El grupo "Carta Abierta" pidió a la Feria del Libro de Buenos Aires que me retirara la invitación para inaugurarla, por mi posición "liberal" y "reaccionaria".
- ¿Qué quieren, una nueva Cuba?
Un puñado de "intelectuales argentinos kirchneristas", vinculados al grupo Carta Abierta, encabezados por el director de la Biblioteca Nacional Horacio González, pidió a los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires, que se abrirá el 20 de abril, que
- me retirara la invitación para hablar el día de su inauguración.
La razón del veto:
- mi posición política "liberal", "reaccionaria", enemiga de las "corrientes progresistas
del pueblo argentino" y
- mis críticas a los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Bastante más lúcida y democrática que "sus intelectuales", la presidenta Cristina Fernández se apresuró a recordarles que
- semejante demostración de intolerancia y a favor de la censura no parecía
una buena "carta de presentación" de su Gobierno,
- ni oportuna cuando parece iniciarse una movilización a favor de la reelección.
Obedientes, pero sin duda no convencidos,
- los "intelectuales kirchneristas" dieron marcha atrás.
Me alegra coincidir en algo con la presidenta Cristina Fernández, cuyas políticas y declaraciones populistas en efecto he criticado, aunque sin llegar nunca al agravio, como alegó uno de los partidarios de mi defenestración.
Nunca he ocultado mi convencimiento de que el peronismo, aunque haya impulsado algunos progresos de orden social y sindical, hechas las sumas y las restas
- ha contribuido de manera decisiva a la decadencia económica y cultural del
único país de América Latina que llegó a ser "un país del primer mundo" y a tener en algún
momento un sistema educativo que fue un ejemplo para el resto del planeta.
Esto no significa, claro está, que aliente la menor simpatía por sus horrendas dictaduras militares cuyos crímenes, censuras y violaciones de los derechos humanos he criticado siempre con la mayor energía
- en nombre de la cultura de la libertad que defiendo y que
- es constitutivamente alérgica a toda forma de autoritarismo.
Precisamente
- la única vez que he padecido un veto o censura en Argentina parecido al que pedían
para mí los "intelectuales kirchneristas" fue
- durante la dictadura del general Videla,
cuyo ministro del Interior, el general Harguindey, expidió un decreto de abultados considerandos
- prohibiendo mi novela "La tía Julia y el escribidor" y
- demostrando que ésta era ofensiva al "ser argentino".
Advierto con sorpresa que
- los "intelectuales kirchneristas" comparten con aquel general
- cierta noción de la cultura, de la política y del debate de ideas que
- se sustenta en un nacionalismo esencialista un tanto primitivo y de vuelo rasero.
Porque
- lo que parece ofender principalmente a Horacio González, José Pablo Feinmann,
Aurelio Narvaja, Vicente Battista y demás partidarios del veto, por encima de mi
liberalismo es que,
- siendo un extranjero, me inmiscuya en los asuntos argentinos.
Por eso les parecía más justo que abriera la Feria del Libro de Buenos Aires un escritor argentino en consonancia con las "corrientes populares".
- Si tal mentalidad hubiera prevalecido siempre en Argentina
- el general José de San Martín y sus soldados del Ejército Libertador
- no se hubieran ido a inmiscuir en los asuntos de Chile y Perú y,
- en vez de cruzar la Cordillera de los Andes impulsados por un ideal anticolonialista
y libertario,
- se hubieran quedado cebando mate en su tierra, con lo que
- la emancipación hubiera tardado un poco más en llegar a las costas del
Pacífico sudamericano.
Y si un rosarino llamado
- Ernesto Che Guevara hubiera profesado el estrecho nacionalismo de los
"intelectuales kirchneristas",
- se hubiera eternizado en Rosario ejerciendo la medicina en vez de
- ir a jugarse la vida por sus ideas revolucionarias y socialistas en Guatemala,
Cuba, el Congo y Bolivia.
- El "nacionalismo" es una ideología que ha servido siempre a los sectores
más cerriles de la derecha y la izquierda para justificar
- su vocación autoritaria,
- sus prejuicios racistas,
- sus matonerías, y para
- disimular su orfandad de ideas tras un fuego de artificio de eslóganes patrioteros.
Está visceralmente reñido con
- la cultura, que es diálogo, coexistencia en la diversidad, respeto del otro,
- la admisión de que las fronteras son en última instancia artificios administrativos
que no pueden abolir la solidaridad entre los individuos y los pueblos de cualquier
geografía, lengua, religión y costumbres pues
- la nación, al igual que la raza o la religión,
- no constituye un valor
- ni establece jerarquías cívicas, políticas o morales entre la colectividad humana.
Por eso,
- a diferencia de otras doctrinas e ideologías, como el socialismo, la democracia y
el liberalismo,
- el nacionalismo no ha producido un solo tratado filosófico o político digno
de memoria,
- sólo panfletos a menudo de una retórica tan insulsa como beligerante.
Si alguien lo vio bien, y lo escribió mejor, y lo encarnó en su conducta cívica fue uno de los políticos e intelectuales latinoamericanos que yo admiro más, el argentino Juan Bautista Alberdi, que llevó su amor a la justicia y a la libertad a
- oponerse a la guerra que libraba su propio país contra Paraguay,
- sin importarle que los fanáticos de la intolerancia lo acusaran de traidor.
- Los vetos y las censuras tienden a imposibilitar todo debate y
- a convertir la vida intelectual en un monólogo tautológico en el que
- las ideas se desintegran y convierten en consignas, lugares comunes y clisés.
Los intelectuales kirchneristas que sólo quisieran oír y leer a quienes piensan como ellos y que se arrogan la exclusiva representación de las "corrientes populares" de su país
- están muy lejos no sólo de un Alberdi o un Sarmiento sino también de
- una izquierda genuinamente democrática que, por fortuna, está surgiendo en
América Latina,
- y que en países donde ha estado o está en el poder, como en Chile, Brasil, Uruguay,
- ha sido capaz de renovarse, renunciando no sólo a sus tradicionales convicciones
revolucionarias reñidas con la democracia "formal" sino
- al populismo, al sectarismo ideológico y al dirigismo, aceptando
- el juego democrático, la alternancia en el poder, el mercado, la empresa,
la inversión privada, y las instituciones formales que antes llamaba burguesas.
Esa izquierda renovada
- está impulsando de una manera notable el progreso económico de sus países y
- reforzando la cultura de la libertad en América Latina.
- ¿Qué clase de Argentina quieren los intelectuales kirchneristas?
- ¿Una nueva Cuba, donde, en efecto, los liberales y demócratas no podríamos jamás
dar una conferencia ni participar en un debate y donde sólo tienen uso de la
palabra los "escribidores" al servicio del régimen?
La "convulsionada" Venezuela de Hugo Chávez es tal vez su modelo. Pero allí, a diferencia de los miembros del grupo Carta Abierta,
- la inmensa mayoría de intelectuales, tanto de izquierda como de derecha,
- no es partidaria de los vetos y censuras.
Por el contrario,
- combate con gran coraje contra los atropellos a la libertad de expresión y
la represión creciente del gobierno chavista a toda forma de disidencia u oposición.
De quienes
- parecen estar mucho más cerca de lo que tal vez imaginan Horacio González y
sus colegas
- es de los piqueteros kirchneristas que, hace un par de años, estuvieron a punto
de lincharnos, en Rosario, a una treintena de personas que asistíamos a una conferencia
de liberales, cuando el ómnibus en que nos movilizábamos fue emboscado por una
pandilla de manifestantes armados de palos, piedras y botes de pintura.
Durante un buen rato debimos soportar una pedrea que destrozó todas las lunas del vehículo, y lo dejó abollado y pintarrajeado de arriba abajo con insultos.
Una experiencia interesante e instructiva que parecía concebida para ilustrar
- la triste vigencia en nuestros días de aquella confrontación entre
civilización y barbarie que describieron con tanta inteligencia y buena prosa
Sarmiento en su "Facundo" y Esteban Echeverría en ese cuento sobrecogedor que
es "El matadero".
Me apena que quien encabezara esta tentativa de pedir que me censuraran fuera
- el director de la Biblioteca Nacional, es decir, alguien que ocupa ahora el sitio que
- dignificó Jorge Luis Borges.
Confío en que
- no lo asalte nunca la idea de aplicar, en su administración,
- el mismo criterio que lo guió a pedir que silenciaran a un escritor
- por el mero delito de no coincidir con sus convicciones políticas.
Sería terrible, pero no inconsecuente ni arbitrario.
Supongo que
- si es malo que las ideas "liberales", "burguesas" y "reaccionarias" se escuchen en una charla,
- es también malísimo y peligrosísimo que se lean.
De ahí
- hay sólo un paso a depurar las estanterías de libros que desentonan
- con "las corrientes progresistas del pueblo argentino".
MARIO VARGAS LLOSA - Premio Nobel - El País - Madrid - 14-Mar-2011
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