domingo, 22 de mayo de 2011

Indignación estéril

Se hacen llamar, con cierto orgullo, los "antisistema".
En España miles de jóvenes han ocupado algunas plazas para

- protestar contra la falta de oportunidades.
- El desempleo general ronda el 20% de la fuerza laboral, pero

- entre los menores de 30 años ese porcentaje se eleva al 43%.
También les llaman los indignados por un texto escrito por un anciano francés, Stephane Hessel, titulado ¡Indignaos!
El artículo, de 10 páginas, bien intencionado aunque disparatado, se ha convertido en una especie de memorial de agravios que

- los jóvenes esgrimen como sustento ideológico.

Los indignados
- no solo protestan contra la falta de oportunidades laborales.
- Protestan, además, contra los políticos que recortan el Estado de bienestar, y
- contra el sistema económico, que supuestamente es el culpable de los quebrantos

que ellos padecen.
Quisieran disfrutar de un Estado bondadoso que les facilite
- una vivienda digna,
- atención sanitaria y educación gratuitas, y
- un puesto de trabajo bien remunerado que
- culmine, al cabo de la vida, en una jubilación decorosa.

- ¿Acaso no son esos los "derechos" que se mencionan en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales firmado por 160 países en las Naciones Unidas?
En realidad, estas aspiraciones no son descabelladas y algunas sociedades las han satisfecho, pero
- si los jóvenes desean, realmente, poseer un Estado de bienestar,
- la única oportunidad que tienen de lograrlo es dentro del sistema, no fuera
.
Eso es
- lo que han hecho los escandinavos, Canadá, EE.UU., Suiza, Nueva Zelanda y
- el resto de las naciones del primer mundo.
Todas esas sociedades,
- dotadas de un vigoroso sistema financiero privado,
- han desarrollado un tejido empresarial altamente competitivo, que,
- con los naturales altibajos, absorbe a los jóvenes que llegan a la edad de trabajar.
En todas ellas, la mayoría entiende que
- el enemigo no es el sector empresarial, dado que es donde se crea riqueza, y
sabe que los bancos, aunque hayan actuado irresponsablemente durante la crisis,
- no son otra cosa que instituciones que intermedian entre los que tienen capital y
los que lo necesitan.
Por otra parte, los países en los que encontramos algo parecido a un Estado de bienestar,
- los electores están conscientes de la relación que existe entre
- los excedentes disponibles y el gasto público.
La mayor parte de ellos sabe que
- para consumir, previamente hay que producir,
de manera que ponen el acento en
- fomentar la creación de empresas y,
mientras
- admiran a las personas emprendedoras,
capaces de descubrir una oportunidad de obtener beneficios satisfaciendo las necesidades de la sociedad,
- desprecian y persiguen a quienes se enriquecen por amiguismo y corruptelas.
Sin embargo,
- muy pocos de los antisistema parecen darse cuenta
- de las relaciones que existen entre el gasto público y la crisis que a ellos les afecta.
Y son incluso menos los que
- están dispuestos a admitir una de las más elementales verdades del análisis económico:
- un gobierno no puede permanentemente gastar más de lo que ingresa sin que,
- llegado cierto punto crítico, sobrevenga la catástrofe.
A lo que se agrega otra ley inexorable: y si ese gobierno
- absorbe vía impuestos una parte exagerada de los recursos que genera la sociedad,
- acaba por destrozar el aparato productivo y
- por empobrecer a la totalidad de sus miembros
.
Es cierto que en España, como en Grecia o en Portugal, hay una crisis económica aguda, aunque pasajera, pero
- el alivio y la superación, insisto, no están fuera del sistema, sino dentro.
- Fuera sólo quedan el error, la frustración y el abismo.
Carlos Alberto Montaner - El País - Montevideo - 22-May-2011

Sálvese quien pueda!!!
Estos «revolucionarios» quieren conservar el actual Estado de Bienestar, incluso cuando ya no puede sostenerse


LA campaña electoral más predecible e inane de la historia se ha convertido a última hora en la más movida e incierta.
Pero esa no es la única sorpresa.


- Los vástagos de la izquierda han dado al Gobierno socialista un susto de muerte con

sus acampadas.
Por si ello fuera poco, la jornada de reflexión se convirtió en jornada de movilización, pese a estar prohibido. Claro que eso no es nuevo. ¿Recuerdan las concentraciones ante las sedes del PP la víspera de las elecciones de 2004?
Y es que en España no se cumplen las leyes.
Es más,

- los primeros en no cumplirlas son a menudo los encargados de velar por ellas.

Pero ese es otro asunto. ¿O es el mismo?
Como no quiero marear más al lector, que bastante mareado debe ya de estar, vamos a tratar de poner un poco de orden en la baraúnda reinante.
«Revolución en España», titulan los periódicos extranjeros, mostrando su habitual despiste sobre nuestros asuntos. Vamos a ver,
- ¿Qué piden los acampados en Sol y en otras plazas españolas?
Pues piden que continúen
- las subvenciones,
- los subsidios,
- las becas,
- las ayudas de todas clases, y
que se retiren
- las medidas de ajuste,
- incluido el Plan Bolonia, que obliga a estudiar más.
- O sea, que todo siga como estaba.

- ¿Es eso una revolución? No.
- Es justo lo contrario, es oponerse a todo cambio, no importan las circunstancias.
- Reacción pura.
- La izquierda antisistema se levanta contra la izquierda dentro del sistema —
tan dentro que está al frente del gobierno—
- para impedirle que cumpla lo que le impone Bruselas,
después de tres años de manejar desastrosamente la economía española.
Estos «revolucionarios»

- no quieren derribar el actual modelo de Estado,

- al revés, quieren conservarlo.
Afán tan loable como inútil, porque

- el Estado de Bienestar no puede sostenerse en su actual configuración.

Pero vaya usted a convencer a un chico al que le han enseñado desde la escuela que todos esos regalos están incluidos en los derechos constitucionales y que cuando ha acabado la carrera le dicen que tiene que irse a trabajar a Alemania, como se fue su abuelo sin carrera.
Nada de extraño que

- le importe un bledo la suerte de un Gobierno socialista que le ha llevado aquí.

- La revolución ya no devora a sus hijos. Hoy,

- son los hijos quienes devoran a la revolución.
Con Rubalcaba, aprendiz de brujo, por algo es químico, tratando de devolver el genio a la botella, algo imposible una vez fuera, y Rajoy temblando ante la posibilidad de que empañe su victoria por goleada.
Desde la lejanía que lo contemplo,


- esas acampadas tienen el aspecto de un barco que se hunde.
- El barco es el PSOE, donde suena el grito de ¡sálvese quien pueda!
- Los jóvenes son los primeros en abandonarlo, entonando las viejas consignas
,
- mientras el director de la orquesta que toca en cubierta es naturalmente Zapatero.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL - ABC - Madrid - 22-May-2011

No hay comentarios: