miércoles, 31 de octubre de 2007

El rey del opio ha muerto

Llegó a controlar la mitad de la producción de heroína del Triángulo de Oro y una fuerza armada de treinta mil hombres, pero desde hace doce años y hasta el pasado viernes vivía como un jubilado de oro en Rangún, la ciudad más importante de Myanmar, tras un acuerdo con los militares birmanos.

KHUN Sa, considerado durante casi cuatro décadas el mayor narcotraficante del Sudeste Asiático, falleció ayer en Rangún, la mayor ciudad de Birmania, en la que residía desde que a finales de 1995 anunció su retirada del negocio. La muerte de Khun Sa, birmano de origen chino y cuyo auténtico nombre era el de Chan Si Fu, se produjo el pasado 26 de octubre tras una larga enfermedad, según fuentes de la familia del fallecido citadas por el diario The Nation. A sus 73 años, Khun Sa, uno de los hombres más poderosos y ricos del subcontinente, tenía medio cuerpo paralizado debido a una trombosis. Considerado el rey del opio, Khun Sa se trasladó hace 12 años a vivir a una lujosa villa de las afueras de Rangún bajo la protección de la Junta Militar como contrapartida por haber entregado su cuartel general, en Ho Mong, el baluarte del Ejército Mong Tai (EMT), que había capitaneado durante décadas. Ho Mong, una pequeña ciudad en las frondosas montañas del noreste de Birmania y a unos 30 kilómetros de la frontera tailandesa, es controlada desde entonces por el Ejército birmano.

Treinta mil combatientes
Pero Ho Mong era -y aún es bajo el dominio militar- una especie de capital del Triángulo de Oro de la droga, conformado por las fronteras entre Tailandia, Myanmar y Laos, que Khun Sa dominó merced a sus estrechas relaciones con la etnia de los shan, tan estrechas que él mismo se definía como combatiente por la autonomía de esa etnia, con la que configuró una fuerza armada que llegó a tener treinta mil combatientes armados hasta con misiles SAM y a la que dirigía con una vasta experiencia en la guerra de guerrillas, iniciada en su juventud con el Kuomintang. Así fue estructurando en los años 60 el tráfico de drogas en el Triángulo de oro. Khun Sa llegó a ser detenido en 1969, pero cuatro años después fue puesto en libertad en un canje por dos médicos rusos que habían secuestrado sus hombres y a partir de ahí su poder creció aún más. Gracias a numerosas alianzas con otros grupos rebeldes en la zona fronteriza con Tailandia, Khun Sa finalmente logró controlar la mayor parte de la región, desde la que proveía de opio y heroína a casi todo el mercado mundial. De hecho figuró en la lista de narcotraficantes más buscados del Departamento Estadounidense Antidroga (DEA), y Washington llegó a ofrecer una recompensa de dos millones de dólares por su captura. Según la DEA, Khun Sa controló cerca del 40% de la heroína que se producía con los 27.000 kilos de opio, que en aquella época se recolectaba en las plantaciones de adormideras del Triángulo. Tanto es así que en 1989 fue acusado en Nueva York por intentar introducir en Estados Unidos mil toneladas de heroína. Al parecer, Khun Sa llegó a ofrecer al gobierno estadounidense que comprara la totalidad de su producción, para evitar que la vendiera en el mercado mundial, pero nadie tomó en serio la propuesta. El General, como le llamaban sus subordinados, se expresaba mucho peor hablando que cantando, una actividad que le apasionaba, pero decían de él que tenía carisma, y que además controlaba personalmente su negocio, que se calcula producía por entonces unos beneficios anuales superiores a los 200 millones de dólares.


Un pacto secreto
Khun Sa siempre defendió que su vinculación con el narcotráfico era para financiar su lucha por la independencia de la región, aunque su acuerdo con el gobierno militar fue considerado una traición por aquellos shan que no optaron por formar parte del mismo y pasar directamente del EMT al Ejército birmano. Ese pacto secreto entre el Gobierno militar birmano y Kuhn Sa, a quien llamaron el Pablo Escobar del Sudeste Asiático, supuso para los grupos armados birmanos implicados en el narcotráfico, una redistribución de los beneficios que genera el negocio de la droga y en el que, según la oposición birmana, tiene parte ahora el mismo Gobierno de Myanmar. Khun Sa solía afirmar que amaba sobre todo las armas, los caballos y las mujeres, sin revelar el orden de sus preferencias, pero se sabe que estuvo casado cuarenta años con la misma mujer, quien murió hace más de una década en la lujosa villa que adquirió para ella y los hijos del matrimonio en Bangkok, apartados de Khun Sa, pero también de la droga y de Birmania.

Adriana Puerta - "DEIA" - Bilbao - 31-Oct-2007

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