domingo, 5 de abril de 2009

G-20: Fusión de "estatalismo dinámico" y "liberalismo normativo"

«Mediator»
Cuando se preveía un choque de expresos en la cumbre del G-20, algún fontanero de la Moncloa pensó que había llegado la hora de crear el personaje de "Mediator", un héroe mundial de la concordia que, armado de geometría variable y buen talante, iba a servir de puente entre el estatalismo dinámico de Obama y Brown y el liberalismo normativo de Sarkozy y Merkel.
En plena fiebre peliculera, los asesores de Zapatero llegaron a imaginar que el premier británico había dado el paso trascendental de pedirle al presidente del Gobierno de España que pasase de invitado a protagonista, para encargarlo de partir las diferencias -como hacía mi tío Abelardo en las ferias de Allariz- entre las poderosas delegaciones de Estados Unidos y Alemania.
Pero, gracias al sentido común, las delegaciones europea y americana se dieron cuenta enseguida de que la distancia que media entre un estatalista dinámico y un liberal normativista es muy pequeña, y por eso nuestro optimista presidente tuvo que apurarse a cambiar su disfraz de Mediator por el de "vigilante de las playas de los paraísos fiscales".
Urgidos por la necesidad, los dos grandes bloques partieron al medio sus diferencias, y, al tiempo de poner pasta a esgalla para
- reactivar el sistema financiero y
- socorrer a las economías que no hacen pie,
- también aceptaron volver al camino del institucionalismo internacional con
- un FMI triplicado,
- un Banco Mundial con dirección y política más abierta y
- un Consejo de Estabilidad Financiera que se encargará de vigilar las esencias de un sistema policéntrico.

Estuvo impecable Obama, que, sin dejar de ser el presidente de la primera potencia mundial, resituó su liderazgo en el terreno
- de la cooperación y
- del multilateralismo político, militar y económico.
También estuvieron acertados Merkel y Sarkozy
, que, después de limar sus diferencias internas, supieron aguantar el pulso de Europa frente a la inicial presión americana.
Cumplieron, también, los terceros países, que, dándose cuenta de que sus espectaculares crecimientos tenían la misma fragilidad que las burbujas del primer mundo, supieron adaptar sus exigencias a las necesidades del momento.
Y estuvo bien Zapatero, que, después de tragar tanta bilis en las visitas de Bush, logró encontrar su papel en el «G-20 y pico» y hacerse sus fotos deseadas.
Mi opinión sigue siendo que el G-20, que es un rancio vestigio del imperialismo económico, no sirve para encauzar la gobernanza global.
Pero creo que los pasos dados son importantes para atajar los problemas del presente y abrir el camino del futuro. Sin tanto optimismo como exhibe Zapatero, pero sin el pesimismo con el que muchos se acercaron a este aquelarre de los patronos del mundo.

Xosé Luís Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - Sgo. de Compostela" - 4-Mar-2009

No hay comentarios: