domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Una depresión permanente?

(Max Fisher/Washington Post)
La crisis que originó la Gran Recesión ha quedado atrás, pero la economía sigue deprimida
 
Cuando se pasa algún tiempo con los funcionarios de la administración monetaria, una palabra que se oye con frecuencia es “normalización”.
Muchos de ellos, no todos, aceptan que no es momento de tacañerías, y que en estos tiempos
- el crédito debe ser accesible y
- las tasas de interés, bajas.
No obstante, los hombres de negro esperan impacientes el día en que podrán volver a su actividad normal y aguar la fiesta en cuanto empiece. Pero
- ¿Y si el mundo en el que vivimos desde hace cinco años fuese la nueva normalidad?
- ¿Y si las condiciones de cuasi depresión van camino de mantenerse, no uno o dos años más,
  sino décadas?
Se podría pensar que esta clase de especulaciones son propias de un grupo marginal de radicales. Radicales, no hay duda; pero que son un grupo marginal, no tanto.
Algunos economistas llevan tiempo coqueteando con este tipo de ideas, que ahora se han generalizado.
De hecho, hace poco, en la más respetable de las sedes, la gran conferencia anual de investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI), se defendía con insistencia
- el argumento de la “estanflación secular”,
- un estado duradero en el que la depresión económica sería la norma,
- con episodios de pleno empleo escasos y distanciados entre sí.
Y la persona que defendía el argumento no era otro que Larry Summers. Sí, ese Larry Summers.
Y si Summers tiene razón, todo lo que la gente respetable ha estado diciendo sobre política económica es erróneo, y seguirá siéndolo durante mucho tiempo.
Summers comenzó con una cuestión que debería ser obvia, pero que muchas veces se pasa por alto:
- la crisis financiera que dio origen a la Gran Recesión ya ha quedado muy atrás.
- De hecho, según muchos criterios, acabó hace más de cuatro años.
- Sin embargo, la economía sigue deprimida.
Acto seguido hizo un comentario relacionado con el anterior:
- antes de la crisis teníamos una enorme burbuja inmobiliaria y de endeudamiento.
Pero incluso
- con esa gigantesca burbuja estimulando el gasto,
- la economía solo funcionaba a medio gas:
- el mercado de trabajo estaba bien, pero no era magnífico, y
- la expansión no llegó a ser lo bastante potente como para
- producir una presión inflacionaria significativa.
Summers prosiguió extrayendo una enseñanza digna de mención: insinuó que
- tenemos una economía cuyo estado normal es
- de una demanda inadecuada
- cuando menos, de una ligera depresión— y que
- solo se aproxima al pleno empleo cuando
- hay burbujas que la mantienen a flote.
Yo añadiría algo más. Consideremos
- la relación entre el endeudamiento de los hogares y su renta.
- Entre 1960 y 1985 fue más o menos estable, pero
- entre 1985 y 2007, año del estallido de la crisis, aumentó de forma 
  rápida e imparable.
Pero incluso con los hogares endeudándose cada vez más,
- los resultados económicos del periodo fueron mediocres en el mejor de los casos, 
-y la demanda no mostró ningún indicio de ir por delante de la oferta.
Si miramos hacia el futuro, está claro que
- no podemos volver a la época en la que el endeudamiento crecía sin parar.
Eso significa que
- la demanda de los consumidores es más débil, y sin esa demanda
- ¿cómo se supone que vamos a volver al pleno empleo?
De nuevo, las pruebas hacen pensar que
- el estado normal de nuestra economía es 
- de una ligera depresión en la que
- los breves episodios de prosperidad se dan solo gracias
- a las burbujas y al crédito insostenible.
- ¿Cuál podría ser la causa?
Una respuesta posible sería
- la ralentización del crecimiento demográfico.
Una población que crece genera demanda de nuevas casas, de oficinas, y así sucesivamente.
Cuando el crecimiento se frena, la demanda cae.
En EE UU, la población en edad de trabajar aumentó rápidamente en las décadas de 1960 y 1970, cuando los hijos del baby boom se hicieron mayores, y su fuerza de trabajo se vio engrosada aún más deprisa con la incorporación de la mujer al mercado laboral.
Pero todo eso ya ha quedado atrás, y las consecuencias están a la vista:
- ni siquiera en el punto álgido de la burbuja inmobiliaria
- se construía tanto como en los años setenta.
Otro factor de peso puede ser
- el pertinaz déficit comercial, que apareció en los años ochenta y que
- desde entonces ha fluctuado pero nunca ha desaparecido.
- ¿Por qué es importante todo esto?
Una respuesta es que
- los bancos centrales tienen que dejar de hablar de “estrategias de salida”.
- El dinero fácil debería quedarse con nosotros mucho tiempo, y
- probablemente lo hará.
A su vez,
- podemos olvidarnos de las historias de terror acerca de la deuda pública,
que vienen a decir que
- “puede que ahora no sea un problema, pero 
- esperad a que suban los tipos de interés”.
En un sentido más amplio,
- si nuestra economía tiende persistentemente a la depresión,
- viviremos mucho tiempo según las reglas invertidas de la economía deprimida, donde
- la virtud es vicio y la prudencia, insensatez, y donde
- los esfuerzos por ahorrar más, incluidos los intentos de
- reducir los déficits presupuestarios,
- son perjudiciales para todos.
Ya sé que mucha gente aborrece este discurso.
Ofende a su sentido de lo correcto, o para ser exactos, de la moralidad.
Se supone que
- la economía consiste en tomar decisiones difíciles (a costa de los demás, naturalmente), y
- no en convencer a la gente de gastar más.
Pero, como decía Summers,
- la crisis “no habrá acabado hasta que haya acabado” y
- la realidad económica es la que es. Y, al parecer,
- en este momento, es una realidad en la que

- las reglas de la depresión regirán aún mucho tiempo.
Paul Krugman - El País - Madrid - 24-Nov-2013

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