lunes, 27 de abril de 2009

Economía mundial: ¿Una luz de esperanza?

En muchas formas, nos esperan días más oscuros por delante. A pesar de la escala del receso, no hay ninguna recuperación convencional a la vista.

Los rayos son difusos, pero las partículas de luz son inconfundibles.
- Los precios de las acciones han subido abruptamente. Incluso después de la caída a principios de esta semana.
- Dos terceras partes de los 42 mercados bursátiles que analiza "The Economist" han subido en las últimas seis semanas en más de un 20%.
- Distintos indicadores económicos de diferentes partes del mundo han brillado.
- La economía de China se está recuperando.
- El receso económico en la industria manufacturera parece estar disminuyendo.
- Los mercados inmobiliarios en Estados Unidos y Reino Unido están mostrando señales de vida.
- La confianza está aumentando.
- Un índice ampliamente estudiado del sentir del inversionista en Alemania ha resultado positivo por primera vez en casi dos años.
Todo esto es bienvenido, especialmente porque el receso económico ha empeorado mucho más debido al pánico y la desesperación. Cuando el sistema financiero estaba al borde del colapso en septiembre,
- los inversionistas esquivaron todo excepto los activos más seguros,
- los consumidores dejaron de gastar y
- las empresas cerraron.
Después de esa caída hasta las profundidades podría venir un círculo virtuoso.Sin embargo, por muy bueno que sea, el optimismo contiene dos trampas; una obvia, la otra más sutil.
- La obvia es que la confianza resulta estar fuera de lugar; que los rastros de esperanza se malinterpreten como los inicios de una recuperación firme, cuando todo lo que muestran es que el índice de declinación está aflojando su velocidad.
- La trampa más sutil, especialmente para los políticos, es que la confianza y las noticias más alentadoras creen una complacencia destructiva.
- El optimismo es una cosa, pero la presunción de que la economía mundial está regresando a la normalidad podría obstaculizar la recuperación y bloquear las políticas tendientes a protegerse contra nuevas caídas a las profundidades.


Nada maravilloso
Según como están las cosas no hay mucho motivo para el optimismo. Lo peor pasó sólo en el sentido más estricto de que la velocidad de la declinación global alcanzó su nivel máximo.
Gracias a las transfusiones fiscales y monetarias masivas -e insostenibles-, la producción con el tiempo se va a estabilizar.
Pero, en muchas formas, nos esperan días más oscuros por delante. A pesar de la escala del receso, no hay ninguna recuperación convencional a la vista.
El crecimiento, cuando se produzca, será demasiado débil para evitar que suba el desempleo y que se extienda la capacidad inactiva. Y durante años gran parte de las economías del mundo dependerá de sus gobiernos.


La próxima década
- Bienvenido a una era de menores expectativas y peligros continuos;
- un mundo donde aquellos a cargo de las políticas tienen que navegar entre la amenaza inminente de la deflación mientras combaten los temores de los inversionistas que las abultadas deudas públicas y
- la enorme baja monetaria puedan con el tiempo llevar a una alta inflación;
- un mundo inexplorado donde la obtención de préstamos del gobierno llega a un nivel no visto desde la II Guerra Mundial.


¿Cómo hacer frente a estos peligros?
Por supuesto no tratando de empuñar los fragmentos de las noticias alentadoras. Eso corre el riesgo de llevar a que se actúe menos ahora.
- El detener la deflación, por ejemplo, exigirá medidas menos convencionales por parte de los bancos centrales por más tiempo que lo que muchos parecen prever ahora.
- Los rezagados, como el Banco Central Europeo, no le hacen al mundo ni a ellos mismos ningún favor al cohibirse.
- Ni los gobiernos deberían tratar de inmediato de retractarse del estímulo fiscal.
- La debilidad económica prolongada hace un daño muchísimo mayor a las finanzas públicas que el activismo fiscal temporal.
- Recuerde cómo Japón aplastó su recuperación en la década de 1990 al precipitarse a subir los impuestos.- Japón también postergó la reforma bancaria.
- Los países que enfrentan grandes ajustes de los estados de cuenta deberían hacer caso a esa lección y dar un impulso a la reforma, en especial haciendo más para limpiar y reestructurar los bancos.
- Los países con superávit tienen que estimular el gasto privado en casa en forma más enérgica.- Al mismo tiempo, aquellos a cargo de las políticas tienen que darse tiempo para cambiar el curso en el futuro.
- Los bancos centrales tienen que exponer las reglas que regirán su alejamiento de las formas exóticas de relajación de política.- Todos los gobiernos, especialmente aquellos con las finanzas públicas más viscosas, deberían pensar valientemente en cómo bajar sus relaciones de endeudamiento en el mediano plazo; en formas que no repriman la naciente demanda privada. En vez de subir las tasas tributarias, deberían pensar en subir la edad de jubilación, conteniendo los costos de salud y ampliando la base tributaria.
- El peor receso económico global desde la Depresión está lejos de terminar. Hay trabajo que hacer.

Editorial - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 27-Abr-2009

No hay comentarios: