Stiglitz: Políticas de austeridad condenan a países a la debilidad
El caso de Grecia, ha criticado el premio Nobel, "ha sido una protección de los bancos europeos".
Durísima intervención la de este mediodía en las Jornadas del Cercle d'Economia en Sitges del premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz sobre
- las políticas de austeridad que han emprendido Estados Unidos y los países europeos
- para combatir la crisis económica.
En su opinión,
- condenan a estos países y sus ciudadanos a la debilidad
- al tiempo que favorecen a la banca.
Stiglitz ha comenzado asegurando que comprende las protestas que han tomado las plazas en las grandes ciudades españolas: "Estas situaciones no son sorprendentes, lo sorprendente es que la gente tardara tanto en protestar", ha afirmado después de repasar indicadores macroeconómicos como la elevada tasa de paro.
En el caso de Estados Unidos, ha destacado, el país se enfrenta por primera vez a
- la generalización del paro de largo plazo,
con millones de ciudadanos que llevan más de 99 semanas sin empleo, una situación dramática que ha llevado a siete millones de personas a perder su hogar, mientras el precio de la vivienda sigue cayendo en barrena.
En opinión del premio Nobel
- las medidas de austeridad emprendidas en occidente "parecen ser las erróneas".
De entrada, ha dicho,
- la fórmula es razonable, comprensible, pero
- el legado de la deuda y el lastre del estallido de la burbuja inmobiliaria, que antes de
la recesión copaba el 40% de la inversión, pesan de tal forma que
- a quien se acaba ayudando es a los bancos y no a la ciudadanía.
El mayor ejemplo, ha dicho Stiglitz, es el de Grecia.
-"La austeridad ha provocado una caída general, de salarios, consumo, impuestos... que
- no ha hecho sino empeorar las cosas".
En su opinión
- las secuencias de los rescates empeoran la situación:
-"Se traspasó la deuda del sector privado al Gobierno, que
- tiene que responder con un recorte que experimentan los ciudadanos".
El caso de Grecia, ha criticado, "ha sido una protección de los bancos europeos", muy endeudados, que son los acreedores del país.
- Conclusión:
-"La austeridad condenará a Estados Unidos y Europa a
- un bajo crecimiento,
- al estancamiento.
- Estaremos socavando no solo las economías sino los cimientos de nuestra sociedad".
Frente a la fórmula de los rescates, Stiglitz ha apostado por
- un fondo de solidaridad a nivel europeo o bien
- una reestructuración de la deuda de los países afectados por la crisis.
En este sentido también ha cargado contra los Bancos Centrales, que ha dicho,
- "siempre culpan a otro".
En el caso del Banco Central Europeo (BCE), ha cuestionado que
- "se preocupe solo por la inflación",
lo que lleva a prever
- una subida de los tipos de interés que provocará problemas para las exportaciones.
Según Stiglitz,
- el BCE olvida otros mandatos como el crecimiento económico.
Stiglitz sostiene que
- la actual crisis se veía a venir.
-"Existía una economía débil que la burbuja ocultaba".
Y esta debilidad
- afectó a las clases populares en lo que ha denominado "infraconsumo".
-"La franja inferior consume en proporción mayor a la superior y esto provoca debilidad",
ha dicho.
- "Esta situación no es sostenible y
- todo lo que no es sostenible no se puede sostener,
- en algún momento debía desmoronarse",
ha resumido en una frase que ha provocado la sonrisa del auditorio.
Stiglitz no ha sido menos crítico con las economías emergentes, como la China.
Sus mercados internos, ha dicho, todavía pueden explotar, pero
- no tienen capacidad para ofrecer, en el futuro, bases de recuperación.
Además, ha apuntado,
- importar sus problemas será cada vez más caro,
- con nefastas consecuencias sobre occidente.
Tampoco ha salvado organismos que sobre el papel pueden solucionar problemas, como el G20:
- "Funciona cuando se garantiza cohesión y perspectiva común, ahora es difícil".
C.BLANCHAR - LLUÍS PELLICER - El País - Madrid - 3-Jun-2011
La economía de Brasil: Sobrecalentada
Exceso de gasto fiscal complica el escenario.
El gigante de América Latina está más frágil de lo que aparenta.
Brasil tiene muchas razones para estar orgulloso.
- Una década de rápido crecimiento y
- políticas sociales progresistas
- han traído una prosperidad que cada vez es más compartida.
- La tasa de desempleo en abril, en 6,4%, tiene el récord de ser la más baja.
- El crédito está viviendo un boom ,
particularmente debido a los muchos que han dejado la pobreza y han entrado a engrosar la clase media. - Las desigualdades de ingreso, aunque aún elevadas, han caído fuertemente.
- Para la mayoría de los brasileños la vida nunca ha sido tan buena.
Ese éxito en parte se debe a la buena suerte,
- gracias al auge de las materias primas.
Pero también
- es el resultado de buenas políticas.
Un país que alguna vez fue conocido por su incompetencia macroeconómica ha mantenido una estabilidad envidiable, que no sólo
- logró navegar hábilmente en la crisis financiera de 2008
- sino también ante los recientes flujos de capital externo.
No resulta sorprendente que muchos funcionarios brasileños ahora exhiban un aire de engreimiento, a medida que argumentan que el resto del mundo tiene más que aprender de Brasil que viceversa.
El timing de tal complacencia no podría ser peor. La economía está sobrecalentada.
El gobierno se está dejando estar sobre una reforma más profunda en la agenda que es esencial
- para impulsar el crecimiento de largo plazo de Brasil y la estabilidad fiscal.
Los crecientes problemas políticos de la Presidenta Dilma Rousseff no ayudan: su jefe de gabinete, Antonio Palocci, está bajo fuego ante abultadas comisiones por consultorías.
Todo esto resulta en una advertencia:
- La economía brasileña se está encaminando hacia un problema.
- La inflación está en 6,5% y aumentando.
Está siendo impulsada (como en todas partes) por los alimentos y costos del combustible, pero el ajustado mercado laboral brasileño sugiere que fácilmente podría llegar a atrincherarse en la medida en que los trabajadores esperan mayores precios y exigen salarios más altos.
Aunque las expectativas de los expertos sobre la inflación futura se han estabilizado, la proporción de personas comunes y corrientes que esperan precios más altos ha aumentado.
Los mayores salarios en algunos sectores ahora se están encaminando hacia los dos dígitos.
Si el mercado laboral permanece boyante, lo más probable es que
- ocurra lo mismo con una inflación más crepitante y porfiada,
especialmente si -como parece probable-
- los inversionistas extranjeros eventualmente se alarman y
- el tipo de cambio se debilite.
La mejor manera de contener los riesgos de la inflación es
- a través de políticas macroeconómicas más estrictas.
El Banco Central de Brasil ha estado incrementando las tasas de interés, pero las condiciones monetarias aún son más laxas que antes de la crisis financiera en 2008, cuando el desempleo era mucho más alto.
Los brasileños temen, con razón, de que alzas más rápidas de las tasas de interés atraerán incluso más capital extranjero. Seducidos por las tasas más altas, los inversionistas se han apilado en torno al país, llevando la moneda a una apreciación que genera un tipo de cambio sobrevalorado, a pesar de haber desplegado un arsenal de impuestos diseñado para disuadirlos.
Los funcionarios brasileños están en lo correcto al preocuparse sobre el impacto de los flujos de capital, pero sus énfasis sobre el control y temor de alzas de tasas los han distraído de una herramienta más potente: una política fiscal más restrictiva.
El gobierno de Rousseff se jacta de su recorte fiscal. Gracias a mayores ingresos y a una caída en el gasto de inversión, el balance fiscal primario (que excluye el pago de intereses) está en camino de lograr un superávit de casi 3% del PIB. Pero eso no es suficientemente agresivo.
- Para desalentar el crecimiento de la demanda agregada y reducir las tasas de interés reales, - el gobierno necesita una consolidación fiscal aún más ambiciosa.
Con la economía creciendo fuertemente, el presupuesto total (incluyendo el pago de intereses) debería estar en superávit, especialmente si el gobierno tiene la expectativa de un nuevo estímulo fiscal cuando llegue la próxima recesión.
Peor aún, las ganancias actuales están viniendo de las fuentes equivocadas.
- Más que reducir la inversión,
- el Estado debería comprimir sus transferencias.
Bajo las reglas actuales, el salario mínimo en Brasil se incrementará 7,5% en términos reales el próximo año, a un alto costo fiscal, dado que los pagos en pensiones están ligados al salario mínimo.
Una política fiscal más restrictiva es la mejor defensa en contra de los problemas económicos de corto plazo. Una revisión del gobierno es también la ruta para impulsar el crecimiento de largo plazo.
- Un Estado más ajustado mejoraría
- el crecimiento de la productividad como también l
- a tasas de ahorro de Brasil y las tasas de inversión.
Una reforma al sistema de pensiones se necesita con urgencia en un país que está envejeciendo rápidamente, con pensiones absurdamente generosas y en donde la edad promedio de retiro de las mujeres llega a los 51 años.
Así, también, se necesita
- una reforma de un sistema tributario que es endiabladamente complicado y distorsionador.
Todas estas reformas son difíciles, y hay tentación de postergarlas.
Pero sin éstas, la historia más exitosa de América Latina empezará a lucir menos glamorosa.
El país se está distrayendo de lo que debería ser su herramienta más potente:
- una política fiscal más restrictiva.
The Economist - El Mercurio - Sgo. de Chile - 3-Jun-2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario