Medidos en moneda estadounidense, los precios van a aumentar este año cinco veces más que en los países vecinos.
Los economistas ven un cambio de tendencia y afirman que el modelo basado en los bajos costos en esta divisa se hará cada vez más difícil de sostener. ¿Cómo sigue, según analistas?
Los economistas ven un cambio de tendencia y afirman que el modelo basado en los bajos costos en esta divisa se hará cada vez más difícil de sostener. ¿Cómo sigue, según analistas?
Para los empresarios argentinos, la polémica sobre cuál era la inflación real siempre pasaba a un segundo plano cuando comprobaban, año a año, que a pesar de todos los problemas sus costos en dólares se movían más lentamente que en el resto de la región.
Y los turistas nostálgicos de la convertibilidad también pueden dar fe de que, a pesar de todos los incrementos de precios y de los aumentos salariales recibidos, en estos últimos años la Argentina se mantuvo más barata en dólares que sus vecinos.
Por eso, últimamente, salir a Brasil o Uruguay en el verano implicaba pagar un promedio de 20% más en diversos rubros.
Pero hay indicios de que esta situación puede estar llegando a su fin. Es que ahora la Argentina ya
- no sólo tiene una inflación alta medida en su moneda doméstica,
- sino que también empieza a tener fuertes alzas de precios medidos en divisa estadounidense.
Este año, según las proyecciones de consenso entre los economistas privados, la inflación se situará en torno de 25%, mientras que la tasa devaluatoria se ubicará entre 7 y 10%.
Esto significa que los productos y servicios argentinos tendrán en diciembre un precio entre 14 y 17% más caro en dólares.
Mientras tanto, el resto de la región parece haberse estabilizado en ese plano. Y las proyecciones indican que los países vecinos tendrán, en promedio, sólo un 3% de inflación en dólares, una cifra apenas más alta que la prevista para Estados Unidos.
A pesar de tener una inflación doméstica mucho más alta que el resto de la región, la Argentina no tuvo un comportamiento muy diferente al resto, si se mide la suba general en los precios de bienes y servicios en moneda estadounidense.
De hecho, desde la devaluación de 2002 en adelante, la variación de precios en dólares se mantuvo en el promedio, o por debajo del promedio regional. Sólo la excepción se dio en 2008, cuando todos los vecinos tuvieron fuertes devaluaciones como consecuencia de la crisis del mercado financiero global.
Y los turistas nostálgicos de la convertibilidad también pueden dar fe de que, a pesar de todos los incrementos de precios y de los aumentos salariales recibidos, en estos últimos años la Argentina se mantuvo más barata en dólares que sus vecinos.
Por eso, últimamente, salir a Brasil o Uruguay en el verano implicaba pagar un promedio de 20% más en diversos rubros.
Pero hay indicios de que esta situación puede estar llegando a su fin. Es que ahora la Argentina ya
- no sólo tiene una inflación alta medida en su moneda doméstica,
- sino que también empieza a tener fuertes alzas de precios medidos en divisa estadounidense.
Este año, según las proyecciones de consenso entre los economistas privados, la inflación se situará en torno de 25%, mientras que la tasa devaluatoria se ubicará entre 7 y 10%.
Esto significa que los productos y servicios argentinos tendrán en diciembre un precio entre 14 y 17% más caro en dólares.
Mientras tanto, el resto de la región parece haberse estabilizado en ese plano. Y las proyecciones indican que los países vecinos tendrán, en promedio, sólo un 3% de inflación en dólares, una cifra apenas más alta que la prevista para Estados Unidos.
A pesar de tener una inflación doméstica mucho más alta que el resto de la región, la Argentina no tuvo un comportamiento muy diferente al resto, si se mide la suba general en los precios de bienes y servicios en moneda estadounidense.
De hecho, desde la devaluación de 2002 en adelante, la variación de precios en dólares se mantuvo en el promedio, o por debajo del promedio regional. Sólo la excepción se dio en 2008, cuando todos los vecinos tuvieron fuertes devaluaciones como consecuencia de la crisis del mercado financiero global.
De manera que la duda que aparece en el horizonte es
- si el gran encarecimiento relativo que tendrá el país este año será apenas una situación coyuntural o
- si se trata de una tendencia firme.
En este sentido, cada vez son más los analistas que creen que, por lo menos, esta brecha entre inflación y devaluación se extenderá, como mínimo, hasta 2012.
“La apreciación real del peso argentino o, dicho en otras palabras, la inflación en dólares, se debe a una decisión de política económica, dado que el Gobierno quiere expandir la economía por el lado de la demanda, pero necesita tener alguna variable nominal, que es el precio del billete verde”, explica Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL.
Y agrega que mientras los países vecinos tienen un panorama estable en materia inflacionaria y tipo de cambio, con un encarecimiento en dólares no muy alejado de la inflación internacional, en la Argentina el escenario es muy diferente.
“Esta situación de hoy se va a calcar para el año que viene, con el agravante de que
- es posible que haya una suba general de precios mayor”, prevé Bour.Punto de inflexiónPara Ernesto Kritz, director de la consultora SEL, “parece claro que hay un giro en uno de los ejes del modelo económico, de manera que ya no se prioriza el tipo de cambio competitivo”.
“Si se mantiene la política de crecimiento del gasto público y además los salarios se van a ajustar en torno de 25%, no queda mucho más que pensar en el dólar como ancla”, afirma Kritz.
En tanto, Lucas Llach, docente de la Universidad Di Tella, tampoco tiene dudas sobre que el modelo económico se encuentra en un punto de inflexión. Y pronostica una nueva etapa de encarecimiento en dólares: “Ya para 2008 estábamos en un nivel razonable de salarios en dólares. En 2009 la devaluación volvió a reducirlos algo pero en 2010 vamos a superar el nivel de 2008". Al respecto, Llach advierte que el margen para seguir otorgando aumentos, sin generar problemas de competitividad, es cada vez menor.
Por lo pronto, ya hay algunos números que empiezan a preocupar a los empresarios. Este martes, el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, fue contundente al decir que "hoy los salarios están al mismo nivel de Brasil, por lo que si damos incrementos del orden del 25%, arriesgamos a perder competitividad." Y, en consecuencia, pidió moderación a la hora de negociar mejoras remunerativas. Hay investigaciones económicas que argumentan en la línea de lo que dice el empresario automotor. Como una investigación de SEL que marca que el nivel de los salarios medido en dólares se encareció casi un 40% entre 2007 y 2009. Y que la tendencia es a una suba mayor este año.
Pero Kritz, el director de SEL, destaca que la suba en dólares del nivel salarial no se corresponde con un incremento de la productividad. El indicador que mide el costo salarial por unidad de producto también marca un encarecimiento real: 20% en dos años.
- si el gran encarecimiento relativo que tendrá el país este año será apenas una situación coyuntural o
- si se trata de una tendencia firme.
En este sentido, cada vez son más los analistas que creen que, por lo menos, esta brecha entre inflación y devaluación se extenderá, como mínimo, hasta 2012.
“La apreciación real del peso argentino o, dicho en otras palabras, la inflación en dólares, se debe a una decisión de política económica, dado que el Gobierno quiere expandir la economía por el lado de la demanda, pero necesita tener alguna variable nominal, que es el precio del billete verde”, explica Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL.
Y agrega que mientras los países vecinos tienen un panorama estable en materia inflacionaria y tipo de cambio, con un encarecimiento en dólares no muy alejado de la inflación internacional, en la Argentina el escenario es muy diferente.
“Esta situación de hoy se va a calcar para el año que viene, con el agravante de que
- es posible que haya una suba general de precios mayor”, prevé Bour.Punto de inflexiónPara Ernesto Kritz, director de la consultora SEL, “parece claro que hay un giro en uno de los ejes del modelo económico, de manera que ya no se prioriza el tipo de cambio competitivo”.
“Si se mantiene la política de crecimiento del gasto público y además los salarios se van a ajustar en torno de 25%, no queda mucho más que pensar en el dólar como ancla”, afirma Kritz.
En tanto, Lucas Llach, docente de la Universidad Di Tella, tampoco tiene dudas sobre que el modelo económico se encuentra en un punto de inflexión. Y pronostica una nueva etapa de encarecimiento en dólares: “Ya para 2008 estábamos en un nivel razonable de salarios en dólares. En 2009 la devaluación volvió a reducirlos algo pero en 2010 vamos a superar el nivel de 2008". Al respecto, Llach advierte que el margen para seguir otorgando aumentos, sin generar problemas de competitividad, es cada vez menor.
Por lo pronto, ya hay algunos números que empiezan a preocupar a los empresarios. Este martes, el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, fue contundente al decir que "hoy los salarios están al mismo nivel de Brasil, por lo que si damos incrementos del orden del 25%, arriesgamos a perder competitividad." Y, en consecuencia, pidió moderación a la hora de negociar mejoras remunerativas. Hay investigaciones económicas que argumentan en la línea de lo que dice el empresario automotor. Como una investigación de SEL que marca que el nivel de los salarios medido en dólares se encareció casi un 40% entre 2007 y 2009. Y que la tendencia es a una suba mayor este año.
Pero Kritz, el director de SEL, destaca que la suba en dólares del nivel salarial no se corresponde con un incremento de la productividad. El indicador que mide el costo salarial por unidad de producto también marca un encarecimiento real: 20% en dos años.
Otro estudio, elaborado por el IERAL, de la Fundación Mediterránea, calcula que el dólar debería costar $4,45 en diciembre próximo sólo para no empeorar el costo laboral empresario que había a fines de 2009.
“La importancia de mantener una relación acorde entre productividad y salario en dólares se muestra evidente. Si los salarios en dólares crecen demasiado, el mercado termina ajustando por la parte real: ante cambios negativos en el contexto externo se registrarán pérdidas de empleo y cierres de fábricas que implican recursos ociosos tanto por parte del capital como del trabajo”, explica el informe del instituto que dirige Jorge Vasconcelos.
El índice de costo laboral que mide el Ieral analiza cuál es la remuneración del trabajador por cada unidad efectivamente producida. La evolución de ese indicador marca que se está en niveles de costo laboral apenas 8,5% menores a la etapa final del régimen de convertibilidad.
“La importancia de mantener una relación acorde entre productividad y salario en dólares se muestra evidente. Si los salarios en dólares crecen demasiado, el mercado termina ajustando por la parte real: ante cambios negativos en el contexto externo se registrarán pérdidas de empleo y cierres de fábricas que implican recursos ociosos tanto por parte del capital como del trabajo”, explica el informe del instituto que dirige Jorge Vasconcelos.
El índice de costo laboral que mide el Ieral analiza cuál es la remuneración del trabajador por cada unidad efectivamente producida. La evolución de ese indicador marca que se está en niveles de costo laboral apenas 8,5% menores a la etapa final del régimen de convertibilidad.
El fin del país barato
De manera que no hay dudas sobre un punto: la Argentina se encamina a ser un país más caro en dólares. Esto comprende a todos los precios de la economía, incluyendo los salarios.Al respecto, destacados analistas comparan el momento actual con los años del “uno a uno”. En este sentido, Lucas Llach considera que, aun cuando los salarios en dólares estén acercándose a los niveles que había en la época de la convertibilidad, hoy existe una diferencia fundamental, que es la posibilidad de manejar el tipo de cambio.
“Tenemos menos riesgo que a fines de los ‘90 de ir a un desempleo alto, pero más riesgo de que, al querer devaluar dentro de una economía ya inflacionaria, se intensifique la inflación”, afirma Llach.
Desde la perspectiva de los economistas que idearon el modelo basado en un tipo de cambio alto, el momento actual no sólo no es deseable sino que es un camino claramente errado.
Eduardo Curia, uno de los defensores del dólar alto, sostiene que en los próximos meses se intensificará el debate respecto de si el tipo de cambio debe ser usado como “resorte competitivo pro desarrollo” o como “ancla de la inflación”.
Y afirma que lo que viene por delante no es precisamente para festejar: “Con el tiempo, se puede perfilar un grave problema, con indicios de importaciones crecientes y de perturbaciones en la faz laboral. Aguantando el empateFinalmente, lo que aparece como duda es hasta dónde se prolongará la situación de alta inflación en dólares. Y allí es donde algunos analistas vinculan el tema con el deterioro de las cuentas fiscales.
“La cuestión es cómo se sostiene esta situación, dado que el Gobierno recauda con el comercio exterior y se financia con la inflación”, dice Bour, de FIEL, que no ve posibilidades de que en el corto plazo la inflación en dólares baje.
“En ese escenario, van a seguir reprimiendo el nivel de importaciones para que haya divisas del superávit comercial. Y cuando sobran dólares comerciales y también financieros, hay más apreciación del tipo de cambio”, agrega.
No obstante, Bour cree que, dado que en los últimos años no hubo un aumento importante de la productividad, el nivel de los precios de la economía argentina, medidos en dólares, no llegará a ubicarse muy por encima que el resto de la región.
Respecto de ese punto, Llach opina que la Argentina está cerca de un nuevo equilibrio de precios en dólares. “Si pudiéramos firmar este empate, lo firmaríamos”, grafica con jerga futbolera.
Pero advierte sobre los problemas que se van a generar a nivel interno: “La previsión sigue siendo de
- aumentos salariales a futuro, lo cual nos podría meter en el desagradable dilema de devaluar -acelerando la inflación- o
- admitir una situación de atraso cambiario”.
Lo cierto es que cada vez se necesita más dólares para llenar el changuito del supermercado.
¿Podrán los salarios subir en la misma medida?
En principio parece difícil, pero es un punto dependerá de varios factores, entre los cuales destaca la cosecha de soja.
Al menos queda un consuelo. Quienes el próximo verano viajen a Brasil, ya no encontrarán que comer en un restaurante es mucho más caro que hacerlo aquí.
“Tenemos menos riesgo que a fines de los ‘90 de ir a un desempleo alto, pero más riesgo de que, al querer devaluar dentro de una economía ya inflacionaria, se intensifique la inflación”, afirma Llach.
Desde la perspectiva de los economistas que idearon el modelo basado en un tipo de cambio alto, el momento actual no sólo no es deseable sino que es un camino claramente errado.
Eduardo Curia, uno de los defensores del dólar alto, sostiene que en los próximos meses se intensificará el debate respecto de si el tipo de cambio debe ser usado como “resorte competitivo pro desarrollo” o como “ancla de la inflación”.
Y afirma que lo que viene por delante no es precisamente para festejar: “Con el tiempo, se puede perfilar un grave problema, con indicios de importaciones crecientes y de perturbaciones en la faz laboral. Aguantando el empateFinalmente, lo que aparece como duda es hasta dónde se prolongará la situación de alta inflación en dólares. Y allí es donde algunos analistas vinculan el tema con el deterioro de las cuentas fiscales.
“La cuestión es cómo se sostiene esta situación, dado que el Gobierno recauda con el comercio exterior y se financia con la inflación”, dice Bour, de FIEL, que no ve posibilidades de que en el corto plazo la inflación en dólares baje.
“En ese escenario, van a seguir reprimiendo el nivel de importaciones para que haya divisas del superávit comercial. Y cuando sobran dólares comerciales y también financieros, hay más apreciación del tipo de cambio”, agrega.
No obstante, Bour cree que, dado que en los últimos años no hubo un aumento importante de la productividad, el nivel de los precios de la economía argentina, medidos en dólares, no llegará a ubicarse muy por encima que el resto de la región.
Respecto de ese punto, Llach opina que la Argentina está cerca de un nuevo equilibrio de precios en dólares. “Si pudiéramos firmar este empate, lo firmaríamos”, grafica con jerga futbolera.
Pero advierte sobre los problemas que se van a generar a nivel interno: “La previsión sigue siendo de
- aumentos salariales a futuro, lo cual nos podría meter en el desagradable dilema de devaluar -acelerando la inflación- o
- admitir una situación de atraso cambiario”.
Lo cierto es que cada vez se necesita más dólares para llenar el changuito del supermercado.
¿Podrán los salarios subir en la misma medida?
En principio parece difícil, pero es un punto dependerá de varios factores, entre los cuales destaca la cosecha de soja.
Al menos queda un consuelo. Quienes el próximo verano viajen a Brasil, ya no encontrarán que comer en un restaurante es mucho más caro que hacerlo aquí.
Fernando Gutiérrez - iProfesional.com - 13-Abr-2007
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