonía alguna con la ciudadanía.
Al equipo le falló la política en todo sentido. Pero en gran parte ello se corrigió con los cambios de gabinete. El gobierno de los gerentes fue reforzado con los políticos, y funcionó. Lo que sigue siendo inentendible es el alto costo que implica mantener a Hinzpeter. No ha sido el "jefe de gabinete"; no ha sido el "jefe de seguridad", ni ha sido un "buen rostro" del Gobierno.
Pero más allá del equipo, el peso mayor recae en el Presidente, el verdadero director de orquesta...
Su estilo de liderazgo no ha logrado sintonía con la población. Su perfil omnipresente, su forzada simpatía y su problema de credibilidad -junto con la percepción de que la derecha si no hace las cosas es porque no quiere, no porque no pueda- han menguado su popularidad y han impulsado a la gente a salir a las calles.
Al ritmo de Twitter y Facebook vimos un 2011 convulsionado y un 2012 que no ha partido nada bien. Algunos dirán que
"los indignados" es un fenómeno mundial, que cruza desde el Medio Oriente a Wall Street. Otros dirán que no tiene que ver con Piñera, sino con
- la irritación que le produce a algunos el que la derecha esté en el poder.
Ambas cosas son ciertas, pero no son suficientes para explicar el fenómeno.
Maquiavelo, en "El Príncipe", se hizo la pregunta sobre si conviene ser amado o ser temido.
Si bien él elige esta última opción, da argumentos favorables para ambas. El problema de Piñera es que, en términos generales, ni es temido ni es amado. Bachelet fue amada, Lagos fue temido. Aylwin fue amado. ¿Frei? A Frei le pasó algo parecido que a Piñera. Pese a que su gobierno tuvo avances relevantes (concesiones, reforma judicial, etc.), terminó teniendo una presidencia descafeinada.


Lo peor que le podría pasar a Piñera es terminar siendo un nuevo Frei,


y el riesgo de que eso ocurra está presente.
Para evitarlo, el Presidente debe recurrir a su mayor activo, "la locomotora", que aunque no le permita ser ni amado ni temido, le permita -al final del día- ser respetado y reconocido como un Presidente que puso energía, que tuvo dirección y que terminó claramente más adelante de donde empezó.
Francisco José Covarrubias - El Mercurio - Sgo. de Chile - 10-Mar-2012

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