miércoles, 16 de mayo de 2012

Una solución china para las Malvinas



Si el pasado 2 de abril el 30° aniversario de la Guerra de
Malvinas sacudió a los argentinos más que otros años, el tema
continuará llamando su atención por más tiempo, ya que en
2013 se cumplirán 180 desde que el comandante James Onslow
desplazó de las islas al gobernador Luis Vernet.


Todo gobierno argentino saca a relucir el tema de tanto en tanto,
más cuando están en problemas, pero es poco lo que han logrado.
El principio de la soberanía originada en la primera ocupación se
enfrenta con el de la autodeterminación de sus habitantes y no
parece haber
- ninguna idea nueva que permita salir del atolladero.
Por eso, tal vez es un buen momento para plantear una idea osada,
que a muchos parecerá ridícula o imposible, pero que, ante la falta
de ideas nuevas y frescas, tal vez no lo sea más que el mero
llamamiento a negociar cuando ya todo ha sido dicho y cada lado se
aferra a sus argumentos.
Esa idea es
- aprender de Hong Kong, otra colonia británica.
La isla quedó en manos inglesas a perpetuidad a partir de la Guerra
del Opio. Tras la segunda guerra del Opio, en 1860 ese territorio
se amplió a la península de Kowloon, y en 1889
- se firmó un convenio de locación por 99 años por
- la isla de Lantau y territorios adyacentes que se llamaron
   Nuevos Territorios.
Cuando se aproximaba la fecha de expiración del contrato, los
gobiernos de China y el Reino Unido acordaron
- el traspaso a China de todo lo que ahora llamamos Hong Kong,
- que sería considerada una zona administrativa especial y
- mantendría sus leyes y y un buen grado de autonomía
- por 50 años bajo una constitución llamada
- ley básica.
El primer elemento de la propuesta tiene que ver con el tiempo.
La primera lección por sacar del ejemplo anterior es que
- hay que tener paciencia “china” y que ésta a la larga
- brinda sus frutos, sobre todo, porque
- alivia de las responsabilidades políticas a quienes
- se vean en la tarea de firmar los acuerdos.
Pensemos en un acuerdo cuyo proceso final tenga una fecha
- dentro de 50 años, suficiente como para que
- ya no estemos aquí los que podamos discutir el tema ahora.
Pero
- el tiempo solo no es suficiente, ya que
- hay que generar intereses para que todas las partes
- estén dispuestas a llegar a un acuerdo, o por lo menos
- a no resistirse.
Y es allí donde la idea de Hong Kong, o de
- la generación de una free city,
- puede resultar un aporte nuevo.
La idea de las free cities tiene una larga tradición, pero una
versión moderna comenzó con Paul Romer, profesor de Desarrollo
Económico en la Universidad de Stanford, que las denominó
- charter cities.
Su propuesta era
- permitir el orígen de nuevas reglas que
- favorezcan el progreso a partir de acuerdos que
- podrían realizar los países para que
- una cierta región ofrezca reglas de calidad en
- el modelo de Hong Kong o Singapur.
En particular, en relación al primero Romer entendió que hubo un
acuerdo allí entre China y el Reino Unido, que dejó en manos de este
último
- el establecimiento de esas normas en ese pequeño enclave en la
  costa de China.
Luego de la revolución maoísta, la frontera con el continente estaba
cerrada y el comercio de esa pequeña ciudad languidecía.
Hasta que apareció Sir John James Cowperthwaite, escocés,
graduado de Cambridge, que había sido designado como un
funcionario de menor grado en Hong Kong, en 1941, pero no pudo
llegar por la guerra hasta 1945.
Al poco tiempo de asumir, se dio cuenta de que
- los refugiados estaban progresando sin ninguna sombra por
  parte del gobierno.
Fue nombrado secretario de Hacienda en 1961, cargo que ocupó por
diez años.
- Mantuvo la tasa sobre el impuesto a las ganancias en un 15% y
- una cobertura del 100% de reservas en libras esterlinas para la
  moneda local, algo que nunca hizo público.
Incluso rechazó elaborar estadísticas “por miedo a que luego se
quisiera hacer algo con ellas”.
- Reformó el Servicio Civil y lo volvió tremendamente eficiente,
  limitándolo a unas pocas tareas.
Hong Kong se volvió
- un lugar atractivo para desarrollar la iniciativa empresarial,
- sus habitantes comenzaron a desarrollar productos que luego
  harían famoso el made in Hong Kong,
- llegó la inversión y
- la economía comenzó a crecer al 9% anual.
- El PIB per cápita alcanzó en 2010 la cifra de 47.130 dólares,
- frente a los 7570 de China.
Romer tomó ese ejemplo para proponer algo similar en Guantánamo,
sugiriendo que
- quedara en manos de Canadá o de una serie de países que
- fueran “accionistas”, incluida Cuba, y se generaran allí
- normas similares a las de Hong Kong.
La idea fue luego profundizada como
- free cities
por la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala
(http://www.freecities.org/ ), y terminó convirtiéndose en
- una ley en la vecina Honduras.
El futuro dirá cómo se desarrolla esta idea, que tiene una larga e
interesante tradición.
La ciudad de Lübeck, puerto alemán en el Báltico, fue fundada
formalmente en 1143 por Adolfo II, que tuvo que ceder la ciudad a
Enrique el León en 1158.
Enrique
- limpió la zona de quienes la devastaban de tanto en tanto y
- diseñó una “carta” de derechos,
- se eliminaron pesados impuestos, aranceles y regulaciones,
- se prometió tratamiento justo bajo la ley y
- una acuñación de moneda independiente.
Tras la muerte de Enrique, fue por unos años una ciudad imperial y
Barbarroja le permitió designar un Consejo que, formado
principalmente por comerciantes, perduró hasta el siglo XIX.
En 1226, el emperador Federico II le otorgó
- el estatus de “ciudad libre”,
- atrajo numerosos comerciantes y
- se convirtió en un importante centro comercial.
Era considerada la “Reina de la Liga Hanseática”, formada por un
grupo de ciudades-puertos cercanos que adoptaron una estructura
de reglas similar.
En el caso de las Malvinas podría pensarse en
- un acuerdo que fijara un plazo largo para
- el traspaso de su soberanía a la Argentina y que,
- mientras tanto, se acordara también una ley básica, que sería
- la ley fundamental de las islas.
Según ésta, y siguiendo el modelo de Hong Kong, habría
- un impuesto muy bajo y
- una total libertad de inversión y comercio
- sin importar la procedencia de los capitales o las personas y
- libertad para usar cualquier tipo de moneda, incluso, por supuesto,
- el peso argentino.
En tal sentido, el Reino Unido debería
- eliminar la barrera para que los argentinos compren propiedades
  en la isla o se trasladen a ella,
- igual trato que recibirían chinos o brasileños o británicos.
Esta ley básica
- sería administrada por una tercera parte,
digamos alguna que
- genere confianza tanto a los kelpers como a los inversores
  internacionales.
Podría ser
- Canadá, Australia o Nueva Zelanda;
al ser países del Commonwealth, no significarían tanto cambio para
ellos.
Tal vez para generar símbolos de unidad y paz podrían
- flamear allí las banderas de las islas, de la Argentina, el Reino
  Unido o Canadá o quien fuera el país tutor.
Cualquier modificación de la ley básica tendría que ser acordada entre
estos actores.
Luego de vencido el plazo de 50 años,
- la soberanía pasaría a ser argentina, país que
- se comprometería a mantener esa ley por otros 50 años más, pero
- ahora ejerciendo la soberanía sola.

¿Por qué les interesaría esto a los kelpers?
En principio,
les garantizaría a todos ellos un largo plazo de estabilidad
- con normas basadas en la libertad y el respeto a los derechos
  individuales y la propiedad.
- El país tutor sería confiable y
- el acuerdo refrendado por las partes y avalado por la comunidad
  internacional generaría
- seguridad jurídica para los inversores.
La Argentina, además, como un gesto importante de amistad, recibiría
todos los productos y servicios elaborados en la isla libres de trabas y aranceles, como si fueran provenientes de una provincia argentina más.
Esto les daría a los isleños
- acceso al mercado más grande e importante que tienen cerca.
Es más, los socios del Mercosur manifestarían una solidaridad dando
a esos productos el mismo trato que se les da a los de un integrante
de la zona.
Algo similar podrían hacer los otros países de América latina, ya no
sólo declaraciones de apoyo sino
- la efectiva apertura a estos bienes y servicios.
Para los kelpers, sería
- la gran oportunidad de obtener paz y prosperidad sin ninguna
  nube que pueda empañar el horizonte.

¿Por qué interesaría esto al Reino Unido?
Porque estaría resolviendo un problema espinoso que le trae más
dolores de cabeza y gastos que otra cosa
- manteniendo el respeto a los derechos individuales de los kelpers,
- con la garantía de supervisión de un país aliado y amigo.

¿Por qué le interesaría a la Argentina?
Porque
- obtendría la soberanía sobre las islas a largo plazo y
- varios símbolos importantes a corto plazo:
  - acceso de los argentinos como propietarios,
  - inversores o simples turistas,
  - una bandera allí flameando y
  - la transformación del tema en una mera cuestión de tiempo
    cuyo éxito le tocará a algún desconocido,
esto es, no tenemos idea quién será el presidente que recibiría las islas
ni siquiera si ha nacido ya.
Es como acordar la realización de un Mundial de fútbol o unos Juegos
Olímpicos: se acuerdan ahora, pero vaya a saber quién será el que los
inaugurará.

¿Por qué les interesaría a los argentinos?
Porque tal vez sería
- la llave para cambiar el país y que de una vez por todas
- recupere un camino de progreso y crecimiento económico.

Es el caso de China:
Si bien ésta recuperó el pequeño territorio,
- fue éste pequeño enclave el que cambió al gigante país
  continental.
Los gobernantes tuvieron que darse cuenta que
- su sistema no funcionaba, mientras que
- el de la pequeña isla era todo un éxito.
- Terminaron copiándolo y ahora
- son la gran historia de crecimiento del planeta.
Primero
- crearon unas zonas económicas especiales que eran áreas como
  Hong Kong en sus comienzos, y
luego
- extendieron el experimento a todo el país.
En el futuro, con
- unas Malvinas prósperas como fruto de la libertad, tal vez,
- aprenderíamos también los argentinos
- qué es lo que nos conviene en el continente.
Y así, tal vez,
- el problema de las Malvinas no sólo terminaría solucionado, sino
- también siendo una solución que nos negamos a encontrar.
Martín Krause - Libertad y Desarrollo - Buenos Aires - 16-May-2012

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