lunes, 1 de febrero de 2010

Invictus


To my dear young Friends,

Les ofrezco esta inmensa poesía que sirvió de guía a Nelson Mandela, ejemplar LEADER espiritual, social y político del pueblo africano.
Les pido que la guarden y cuando DUDEN, la recen, como una ORACIÓN LAICA para que les de fortaleza en la dura búsqueda de ser cada día mejores.
Afectuosamente
Run



Invictus

Más allá de la noche que me cubre


negra como el abismo insondable,


doy gracias a los dioses que pudieran existir


por mi ALMA INVICTA.


En las azarosas garras de las circunstancias


nunca me he lamentado ni he pestañeado.


Sometido a los golpes del destino


mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.


Más allá de este lugar de cólera y lágrimas


donde yace el Horror de la Sombra,


la amenaza de los años


me encuentra, y me econtrará, SIN MIEDO.


No importa cuán estrecho sea el portal,


cuán cargada de castigos la sentencia,


soy el AMO de mi destino:


soy el CAPITÁN de mi alma.

William Earnest Henley.
Invictus - Crítica
Es una de las películas más débiles y maniqueas que haya filmado Clint Eastwood en muchos años.
He aquí la lógica de esta película: enfrentado a la necesidad de superar los odios de un país dividido, el nuevo Presidente elige el símbolo de la minoría para convertirlo en expresión del deseo de unidad, y consigue con ello una epopeya de orgullo nacional.
No parece fácil de tragar, pero así ha traducido la cultura de los medios el primer triunfo mundial del equipo de rugby de los Springboks.
"Cuando la leyenda se convierte en un hecho, se imprime la leyenda", dice el director del periódico en el final de "Un tiro en la noche", de John Ford, después de que toda la película ha desmontado la leyenda.
En Invictus, por el contrario, Clint Eastwood la confirma, la estatuye, la convierte en un hecho. Imprime la leyenda.
En cuanto asume la Presidencia de Sudáfrica, en 1994, Nelson Mandela (Morgan Freeman) advierte que el deporte favorito de los blancos, el rugby, detestado por la oprimida mayoría negra, puede ser la clave para forzar la unidad del país.
El centro de gravedad es el equipo de los Springboks, cuyo capitán, Francois Pienaar (Matt Damon), es el perfecto ejemplar de una familia afrikaner que, junto con detestar a los negros, piensa en emigrar del país en cuanto se presente la oportunidad.
Mandela tiene conciencia de que necesita unir los polos en que está partido su país. Empieza con su propio equipo de seguridad, pero rápidamente identifica la desmoralización de los Springboks como el foco de su posible éxito, y se dedica a seducirlos y apoyarlos para el Mundial de 1995.
Es evidente que la tarea de Mandela fue mucho más grande de lo que muestra esta película. Discutir esto no es muy útil: casi toda narración artística entraña algún grado de síntesis -y de paso reducción y simplificación- de la realidad factual. Estos procedimientos están en la naturaleza del acto metafórico que es la esencia de la obra artística.
Lo que cabe discutir, sin embargo, es la extensión de la simplificación hacia los componentes propios de la obra, hacia su corazón mismo.
- Este Mandela sin matices, heroico, solitario, atiborrado de certezas, que mueve a las masas por la fuerza de su humildad;
- este Pienaar que parece no haberse enterado de la opresión a los negros, de las prisiones, del apartheid, y que despierta a esa verdad sólo porque el Presidente lo saluda;
- este equipo que bruscamente deviene patriótico, capaz de mover a los policías blancos para que abracen a los niños negros; y
- este golpe de inspiración -más cercano a la demagogia que a la política- de envolver la unidad nacional en el paquete de un equipo de rugby...
Es esto
, esta falta de ambigüedad,
- este heroísmo prefabricado,
- esta incapacidad para construir la leyenda junto con su crítica,
- de entregar el mito y al mismo tiempo las claves para evaluarlo,
lo que hace de "Invictus" una de las películas más débiles y maniqueas que haya filmado Clint Eastwood en muchos años.
Quizás es por situarse en el espacio erróneo:
- Un hombre tan concentrado en la épica individual no se mueve bien en la épica social.
Ascanio Cavallo - Revista "El Sábado" - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 6-Feb-2010
Email - 06-Feb-2010

Señor
Dn. Ascanio Cavallo
Revista "El Sábado"
Santiago de Chile
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De mi consideración,

Me dirijo respetuosamete a UD., en mi carácter de diario lector de "El Mercurio", con el objeto de hacer presente mi desagrado sobre sus opiniones referentes a las actitudes del Dr. Nelson Mandela y del Sr. Francois Pienaar como elegidos líderes de sus colectivos en el logro de fines distintos que se subliman en un fin común, que es en el fondo lo que el Director Clint Eastwood, que de eso mucho conoce, desarrolló en "Invictus".
Quienes en menor escala hemos vivido eso en "carne propia", los sentimos integralmente representados y maravillosamente expuestos.
Es evidente, que su análisis se contextualiza en una ideologizada microvisión de quienes interpretan al mundo y sus fenómenos sociales con sentimientos inversos y sin ningún tipo de vivencia similar.
Atentamente
Ruben Julio Pozzi

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