miércoles, 18 de mayo de 2011

El último gran golfo

Según Segolène Royale, su adversario en las primarias del socialismo francés, Dominique Strauss-Khan, tiene derecho a la presunción de inocencia. Naturalmente.
Otra cosa es que la consiga demostrar.
De momento, el director gerente del FMI, gran autoridad económica mundial,
- ha quedado como un golfo incontinente y un acosador sexual.
La policía de Nueva York
- lo ha tratado como a un delincuente de película que trata de huir en el primer avión.
A su deleznable comportamiento hay que añadir la «mala suerte» de hacerlo en Nueva York, donde los fiscales no tienen miramientos para estos delitos y no se paran a medir la categoría del arrestado.
Su brillante biografía política se ha truncado, porque este penoso episodio ha servido para recordar sus antecedentes. Se confirma que el acosador sexual siempre repite. Con empleadas, con visitas ocasionales o camareras de hotel: donde se mueve una falda, allí pone la intención.
Para desventura del señor Strauss-Khan, su caso tiene todos los ingredientes para convertirlo en protagonista de seriales periodísticos.
Ahí está el poderoso que presuntamente cae en uno de los delitos que más detesta el ciudadano, cualquiera que sea su sentido de la moral.
- Es el triunfador que se considera con derecho al abuso sobre el resto de los mortales.
- Es el rico que abusa de una pobre empleada de hotel que cumple honestamente con

su trabajo.
- Es el hombre que domina las finanzas públicas del mundo y decide sobre rescates de países
en dificultades, que se abalanza sobre una mujer desprotegida.
Y, en su ámbito,
- es el vicioso que estaba en condiciones de aspirar a la jefatura del Estado de una nación como Francia.
Quienes se han escandalizado con las juergas de Berlusconi pueden obtener hoy una conclusión:
- en las aberraciones humanas no hay límites de clases ni de influencias.
- No importa su rango, sino su catadura moral.
Siempre puede haber un aspirante a desbancarles del ránking de la perversión.
Al lado de Strauss-Khan, Berlusconi casi queda como un rico simpático que gasta fortunas en placeres carnales, pero disfruta con la seducción. Es un golfo seductor.
- Strauss-Khan es otro golfo, pero delincuente.
Si tantas veces nos preguntamos
- cómo el pueblo italiano sostiene a su truhán en el poder,
- hay que convenir que el pueblo francés ha tenido suerte al descubrir la auténtica calaña
de quien lo podría gobernar en el futuro.
A pocas pruebas que haya contra él, me temo que no habrá piedad,
- porque nadie es indulgente ante la violencia sexual.
Como medida preventiva, estoy por proponer algo:
- dada la tendencia de hombres poderosos a todo tipo de aberraciones,
- habría que someterlos a todos a pruebas psiquiátricas antes de darles cargos tan decisivos.
Si se hacen test de personalidad para pequeños puestos administrativos,
- ¿cómo no hacerlo con quien va a presidir el FMI o gobernar una nación?
Fernando Ónega - La Voz de Galicia - Sgo. de Compostela - 17-May-2011

La caída de un dios con pies de barro
Dominique Strauss-Kahn (DSK), no cayó de su pedestal
- por un solo error,
- por haberse equivocado de persona y mandarle una solicitud equivocada, o
- por una perversión enfermiza,
- sino porque era un soberbio,
porque creía que
- su poder político y su dinero eran suficientes para inmunizarlo, y
porque
- se buscó la ruina, como un machista maleducado, a lo largo de varias décadas.
Lo suyo no es un pronto comprensible que las circunstancias agravaron, sino
- el fin de la buena estrella que le permitió ir por el mundo cazando presas
sin que nadie lo cazase a él.
Y por eso tiene muy poco que hacer para restaurar una carrera y un prestigio social que
- no merecen ser restaurados.
La actitud
de DSK tampoco puede estar protegida por el tradicional respeto que muestra la prensa francesa por la vida privada de sus políticos y líderes sociales.
Porque, lejos de referirnos a la intimidad familiar, a los devaneos consentidos y a las diferentes opciones sexuales elegidas, cuestiones todas que merecen protección, estamos hablando de un grave delito de acoso que, en vez de detenerse tras lo que pudo ser una primera pérdida de control, se transformó en una gravísima agresión sexual en la que van implícitos
- el abuso de posición,
- las vejaciones y
- la violencia física que
- definen a un delincuente común de la peor calaña,
lo que deja fuera de lugar cualquier protección informativa aplicable a la vida privada.
El debate que debería ocupar hoy a Francia es el del
- consentimiento criminal en el que cayó buena parte de las clases política y periodística.
Ahora resulta, por lo que se ve, que todo el mundo lo sabía, y que
- todo un sistema social y penal contribuyó a hacer posible este bochornoso final.
Es obvio que nada de lo sucedido en el Sofitel de Nueva York es responsabilidad del Partido Socialista francés ni de la UE ni del FMI.
Pero eso no obsta para que muchos altos políticos e instituciones tengan que preguntarse
- por qué consintieron tanto desafuero, o
- por qué le rieron las gracias a un intelectual multimillonario y político exitoso que,
- en plena madurez, se portaba como un rufián juvenil, salido y desvergonzado.
En su condición de detenido,

- DSK sigue teniendo derecho a su imagen y a un juicio justo.
Pero esos derechos, lo recuerdo una vez más,

- no pueden ser un privilegio de nadie,
- sino la norma que el Estado debe aplicar, sin excepción,
- a todos los detenidos y justiciables.
Straus-Kahn también era parte de un sistema de poder que
- en Estados Unidos y en Europa- degrada a los delincuentes de forma innecesaria.
Y por eso
- no tiene derecho a exigir de los jueces y policías de Nueva York un trato diferente.
Aunque DSK podría ser el principio de una reflexión que tiene que abarcar desde Straus-Kahn a Bin Laden.
Porque

- la única justicia real que podemos hacer los hombres se llama igualdad.
Xosé Luis Barreiro Rivas - La Voz de Galicia - Sgo. de Compostela - 19-May-2011

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