sábado, 21 de febrero de 2009

Lecciones de la crisis

El presidente del FMI pronostica que, medido a paridad de poder de compra (PPP), el crecimiento mundial sería de 0% (cero por ciento) en 2009, lo que implica una nueva revisión a la baja en relación con las cifras proyectadas en enero.
El PIB de las economías industrializadas caería por sobre 2% (dos por ciento), también el peor año en la posguerra, en tanto que el mundo emergente crecería en algo más de 3% (tres por ciento).
Medido a tipos de cambio de mercado -donde las ponderaciones de China e India son más bajas-, el mundo tendría un crecimiento negativo. América Latina también está sintiendo los rigores de la crisis, al igual que Chile, donde las estimaciones de crecimiento de mercado siguen reduciéndose.
Quizás la primera lección de esta crisis apunta a lo difícil que es predecir estos eventos. Más allá de unos pocos que llamaron la atención sobre ciertos problemas en el endeudamiento de diversos sectores, en rigor esta crisis no se anticipó.
El mundo había vivido un largo período de crecimiento y estabilidad, y se presumió que eso podía durar por mucho más tiempo. Se escribieron sesudos análisis sobre la suavización del ciclo económico y cómo las nuevas tecnologías y herramientas de política podían ayudar a reducir las fluctuaciones en la economía.
Lo que realmente ha sucedido en estos meses hará repensar todo este discurso e implica un doloroso recordatorio de que aún hay mucho que aprender sobre el funcionamiento de la economía.
Otra lección importante, quizás la más discutida en este período, es la relativa al sistema financiero. Éste, si bien clave en el buen funcionamiento de las economías, puede producir mucho daño si no se regula y supervisa adecuadamente. Ya la historia había mostrado que las crisis con sectores financieros frágiles son más largas y profundas que aquellas donde este sector resiste en mejor pie. La actual tiene su origen en el sistema financiero, lo que la hace particularmente compleja y de efectos potencialmente muy altos.
En este contexto, resulta especialmente inquietante que las autoridades encargadas de velar por el buen funcionamiento de este mercado en los países industrializados se hayan dejado estar frente a desarrollos que implicaban crecientes y cada vez más riesgosos niveles de endeudamiento. A estas alturas, es evidente que en muchos casos no se actuó simplemente porque no se entendía qué significaban los nuevos desarrollos financieros.
Y cabe notar que lo anterior se produjo en los países desarrollados, en los que, supuestamente, esto funcionaba mejor.
Otro elemento importante que fue ignorado se refiere al precio de los activos y, en particular, de las viviendas. El alza en estos precios indujo a un mayor endeudamiento que creó un círculo vicioso. Las autoridades monetarias simplemente ignoraron tal círculo y, más aún, lo alentaron por la vía de una política monetaria expansiva. A este respecto también cabe destacar que en EE.UU. la autoridad política comparte la culpa, en cuanto promovió los créditos de las agencias semiestatales a deudores de dudosa calidad.
Al comienzo de esta crisis se habló mucho de que el mundo emergente estaba blindado contra ella. Se usó el término "desacople" para indicar que los países en vías de desarrollo, liderados por China, serían afectados sólo marginalmente por la situación en el mundo desarrollado. Al poco tiempo quedó en claro que eso no era más que una ilusión. En un mundo global aumentan las posibilidades de diversificación, por una parte, pero también se hacen más fuertes las interrelaciones entre los eventos.


Las políticas para enfrentarla
La gran lección de la Gran Depresión fue que no se puede dejar que el sistema financiero se desmorone y que, con ello, se corte el crédito a los distintos sectores de la economía.
Por eso, las autoridades económicas de todo el mundo han estado activas, con políticas monetarias y crediticias expansivas, tratando de reactivar a un sector que está paralizado debido a su fuerte crisis.
Por eso mismo, se acepta ampliamente que la quiebra de Lehman Brothers en septiembre pasado fue un error, que paralizó por completo al sistema financiero y profundizó una situación que ya era grave. Asimismo, no se entiende por qué el plan inicial de la administración anterior -sanear la situación de las entidades bancarias- se echó atrás.
Afortunadamente, la nueva administración retomó las riendas en esta materia, aunque aún con muchos titubeos. Aquí es importante, además, que los rescates sean bien diseñados. Entre otros aspectos, esto implica que no se rescate a los dueños de las entidades que fueron irresponsables, sino que se mantenga funcionando a dichas entidades, pero cambiando su propiedad.
También se ha usado fuertemente la política fiscal, bajo la premisa de que se debe contrarrestar con demanda del sector público la menor demanda del sector privado. Es razonable usarla como herramienta contracíclica en las actuales circunstancias. No obstante, al respecto deben considerarse dos elementos:
- lo óptimo es gastar en actividades que impliquen aumentos de productividad y, por eso mismo, mayor crecimiento futuro.
- Y, en segundo lugar, la expansión fiscal no debe poner en riesgo la estabilidad de las cuentas públicas.
Ello sería, simplemente, traspasar el problema al futuro.

Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 21-Feb-2009

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