martes, 20 de mayo de 2008

La crisis de las retenciones y la rebelión bostoniana del té

En 1760, luego de la Guerra de los Siete Años, la deuda externa del Imperio Británico se había ampliado de 6 a 18 libras por habitante, que pagaba por impuestos al año 25 chelines. Pero para quien vivía en las colonias, la deuda del imperio era de 18 chelines y pagaba de impuestos por año 6 peniques.
La diferencia en el pago de impuestos era de casi 50 veces menos para el que vivía en Boston que para aquel que lo hacía en Londres y cualquier semejanza con el año 2001 en la Argentina no es un error.
Ante la distorsión, en 1764, la Corona realizó una reforma tributaria para obtener más ingresos de las colonias, aplicando impuestos aduaneros que los británicos evadían, pero que los de Norteamérica directamente no pagaban. La reforma bajó la tasa, pero también exigió su efectiva aplicación, en especial en las colonias, lo que causó gran irritación y malestar.
En 1776, se creó el denominado Impuesto de Sellos que generó una enérgica reacción, al extremo que fue declarado ilegal en algunos tribunales de las colonias americanas. Como consecuencia, el impuesto fue derogado.
Luego, la Corona volvió a insistir y creó para las colonias un impuesto especial al vidrio, al plomo, a la pintura y al té y tuvo como respuesta los acuerdos de no importación por parte de los comerciantes y el boicot a productos británicos cuya aplicación se centralizaba en el puerto y en la ciudad de Boston, la que se transformó en el centro de la resistencia. Allí, ocurrieron la matanza de 1770 y las revueltas contra las autoridades aduaneras locales.
El 16 de diciembre de 1773, llegaron al puerto de Boston tres buques cargados de té, el "Darmouth", el "Eleanor" y el "Beaver", y allí los comerciantes, disfrazados de indios, tiraron la carga total al río. Lo que continuó es conocido por todos, ya que desembocó en el 4 de julio de 1776.
La crisis de 2001 encontró a la Argentina sin sistema tributario y sólo con un conjunto de leyes reformadas continuamente para recaudar más. Aplicándolas, a través del tiempo, se provocó una reacción fiscal similar a la del imperio británico, pues a partir de 2002 se comenzó a recaudar con una intensidad como nunca antes, lo que ha continuado hasta la fecha.
Desde ese momento, las leyes de impuestos se han modificado solamente para aumentarlos, salvo luego de la primer rebelión fiscal de la historia argentina que pasó inadvertida aunque terminó con un muerto, el suboficial Jorge Sayago, en el pueblo de Las Heras, provincia de Santa Cruz.
Esa vez, la revuelta no fue por el té sino por las retenciones por el impuesto a las Ganancias a los empleados de Repsol, para lo que se morigeró luego la tablita creada por José Luis Machinea, en tiempos de Fernando de la Rúa.Asimismo, en ese período se aumentaron
- los impuestos municipales, provinciales y nacionales,
- se duplicaron las sanciones ya sea por no pago o por la no presentación de declaraciones juradas.
Para tener real dimensión de lo ocurrido, el promedio de denuncias penales por evasión fue de tres por día.

- Hay que tomar en cuenta que el grueso del superávit fiscal se forma con el aporte del impuesto al cheque y las retenciones y que por eso son indispensables a los fines de recaudar para, entre otros destinos, pagar la deuda.
- El otro aspecto es que los ingresos por esos tributos no se coparticipan sino que van a la Nación, como aquellos otros iban al Imperio.
Existen en los hechos más semejanzas que diferencias entre las presiones impositivas de la preindependencia de los Estados Unidos y la actualidad argentina, aunque sean situaciones incomparables.
El volcar al agua el cargamento de té, como aquí ocurrió con el paro agropecuario y su apoyo ciudadano ante el aumento de las retenciones, hacen recordar lo expuesto por un pacifista en la época de la Colonia, John Adams quien dijo:
"El pueblo nunca debería levantarse sin hacer algo memorable, algo notable que llame la atención. Esta destrucción del cargamento del té es tan audaz, tan atrevida, tan firme, intrépida e inflexible que no puedo sino considerarla un hito histórico".

Sumamente actual la historia, pese a tener más de 230 años
Jorge E. Haddad - "La Capital" - Mar del Plata - 20-May-2008

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