viernes, 27 de septiembre de 2013

¿Fracasó Brasil?

Has Brazil blown it?
Futuro del país más grande de Sudamérica.
- Una economía estancada,
- Un Estado inflado y
- Protestas multitudinarias
significan que Dilma Rousseff tiene que cambiar de curso


Hace cuatro años este medio puso en su portada una imagen de
- la estatua del Cristo Redentor despegando como un cohete
- desde el Corcovado en Río de Janeiro, con la lectura
- "Brasil despega".
La economía, después de haberse estabilizado bajo Fernando Henrique Cardoso a mediados de la década de 1990, se aceleró con Luiz Inácio Lula da Silva a principios de la década de 2000.
Apenas dio un traspié después del colapso de Lehman en 2008 y en 2010 creció 7,5%, su mejor rendimiento en un cuarto de siglo.
Para aumentar la magia, Brasil fue designado sede tanto para el Campeonato Mundial de Fútbol el próximo año como para los Juegos Olímpicos de 2016.
En virtud de todo eso, Lula convenció a los votantes ese mismo año de que escogieran como Presidenta a su protegida tecnócrata Dilma Rousseff.
Desde entonces el país se ha desplomado de golpe. En 2012 la economía creció 0,9%.
Cientos de miles se volcaron a las calles en junio en las mayores protestas en una generación, para quejarse de
- el alto costo de la vida,
- los servicios públicos deficientes y
- la avaricia y corrupción de los políticos.
Muchos ya perdieron la fe en la idea de que su país iba camino a entrar en órbita y concluyeron que simplemente era otro "vuelo de gallina", que es como calificaron a los anteriores crecimientos económicos de corta vida.
Hay excusas para la desaceleración.
- Todas las economías emergentes han aflojado el paso.
- Algunos de los impulsos que sustentaron el auge previo de Brasil -
  - la retribución de poner fin a la inflación desenfrenada y abrirse al comercio,
  - las alzas en los precios de las materias primas,
  - los grandes incrementos en el crédito y el consumo-
- se han agotado.
Y muchas de las políticas de Lula, principalmente la Bolsa Familia que ayudaron a sacar de la pobreza a 25 millones de personas, fueron admirables.

El código tributario más opresivo del mundo
Sin embargo, Brasil
- hizo muy poco en cuanto a hacer reformas en su gobierno en los años de auge.
Y no es el único en esto: India tuvo una oportunidad similar, y la dejó pasar.
Pero el sector público de Brasil impone
- una carga especialmente pesada a su sector privado,
como lo explica nuestro informe especial.
- Las compañías enfrentan el código tributario más opresivo del mundo,
- los impuestos a la nómina de pagos agregan el 58% a los salarios y
- el gobierno tiene sus prioridades de gasto al revés.
Si se comparan pensiones e infraestructura, las primeras son absurdamente generosas.
El ciudadano promedio puede esperar una pensión del 70% del último sueldo a los 54 años.
A pesar de ser un país joven,
- Brasil destina una porción tan grande del ingreso nacional a pensiones como el sur de Europa,
- donde la proporción de personas de edad es el triple de la de Brasil.
En comparación, a pesar de las dimensiones continentales del país y las malísimas conexiones de transporte, su gasto en infraestructura es tan escaso como un minúsculo bikini.
- Destina solo el 1,5% del PIB a infraestructura, en comparación con
- un promedio global del 3,8%, aun cuando
- su masa de infraestructura se estima en solo el 16% del PIB,
- en comparación con el 71% en otras grandes economías.
La infraestructura deteriorada les impone costos innecesarios a los negocios.
En Mato Grosso, un agricultor que cultiva porotos de soya
- gasta el 25% del valor de su producto en transportarlo hasta un puerto;
- la proporción en Iowa es del 9%.
- Estos problemas se han acumulado durante generaciones.
Pero Rousseff
- no ha estado dispuesta o no ha sido capaz de abordarlos y
- ha creado nuevos problemas al interferir muchísimo más que el pragmático Lula.
Ella
- ha ahuyentado a los inversionistas de los proyectos de infraestructura y
- ha debilitado gradualmente la reputación que el país
- se ha ganado duramente por su rectitud macroeconómica al fastidiar públicamente
- al director del Banco Central para que bajara radicalmente las tasas de interés.
Como resultado,
- las tasas ahora tienen que subir más de lo que podrían haber subido
- de lo contrario con el fin de controlar la inflación persistente.
En vez de
- reconocer que erró sus objetivos fiscales,
- el gobierno ha recurrido a una contabilidad creativa.
- La deuda pública total ha subido al 60 o 70% del PIB,
- dependiendo de la definición, y los mercados no confían en Rousseff.
Afortunadamente, Brasil tiene grandes fortalezas. Gracias a sus agricultores eficientes y emprendedores, el país es el tercer mayor exportador de alimentos del mundo.
Aun cuando el gobierno ha hecho que el proceso sea más lento y más costoso que lo necesario,
- Brasil será un gran exportador de petróleo para 2020.
- Tiene varias joyas industriales y
- está desarrollando una base de investigación de primer nivel en
  - biotecnología,
  - ciencias genéticas y
  - tecnología para gas y petróleo en aguas profundas.
Las marcas de consumo que han crecido junto con la clase media en expansión del país están listas para salir al extranjero.
A pesar de las protestas recientes,
- no existen las divisiones sociales o étnicas que
- afectan a otras economías emergentes, tal como India o Turquía.

¿Una meta propia para Dilma Fernández?
Sin embargo,
- si Brasil desea recuperar su fuerza, tiene que
- redescubrir el apetito por hacer reformas.
Puesto que
- los impuestos ya están tomando el 36% del PIB -
- la proporción más grande en el mundo emergente junto con
- la caótica Argentina de Cristina Fernández-,
- el gobierno no puede recurrir a los contribuyentes para el dinero extra que tiene que
- gastar en salud, educación y transporte para satisfacer a los manifestantes.
En cambio, tiene que
- reestructurar el gasto público, especialmente las pensiones.
En segundo lugar, tiene que
- lograr que la empresa brasileña sea más competitiva y estimule la inversión.
La forma de hacer eso no es, como el gobierno cree, protegiendo a las firmas, sino exponiéndolas a una mayor competencia extranjera mientras se mueven con mucha más rapidez para eliminar los obstáculos autoimpuestos que enfrentan en casa.
- Los aranceles de importación de Brasil siguen siendo altos y
- sus procedimientos aduaneros son un catálogo de severísimo obstruccionismo.
Las economías más dinámicas de Latinoamérica han creado redes de acuerdos comerciales bilaterales. 
- Brasil se ha ocultado tras el Mercosur, un bloque regional que
- se ha reducido a una especie de sociedad de debate izquierdista, y
- la moribunda ronda de Doha de conversaciones sobre comercio mundial.
- Tiene que abrirse.
En tercer lugar,
- Brasil necesita con urgencia una reforma política.
La proliferación de partidos, cuyo único interés son las prebendas políticas, implica un enorme derroche en cada nivel de gobierno.
Un resultado es un gabinete con 39 ministros.
En teoría, la solución es fácil: 
- un límite para los escaños en el Congreso y otros cambios para 
- que los legisladores sean más responsables ante el electorado.
Pero para lograr que 
- aquellos que se benefician con el actual sistema 
- acepten el cambio se requiere de más habilidades políticas que 
- las que Rousseff ha demostrado.
Dentro de un año, Rousseff enfrenta las elecciones en las que irá por un segundo período de cuatro años. En vista de lo que ella ha hecho hasta ahora, 
- los votantes tienen pocos motivos para elegirla de nuevo. 
Pero tiene tiempo para dar inicio a 
- las reformas necesarias, reduciendo los impedimentos burocráticos, 
- fusionando los ministerios y controlando el gasto público.
- Brasil no está condenado al fracaso
- si Rousseff toma las medidas necesarias, 
- aún existe una posibilidad de que el país pueda despegar de nuevo.
The Economist - El Mercurio - Sgo. de Chile - 27-Sep-2013

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