viernes, 21 de junio de 2013

Las redes de las protestas


Una nueva forma de hacer política está extendiéndose por todo el mundo,
- radicalmente distinta a lo que hemos conocido hasta ahora y
- de difícil comprensión y gestión para los viejos profesionales del oficio.
- Funciona sin líderes y sin contar con la infraestructura, el dinero y el apoyo de grandes partidos y
  sindicatos mayoritarios.
- No se asienta sobre estructuras organizativas, centros de mando o coordinadoras con las que dialogar o
  a las que se pueda desarticular mediante la detención de sus componentes.
- Tampoco con programas que permitan respuestas políticas,
- aunque partan de la chispa de una reivindicación clara y popular.
- Se expresa en súbitas y masivas movilizaciones urbanas,
- con ocupación de espacios simbólicos y centrales en las ciudades,
- que casi siempre pillan por sorpresa a las autoridades y
- ponen a prueba la capacidad de encaje del sistema establecido,
- convertido en el adversario designado por los jóvenes decididos a expresar su protesta.

- No importa que el régimen sea una dictadura o una democracia pluralista,
- que el país pertenezca a la elite de los más ricos o sea uno de los emergentes, o
- que su sociedad sea de cultura cristiana o islámica.
En todas partes se evidencia
- la misma distancia entre la calle y las instituciones;
- la misma denuncia de la corrupción y del enriquecimiento de unos a costa de otros;
- el mismo hastío ante una forma de tomar decisiones que
- comprometen el futuro a espaldas de la gente.
La concatenación de las actuales protestas en Turquía y Brasil ilumina un fenómeno que viene ocurriendo desde 2008 en todos los continentes y en una larga lista de países, cada uno por sus precisas circunstancias, y que tuvo en las primaveras árabes de 2011 su momento más espectacular, hasta conducir a la caída de tres dictaduras en Túnez, Egipto y Libia.
En la lista están Irán, Grecia, Portugal, Italia, Israel, Chile, México, Estados Unidos y Rusia, además de los indignados españoles.
Todos estos nuevos movimientos sociales, que
- vienen a agitar las ideas recibidas y a transformar el paisaje de nuestras sociedades,
- son parte de una transformación que afecta al entero planeta y
- ha encontrado en las redes sociales el instrumento organizativo mejor adaptado a las características de los
  nuevos tiempos.
El poder se está desplazando a ojos vista desde el viejo mundo occidental hacia Asia; pero
- también en el interior de las sociedades.
- Emergen unas nuevas clases medias en todo el mundo con demandas crecientes de
- riqueza, educación, vivienda, consumo y, naturalmente, también de bienestar y libertad individual.
Los incrementos de su nivel de vida, lejos de moderar sus demandas,
- hacen crecer las expectativas e inmediatamente, en cuanto no se cumplen, las exigencias y la irritación.
Esos jóvenes que han accedido a la educación y al trabajo, con frecuencia precario y mal pagado,
- tienen teléfonos móviles y tabletas con las que comunicar su insatisfacción y
- organizar la expresión de su protesta.
A diferencia de los viejos medios de comunicación, lentos y pesados, estas herramientas son instantáneas, actúan de forma viral, aceleran la protesta y son una forma organizativa en sí mismas.
Según su mejor estudioso, el sociólogo español Manuel Castells, crean "un espacio de autonomía", mezcla del ciberbespacio de las redes y del espacio urbano que ocupan, que constituye
- "la nueva forma espacial de los movimientos en red" (Redes de indignación y de esperanza, Alianza, 2012).
- Tan interesantes como los nuevos movimientos son las respuestas que dan los Gobiernos.
Ahí es donde ofrece el máximo interés la comparación entre la Turquía de Erdogan y el Brasil de Dilma Rouseff.
Mientras el gobierno turco va a seguir con la construcción del centro comercial en el parque Gezi que suscitó la protesta, muchas ciudades brasileñas ya han bajado el precio del billete de los transportes urbanos, ante la presión de un movimiento que quiere transporte gratis.
En uno y otro caso,
- la reivindicación concreta ponía a prueba la capacidad de absorción de las protestas
- por parte de los respectivos gobiernos.
De momento, el primer ministro turco
- ha lanzado a sus partidarios a enfrentarse a los manifestantes,
- los ha denunciado por terroristas y
- quiere controlar las redes sociales,
mientras que la presidenta brasileña
- ha valorado las manifestaciones como "la prueba de la energía democrática" de su país y
- ha llamado "a escuchar estas voces que van más allá de los mecanismos tradicionales, partidos políticos y
  medios de comunicación".
Estos nuevos movimientos sociales organizados en red
- han demostrado hasta ahora una gran capacidad para mover y transformar el tablero de juego
- pero muy poca para capitalizar sus éxitos en forma de un poder político que, al final,
- se juega de nuevo en un escenario electoral y unos parlamentos que les son ajenos.
Ahora, de momento, serán determinantes para el rumbo inmediato de la democracia en Turquía y en Brasil.
Lluís Bassets - El País - Madrid - 21-Jun-2013

Fútbol y transporte: Una contradicción que no solo es argentina
A la Copa del Mundo renuncio, quiero más dinero en salud y educación”, coreaba un millón de manifestantes horas después de la apertura de la Copa FIFA Confederaciones en Brasilia; un evento que apuntaba a promocionar el próximo mundial de fútbol en tierras cariocas en el 2014.
La chispa que encendió la bomba fue, sin embargo, la decisión del Gobierno de subir las tarifas de colectivos de 3 reales (unos $7,80) a 3,20 unidades de la moneda brasileña.
El aumento puede parecer poco significativo, pero lo cierto es que
- parten de valores relativamente muy altos
- en comparación a los niveles salariales de la población.
De acuerdo a una investigación titulada “Desarrollo urbano y movilidad en América Latina”, recientemente publicada por la Corporación Andina de Fomento (CAF),
- el costo de 50 pasajes representa el 30% del salario mínimo brasileño,
- mientras que en nuestro país, según la misma fuente, sólo asciende a 4,6%.
Los aumentos buscaban reducir el impacto fiscal de los subsidios que son necesarios para financiar todos los costos asociados al transporte, puesto que según el intendente de San Pablo, Fernando Haddad, el boleto sin subsidios tendría que costar 3,40 reales ($8,85).
Tarifa y servicio
Igual que como sucede por estas latitudes,
- el problema no es tanto el aumento de la tarifa como el pésimo servicio,
puesto que la gente siente que
- paga tarifas del primer mundo por un transporte del tercero.
Parece que las aguas se mantienen calmas mientras la gente paga por lo que recibe (poco, por mala calidad), pero generan indignación cuando la ecuación se desbalancea.
- El deterioro de la calidad, allí como acá, es el resultado de
- las bajas inversiones en infraestructura que en todo caso priorizan el transporte privado.
Lo dice el propio informe de la CAF: “La infraestructura de transporte público (metro, ferrovía y carril exclusivo para autobús) por habitante crece menos que aquella relacionada a las grandes vías (expresas y arteriales)”.
La gente, entonces, como sugería un famoso modelo matemático desarrollado por el economista y geógrafo Charles Mills Tiebout,
- termina “votando con los pies” y abandonando los servicios de mala calidad.
- Lo hace con la escuela pública, lo hace con los hospitales y la seguridad también.
Así, mientras que en 1977 el transporte público absorbía
- el 45,6% de los viajes del área metropolitana de San Pablo,
veinte años después sólo contiene a
- el 36,4% de la demanda.
En Buenos Aires el voto con los pies fue incluso más drástico.
En 1972 sólo
- el 15,2% de los viajes del área metropolitana se hacían en autos particulares,
mientras que ahora
- el 50% de la gente elige las 4 ruedas.
En ese mismo lapso, los viajes en colectivo cayeron de representar
- el 54,3% a
- el 29,5% de la demanda.
Para colmo de males, el sustituto privado, que en Argentina han sido los autos, en Brasil fueron las motos; entre 1997 y 2007, la flota de motocicletas en San Pablo pasó
- de 140.000
- a  456.000,
lo que generó un lamentable aumento en el número de muertes del 110% para el mismo período.
El costo del mundial
En este contexto,
- la gente no tolera que el gobierno gaste 13.000 millones de dólares
- en la organización del mundial de fútbol del 2014.
Un aumento de apariencia poco significativa dispara una protesta que no sólo logró que el gobierno diera marcha atrás con el tarifazo, sino que amenaza con seguir creciendo y expandirse hacia otros reclamos, como el que ilustra el cántico con el que abrimos esta columna.
Las autoridades argumentan que se trata de una extraordinaria inversión y enarbolan un estudio de la prestigiosa consultora internacional Ernst & Young, que estima un impacto total (directo e indirecto) de 70.000 millones de dólares.
Sostienen además que muchas de las obras servirán también para los Juegos Olímpicos del 2016, lo que aumentará aún más los beneficios.
- Las ganancias vendrían presuntamente de una masiva afluencia turística y
- una revalorización de la marca Brasil, sumadas a
- las mejoras de productividad que la economía tendría una vez que
- los partidos hayan terminado y queden las ciudades sede con
- una notable mejora de infraestructura (buena parte de la cual sería en transporte público)
Muchos sospechan, en cambio, que esas estimaciones son muy optimistas.
Por ejemplo, un reciente estudio de la Universidad de San Pablo, la más prestigiosa de Latinoamérica, calculó que
- el gasto total por ser anfitriones del mundial, será de 18.000 millones,
- un 38% más de lo que prevé el Gobierno.
Fútbol y desarrollo
Los economistas han estudiado en numerosas oportunidades
- el impacto económico de la organización de mundiales.
Por ejemplo, Wolfgang Maennig, de la Hamburg University,
- no encontró ningún impacto significativo, en materia de crecimiento, de Alemania 2006,
al tiempo que Robert Baade and Victor Matheson llegaron a la conclusión de que
- las ciudades norteamericanas que habían sido sede del mundial de 1994
- llegaron incluso a experimentar caídas en el ingreso de sus habitantes.
Similares conclusiones obtuvo Matt Bolduc, de la publicación Equity Theme, respecto de los Juegos Olímpicos del 2012 en Londres; una vez más,
- los gastos fueron subestimados y terminaron pasando
- de 3.900 millones de libras esterlinas,
- a 24.000.
Queda entonces
- una lección de los indignados cariocas.
- El gobierno no puede pensar en el fútbol cuando
- no ha resuelto aún los principales problemas que hacen a la calidad de vida diaria.
- La gente puede votar con los pies, y
- resolver privadamente lo que el Estado no le provee.

- Pero así y todo, un día se cansan.
Martín Tetaz - El Día - La Plata - 23-Jun-2013

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