lunes, 18 de febrero de 2008

La ideología otorga coherencia a la ignorancia racional

La ideología era el opio del pueblo.

La premodernidad fue un tiempo determinista, de biografías programadas: si nacía usted en un ambiente acomodado, debería ser de derechas o conservador; si le tocaba en una familia modesta, estaba condenado a ser progresista o de izquierdas.
El centro estada reservado a la mezcla indefinida, ni mucho ni poco del modelo fetén. La ideología conformaba una supuesta visión de la trayectoria vital y la representación del mundo deparaba el autoengaño acomodado.

Su efecto electoral más pernicioso era el de autoposicionarse en la fidelidad numantina a una sigla política, perdonando a sus dirigentes corrupciones, autoritarismos, incompetencias, cultos a la autoridad y demás desvaríos del poder oligárquico.
Hoy, cada vez son menos acusadas las polarizaciones ideológicas. En España, por ejemplo, la última encuesta del CIS constata que el 88% de los españoles no se sienten realmente ni de derechas ni de izquierdas.
La gente se percibe compleja y plural, por lo que políticamente se siente cada vez más insatisfecha con la simpleza de las ofertas electorales. Un botón de muestra: a la pregunta de si se está interesado por la política, el 70% responden que poco o nada. Y a la valoración global «¿está usted satisfecho con la labor del Gobierno?», y su correspondiente «¿lo está con la labor de la oposición?», la respuesta mayoritaria es un desganado «regular».
El nuevo escepticismo político está avanzando de forma acelerada desde las generales de 1993. Los sociólogos la definen como una nueva era electoral, caracterizada por una posición de empate técnico potencial entre las principales opciones políticas y en contexto de amplia participación electoral, donde es posible y frecuente la alternancia para unos Gobiernos cada vez más supervisados por la mirada descreída y asombrada del pueblo.
El cambio de mentalidad se plasma en votos cada vez más condicionales y con menor componente ideológica
. Esta posmodernidad es volátil y documentada, con gente más informada, que puede decidir con mayor fundamento, cálculo de las consecuencias y sentido práctico.
Anteriormente la ideología representaba torpemente lo desconocido, otorgaba coherencia a la ignorancia racional, que decía M. Olson; era el espacio resguardado de lo no sabido científicamente, según Althusser; incluso la zona oscura de la caverna de Platón.

La ideología era
- pensamiento tentativo no comprobado,
- una fuerza etérea de la motivación y, al mismo tiempo,
- una pulsión fatal,
- un arma de separación,
- la diferenciación artificial basada en el prejuicio y el odio
.

La ideología derivaba así en
- opio del pueblo,
- en identidad manipulable por los señores de los poderes fácticos sin ideología real
.
Ahora se ha hecho pensamiento débil, solo condicionante, cada vez más un residuo del pasado. Las elecciones se decidirán por posibilismo, por el juicio intuitivo de quien podrá ocasionar menos desperfectos en estos tiempos revueltos.

Pedro Arias - Pedro Arias - "La Voz de Galicia" - Santiago - 18-Feb-2008

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