La revolución que el co-fundador de Apple provocó recién está comenzando.
Cuando se trataba de hacer un espectáculo, ningún otro en la industria de la computación, o para el caso en cualquier otra, podía igualar a Steve Jobs.
Sus lanzamientos de productos, en los que estaba de pie en un escenario negro y donde hacía aparecer un "increíble" nuevo gadget electrónico frente a un público asombrado, fueron las actuaciones de
- un maestro del espectáculo.
Lo que todos los computadores hacen es buscar números aleatoriamente, explicó una vez, pero lo hacen increíblemente rápido y "los resultados parecen ser mágicos".
Jobs, quien murió esta semana a los 56 años de edad, pasó su vida
- empaquetando la magia en productos de elegante diseño y fáciles de usar.
La reacción a su muerte, con personas dejando flores y velas a las afueras de las tiendas de Apple, y el tarareo en internet con tributos de los políticos, es prueba de que
- Jobs se había convertido en algo mucho más importante que un inteligente generador
de dinero.
Se erigió en tres formas:
- como un experto en tecnología,
- como un líder corporativo y
- como alguien que fue capaz de hacer que la gente amara lo que antes habían sido aparatos
impersonales y funcionales.
Extrañamente, es esta última cualidad
- la que puede haber tenido el efecto más profundo en la vida de las personas.
La era de la tecnología personal, en muchos aspectos, está recién comenzando. Como experto en tecnología, Jobs fue diferente, porque él no era ingeniero, y esa era su gran fuerza.
En cambio, estaba obsesionado con
- el diseño del producto y la estética, y
- la fabricación de tecnología avanzada fácil de usar.
En repetidas ocasiones tomaba una idea ya existente, pero a medio camino -el reproductor de música digital, el teléfono inteligente y el computador tipo tableta, entre otros-
- le mostró al resto de la industria cómo hacerlo correctamente.
Las empresas rivales trataron de seguir lo que él dejó. Durante el proceso provocó trastornos en la informática, la música, las telecomunicaciones y los nuevos negocios, algo que
- fue doloroso para las firmas incompetentes, pero
- muy bienvenido para millones de consumidores.
Dentro del amplio mundo empresarial, era un hombre al que le gustaba verse a sí mismo como un hippie , en permanente rebelión en contra de las grandes empresas, pero terminó
- siendo venerado por muchos de los gigantes corporativos como
- uno de los más grandes jefes ejecutivos de su tiempo.
Eso se debió, en parte, a
- sus talentos para el espectáculo,
- la visión estratégica,
- una impresionante atención con los detalles y
- un estilo de gestión dictatorial que muchos jefes habrían envidiado.
Pero por sobre todo,
- fue la extraordinaria trayectoria de su vida.
Su caída en desgracia en la década de 1980, seguido por su regreso a Apple en 1996 después de un período de ostracismo, constituyen
- una inspiración para cualquier hombre de negocios cuya carrera ha dado un giro para mal.
La forma en que Jobs revivió la debilitada empresa que había co-fundado y que convirtió en la mayor firma tecnológica del mundo -incluso más grande que la Microsoft de Bill Gates, la compañía que derrotó a Apple de manera dramática en la década de los 80- suena como una película de Hollywood, la cual, sin duda, pronto lo será.
Pero quizás lo más sorprendente de Jobs fue
- la lealtad fanática que logró inspirar en los clientes.
- ¿Qué otra marca de tecnología ha visto usted como pegatina en un parabisas?
Muchos usuarios de Apple se sienten parte de una comunidad, con Jobs como su líder.
Y de hecho había un vínculo personal. Los productos de Apple fueron diseñados de acuerdo con los gustos de su jefe y para cumplir con sus estándares obsesivamente altos.
Cada iPhone o MacBook tiene sus huellas digitales por todas partes. Su gran logro fue
- combinar una chispa emocional con la tecnología informática,
y hacer que
- el producto final resultara con un toque personal.
Y eso es lo que puso a Jobs en el lado correcto de la historia, a medida que el epicentro de la innovación tecnológica se movió en la última década hacia el consumidor electrónico.
Un mundo sin Jobs
La innovación solía propagarase
- desde los laboratorios militares y corporativos hacia el mercado del consumidor,
- pero últimamente este proceso ha ido en reversa.
En muchos hogares, las personas cuentan ahora con dispositivos más potentes y flexibles que en sus oficinas; los aparatos de consumo y servicios en línea son más inteligentes y fáciles de usar que la mayoría de los sistemas de las empresas.
Los productos de consumo familiar están siendo adoptados por las empresas, los gobiernos y las fuerzas armadas.
Las empresas están empleando en casa versiones de Facebook y están creando sus propias "tiendas de aplicaciones" para ofrecer software a teléfonos inteligentes de sus empleados.
Los médicos utilizan los computadores tipo tableta para su trabajo en los hospitales. Mientras tanto, el número de consumidores ávidos por este tipo de gadgets continúa creciendo.
Los productos de Apple ahora están entrando en Delhi y Dalian tanto como en Dublín y Dallas.
Jobs tenía una reputación como un obseso del control, y sus críticos se quejaron de que
- los productos y sistemas que diseñó eran cerrados e inflexibles,
- en nombre de una mayor facilidad de uso.
Sin embargo, también
- empoderó a millones de personas, dándoles acceso a tecnología de punta.
Su insistencia en colocar a los usuarios en primer lugar, y centrándose en la elegancia y la simplicidad, ha pasado a ser algo profundamente arraigado en su propia compañía, y también se está extendiendo a las empresas rivales.
Ya no sólo en Apple los diseñadores se preguntan "¿qué haría Steve Jobs?".
La brecha entre Apple y otras empresas de alta tecnología probablemente se estrechará.
El anuncio esta semana de un nuevo iPhone por parte de un equipo dirigido por Tim Cook, quien en agosto reemplazó a Jobs como presidente ejecutivo, generalmente fue considerado como
- competente, pero sin inspiración.
- Sin Jobs para esparcir su polvo de estrellas en el evento,
- se sintió más bien como otro lanzamiento de cualquier empresa de tecnología.
The Economist - El Mercurio - Sgo. de Chile - 7-Oct-2011
La parábola de Steve Jobs
EN octubre de 2003, al recientemente fallecido Steve Jobs se le diagnosticó un cáncer de páncreas. Se trataba de una rara variedad de cáncer en ese órgano, con muy buen pronóstico si se extirpaba quirúrgicamente.
Sin embargo, en un primer momento Jobs decidió no operarse. Optó, en cambio, por recurrir a un remedio alternativo -una alimentación especial-, confiando en que esa dieta le acabaría curando el cáncer o, cuando menos, le permitiría mantenerlo controlado mientras buscaba otros tratamientos alternativos.
La ciencia médica, sin embargo, es concluyente al respecto: en ese tipo de tumores, solo la cirugía ofrecía y ofrece posibilidades de curación.
Finalmente, en julio de 2004, nueve meses después del diagnóstico, aceptó ser operado, y tras la operación anunció que había superado con éxito una enfermedad que lo había llevado al borde de la muerte. Como sabemos, Steve Jobs ha estado enfermo durante los últimos años y, seguramente, la causa de su muerte tiene su origen en aquel cáncer.
¿Fue su negativa a ser operado la causa del posterior empeoramiento de su estado de salud y, en última instancia, de su muerte?
No lo sé y quizás no se pueda saber con certeza. Pero con independencia de si fue así o no, lo que está claro es que su actitud fue un error y, en apariencia, del todo contradictorio con el espíritu crítico e inteligencia que se le supone a una persona como él.
Pero, ¿son realmente tan contradictorias una cosa y la otra?
El pasado día 4, la doctora Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto, ofreció una interesante conferencia en el marco de los Coloquios escépticos que organiza la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
La doctora Matute explicó los mecanismos mentales que hacen que las personas crean en la eficacia de las llamadas "terapias alternativas". La diferencia entre las "terapias alternativas" y la medicina es tan sencilla, y a la vez tan importante, como que esta ha demostrado su eficacia en muchas -cada vez más- enfermedades, mientras que las prácticas alternativas no la han demostrado más allá de lo que pueda atribuirse al efecto placebo.
Para muchas personas que se califican a sí mismas como "escépticas", quienes optan por terapias "alternativas" o tienen creencias contradictorias con el conocimiento basado en la evidencia científica, adolecen de falta de inteligencia.
Y, sin embargo, tal y como nos mostró la doctora Matute, personas de probada inteligencia pueden estar convencidas de que las terapias alternativas son tan eficaces o más que la medicina. Utilizó, para ello, un símil muy sencillo: nos enseñó la frase "tonto el que lo lea" reproducida innumerables veces en una imagen, y nos preguntó si nos considerábamos tontos porque, evidentemente, todos la habíamos leído.
Lo que nos quiso transmitir con ese símil es que, con independencia de lo inteligente que se sea, nuestra mente funciona de manera que es relativamente fácil incurrir en determinados errores.
Son errores -denominados "sesgos cognitivos"- que cometemos porque tienen su origen en formas de pensamiento que han sido valiosas en el pasado de la especie humana -ya que permitieron a nuestros antepasados sobrevivir y perpetuarse- y que no hemos abandonado.
Siendo una persona de gran inteligencia y visión, Steve Jobs también confió en una práctica irracional para hacer frente a su enfermedad.
Y con independencia de si esa confianza acabó siendo la causa de su muerte o no, no por ello ha dejado de ser una persona de gran visión e inteligencia, una de las más brillantes de las que hemos tenido noticia en nuestro tiempo.
Juan Ignacio Pérez - DEIA - Bilbao - 7-Oct-2011
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