lunes, 20 de enero de 2014

La sorpresa de Hollande


Restablecer la economía francesa es la condición previa para volver a tratar de tú a tú a Alemania
 
Todos aquellos franceses —y son muchos— que habían condenado a François Hollande considerando que ya había fracasado, tendrán que revisar su veredicto:
- el presidente galo ha sorprendido a propios y extraños durante una rueda de prensa que,
- para Francia, ha sido un acontecimiento político capital.
Hasta ahora, François Hollande, pese a unos avances reales —especialmente
- la reforma del mercado laboral,
- la nueva reforma de las pensiones y
- el anuncio de una seguridad social del empleo a través de
  - la reforma de la formación profesional—,
- disgustaba a todo el mundo.
Sobre todo, a causa de una política fiscal particularmente dura, que afecta tanto a los hogares como a las empresas.
Con un índice de popularidad en su nivel más bajo (22% de confianza), se le atribuía cierta indolencia, como si se limitase a esperar un retorno automático del crecimiento.
Sin embargo,
- el programa que ha anunciado es todo menos una estrategia de espera. Por el contrario,
- consiste en coger por los cuernos tres grandes dificultades francesas y
- en poner los medios para superarlas.
La primera es el déficit de competitividad,
- que se traduce en un considerable déficit exterior y
- en unos márgenes financieros para las empresas históricamente bajos.
El pacto que propone François Hollande a las empresas es simple:
- a cambio de una fuerte reducción del coste del trabajo,
- a través de la disminución de cargas, se les pide que
- inviertan y contraten, que creen empleo.
El presidente francés se comprometió hace mucho tiempo con la reducción del desempleo y sabe que
- solo recuperará la confianza de la opinión pública si
- obtiene un resultado significativo en este frente.
Para conseguirlo, François Hollande vuelve a entroncar con el socialismo de gobierno que practicaron, en tiempos de François Mitterrand, Pierre Mauroy, Pierre Bérégovoy y Michel Rocard.
Se suma así a otros socialistas europeos que comprendieron hace mucho que,
- sin empresas en buena salud, un país está condenado al declive.
Al mismo tiempo, François Hollande
- tropieza con la tradición de buena parte de la izquierda francesa,
- muy presente entre los diputados socialistas, que
- sigue fascinada por la extrema izquierda y sus posiciones demagógicas.
Esta izquierda rechaza la anunciada reducción del gasto público y,
- confundiendo a los ricos, a los que habría que hacer pagar, y a los empresarios,
- ha provocado un divorcio con los patronos que François Hollande intenta reparar.
El presidente también ha cogido a contrapié a los grandes cargos electos locales, casi todos socialistas, al prometer una redefinición del mapa del territorio, lo que vendría a significar
- una reducción del número de regiones y departamentos.
- La estructura administrativa francesa ha adquirido, en efecto,
- una infinita complejidad que la hace ineficaz y onerosa.
También en este caso se trata de ir en contra de la tradición de la izquierda, que, en cambio, acostumbraba a aumentar las estructuras existentes más que a simplificarlas y a reducir el gasto.
Si François Hollande pone en marcha todas estas medidas, a priori contrarias a sus intereses políticos inmediatos,
- es porque ha evaluado la realidad del debilitamiento del país y
- lo que este puede costarle en la escena internacional.
Desde este punto de vista,
- restablecer la economía francesa es la condición previa para
- quien pretende volver a tratar de tú a tú a Alemania y
- asumir su papel de copríncipe de Europa.
François Hollande quiere por tanto zarandear a su propio país y aprovechar la oportunidad creada por el gobierno de gran coalición en Alemania. Se trata de
- reactivar vigorosamente la pareja francoalemana,
- no solo abogando por una real convergencia económica y fiscal entre ambos países,
- sino añadiendo también la energía y... ¡la defensa!
De tal modo que seguramente no tardemos en descubrir con sorpresa que próximamente
- habrá soldados alemanes desplegados en Malí para permitir que
- Francia reduzca sus efectivos en ese país.
Sobre el papel, tal y como ha sido expuesta, esta hoja de ruta va en la buena dirección.
Al menos si nos situamos, no desde el punto de vista de los partidos de derecha o izquierda,
- sino desde el de la recuperación del país.
Ahora falta saber si François Hollande
- pondrá tanta determinación y claridad en su aplicación como
- firmeza ha puesto a la hora de exponerla.
- A decir verdad, seguramente su impopularidad lo ha ayudado:

- ya no tenía nada que perder.
Jean-Marie Colombanie - El País - Madrid - 20-Ene-2014

No hay comentarios: