jueves, 3 de junio de 2010

¿Complicidad o connivencia?

- Al tratar a Israel como a un no Estado, los políticos de EE.UU. son cómplices de las acciones israelíes.
- Quienes apoyan a Israel actúan como si no debiera ser tratado como un Estado y juzgado según las leyes.


Para entender el ataque israelí al convoy marítimo que se dirigía a Gaza, es menester recordar 3 acontecimientos que, a mi juicio, han condicionado la perspectiva de Israel sobre lo que Thomas Jefferson llamó
- "justo y adecuado respeto a las opiniones de la humanidad".
Los sucesivos gobiernos estadounidenses han presentado literalmente
la otra mejilla no sólo sobre asuntos en que las acciones israelíes han sido criticadas, sino también en su clase de respuesta a ataques directos contra Estados Unidos.
Cabe recordar tan sólo tres casos para comprobar cómo han podido influir en lo que Israel esperaba de una respuesta de Estados Unidos a esta última acción por parte de Israel.
La primera piedra de toque ilustrativa de la determinación estadounidense de proteger a su personal e instalaciones en el mundo se produjo con el caso Lavon (operación Susana), en 1954.
Agentes de los servicios de inteligencia israelí, Mosad, incendiaron unas dependencias estadounidenses en Alejandría a fin de agriar las relaciones estadounidense-egipcias (el gobierno israelí condecoró a los atacantes en el 2005). El asunto se silenció rápidamente.
El segundo caso, mucho más grave, fue el intento de las fuerzas armadas israelíes (Armada, Fuerza Aérea y comandos especiales terrestres) en 1967 de hundir el buque estadounidense "Liberty", incidente que se saldó con víctimas en la tripulación y graves daños materiales.
Lo sucedido fue lo siguiente: el gobierno estadounidense, preocupado por el aumento de la presencia militar soviética en Egipto, envió el buque de investigación técnica Liberty,así como varios aparatos C-130 de la Fuerza Aérea y un avión EC-121M, para vigilar las comunicaciones radiofónicas en el Mediterráneo oriental.
Basándose sobre todo en informes de la agencia nacional de seguridad estadounidense (NSA), completados por otros de la CIA y el Departamento de Defensa estadounidense, además de documentación de los gobiernos estadounidense e israelí, el periodista y escritor James Bamford, apoyado en un sólido trabajo de investigación de alta calidad, relata los hechos en su libro "Body of secrets" (Doubleday, Nueva York, 2001). Tras atacar a las fuerzas egipcias en el Sinaí, Israel hizo prisioneros a gran número de soldados egipcios. En el sector de El Arish, a sólo una veintena de kilómetros del "Liberty", las fuerzas israelíes empezaron a matar a sus prisioneros, con las manos atadas a la espalda, situación que contó con cobertura radiofónica.
Como dijo Bamford en su libro, "el Liberty había entrado en su infierno particular". Los soldados egipcios no fueron las únicas víctimas: un convoy de fuerzas indias de pacificación de la ONU fue atacado y parte de la tropa murió, mientras que los cuarteles generales de la ONU en Gaza eran acribillados por carros de combate israelíes.
Bamford cita en su trabajo pruebas fehacientes aportadas por el historiador militar israelí Aryeh Yitzhaki. Luego, otras fuentes confirmaron los hechos.
Bamford considera que los israelíes temían que el "Liberty" hubiera interceptado pruebas de tales hechos y decidieron destruirlas hundiendo el buque. Los israelíes, en primer lugar, vigilaron al Liberty durante la mañana del 8 de junio desde un avión.
El buque fue identificado en el centro de mando naval israelí no sólo por los libros de referencia, sino por las grandes letras del nombre pintadas en el casco del buque y un gran pabellón estadounidense en su mástil. El Liberty siguió bajo vigilancia toda la mañana y fue rodeado un total de trece veces, según el oficial de cubierta. Era el único barco en la zona.
A las doce y cinco minutos de la tarde, lo atacaron tres lanchas torpederas y varios cazas Mirage IIIC: en la primera pasada, mataron a varios miembros de la tripulación y destruyeron casi por completo el equipo de radio del buque.
No obstante, el buque pudo aún transmitir una llamada de socorro a la Sexta Flota estadounidense. Un avión de vigilancia estadounidense registró un diálogo de un piloto israelí que decía:
"¡Fantástico, magnífico! Está ardiendo".
El control de tierra preguntó: "Menachem, ¿lo has jodido bien?". Un examen posterior reveló que el casco del buque registraba un total de 821 impactos, un resultado que pudo exigir la acción de una escuadrilla de una quincena de cazas.
Y así comenzó la matanza, con bombas de napalm y explosivos de alrededor de 500 kilos. El capitán del Liberty logró izar la mayor bandera estadounidense del buque, justo antes de los disparos de las lanchas torpederas (por suerte, sólo un torpedo dio en el blanco).
Los barcos y aviones atacantes destruyeron a continuación los botes salvavidas del Liberty incluidos los que ya habían sido bajados a la superficie del mar. Como dijo después un marinero, "intentaron que no hubiera supervivientes del ataque".
Y otro declaró: "Sabíamos que si saltábamos por la borda, esa gente nos dispararía en el agua". A las tres y veintiocho minutos de la tarde (hora local), los portaaviones estadounidenses Saratoga y America y el director del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense,
Walt Rostov, notificaron el ataque al presidente Johnson.
Según relata Bamford, "según los documentos clasificados top secret/ umbra de la NSA (clasificación superior a la de top secret),se informó al subdirector de la agencia, Louis Tordella, de que algunos funcionarios de alto rango en Washington querían, por encima de todo, evitar a Israel la situación incómoda de que hubiera sopesado (proceder al hundimiento del Liberty) para que los periodistas no pudieran fotografiarlo, con el consiguiente escándalo de la opinión pública contra los israelíes".
Entre tanto, el agregado naval estadounidense en Tel Aviv fue convocado por el mando israelí para comunicarle que Israel había atacado el Liberty por error.
"Poco después -afirmó Bamford en su libro-, el Pentágono ordenó un veto informativo absoluto sobre el asunto".
A las cinco y veintinueve de la tarde, mientras el presidente Johnson se reunía con la junta de jefes de Estado Mayor, el Liberty seguía ardiendo, hundiéndose sin ayuda, con sus muertos, moribundos y heridos en cubierta.
En aquellos instantes, ya habían muerto 32 miembros de la tripulación y otros dos morirían poco después; otros 171 estaban heridos.
El capitán William McGonagle logró sacar el buque mar adentro. Más de 16 horas después, cerca de Creta, llegaron dos destructores estadounidenses. Cuando el buque llegó a Malta, el 14 de junio, "se impuso - dijo Bamford-un apagón informativo".
"Se amenazó a los tripulantes con juicios militares y penas de cárcel si decían a alguien una sola palabra sobre los hechos, incluida su familia y compañeros de tripulación", añade.
A menos que se haya retirado, figura una prueba gráfica de tales acontecimientos en una serie de seis partes en YouTube, "The loss of Liberty".
Dos años después del ataque, cuando los miembros de la tripulación contaron con asesoramiento legal, Israel pagó 20.000 dólares a cada herido y 100.000 dólares a cada familia de un tripulante muerto.
El capitán del buque fue condecorado con la medalla al Honor del Congreso, pero el presidente Johnson no estuvo presente en su imposición ni autorizó que el acto se desarrollara como de costumbre en la Casa Blanca.
La medalla se impuso más o menos en secreto a McGonagle en el Navy Yard, en Washington. Aparte del drama y el dolor, ¿qué importancia revisten tales hechos a largo plazo?
Si yo fuera un estratega político israelí - como he sido un estratega político estadounidense-,pasaría por alto todas las futuras protestas y advertencias estadounidenses.
Salta a la vista que los primeros ministros israelíes no han olvidado este mensaje.
Posteriormente se produjo otro episodio. Jonathan Pollard es un estadounidense de confesión judía empleado por los servicios de inteligencia israelíes, como reconoció el gobierno israelí el 11 de mayo de 1998, para sustraer y pasarle documentos.
Cuando se enteró de que estaba a punto de ser detenido por el FBI, se refugió en la embajada israelí. Nunca fue juzgado, optó por declararse culpable e ir a la cárcel. Supuestamente, los documentos que Pollard transmitió a Israel contenían
- información sobre agentes estadounidenses que trabajaban en la URSS, así como
- sobre los medios de que podría valerse Estados Unidos para detectar los submarinos soviéticos dotados de misiles dirigidos contra este último país.
Supuestamente, Israel trató entonces de intercambiar esta información con la URSS soviética en contraprestación con una especial consideración a los judíos.
El resultado fue que
- las "bazas" de la CIA desaparecieron del mapa, cabe suponer que liquidadas, y
- los rusos pudieron reorganizar su flota de submarinos.
Fue, en efecto, como un nuevo pase de película de la famosa trayectoria de espionaje de Kim Philby. De hecho, probablemente lo que obtuvieron los israelíes con las sustracciones de Pollard resultó más dañino para la seguridad estadounidense que lo que había hecho.
Los israelíes, evidentemente, se consideran legitimados en sus actos. Quienes les apoyan actúan como si Israel no debiera ser tratado como un Estado y juzgado según las leyes y normas por las que se juzgan recíprocamente los países independientes.
En la actualidad, sin embargo, hay un importante y creciente número de israelíes y de judíos residentes en otros países - y de no judíos- que cuestionan, al menos, la forma de sus acciones.
Y deberían preguntar con justicia - sin ser acusados de antisemitismo
- cuál habría sido la reacción estadounidense ante alguno de los tres casos que he mencionado
- si los atacantes hubieran pertenecido a otra nacionalidad.
En caso de que la aviación egipcia hubiera atacado al Liberty, la aviación estadounidense a bordo de los portaaviones tenía órdenes de atacarla. E, indudablemente, de ser Pollard un musulmán, sobre todo con barba, ¿se le habría tratado tan suavemente? Es menos importante, sin embargo, la reacción ante tales hechos que su presunto efecto sobre el gobierno israelí:
- si el gobierno estadounidense no reaccionó al ataque contra sus instalaciones e, incluso, sus buques
- en los que resultaron muertos y heridos oficiales y marineros-y
- no protesta ante el dañino y letal espionaje israelí y de implicaciones potencialmente bélicas,
- ¿por qué Israel iba a prestar la más mínima atención a una amonestación en cuestiones de menor rango?
- Creo que hoy ya estamos escuchando la respuesta. En conclusión, al tratar a Israel como a un no Estado,
situado de hecho por encima de las leyes y normas que gobiernan el comportamiento internacional - una especie de antisemitismo a la inversa-, los políticos estadounidenses son cómplices - considero que es justo afirmarlo-de las acciones israelíes.
- Al tratar a Israel como si no fuera obligado a prestar el "justo y adecuado respeto a las opiniones de la humanidad",
- los gobiernos estadounidenses, con la activa connivencia del gobierno israelí y del lobby sionista,
- están creando las condiciones oportunas para acarrearle a Israel un gran fracaso.

William R. Polk - Ex Dpto de Estado de USA - "La Vanguardia" - Barcelona - 2-Jun-2010


La Flotilla del "fanatismo"
HACE algo más de una semana el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, declaró que «los palestinos están secuestrados por Irán».

Esta frase, más propia de un dirigente de la derecha israelí, reflejaba su amargura por el rechazo de Hamás, la versión palestina del grupo islamista Hermanos Musulmanes, a participar en las elecciones locales previstas para el mes de julio.
Hamás no quiere legitimar con su participación unos comicios dirigidos a restablecer las instituciones palestinas, cara a una negociación con Israel avalada por un buen número de estados árabes. Bien al contrario, su plan pasa por capitalizar la actividad política al tiempo que arrincona unas instituciones que responden a una estrategia que les resulta ajena.
Junto con el régimen iraní y la organización libanesa Hizboláh, Hamás trata de dar un vuelco a la situación política en la región, poniendo fin
- a cualquier proceso político o diplomático que tenga como objetivo el reconocimiento de Israel y
- acabando con la hegemonía de fuerzas de carácter nacionalista,
- a su juicio la causa de la decadencia en la que se encuentran en la actualidad dichos estados árabes.
Aunque Hamás es una organización suní y tanto Hizboláh como el régimen iraní son chiíes, se ha establecido entre ellos un sólido vínculo a partir de su militancia islamista y de la constatación de unos objetivos comunes. Ese vínculo ha dado paso a una estrecha colaboración operativa, en la que
- Irán proporciona armamento mientras
- Hizboláh, una organización creada en su día por la embajada de Irán en Líbano, se ocupa
- del adiestramiento de las milicias islamistas palestinas en el combate,
- de la fabricación y uso del nuevo armamento y
- de la formación de los cuadros en las nuevas técnicas de propaganda.
Hamás ha ido saliendo del ámbito de los países del Golfo, de donde procede la ayuda económica que los mantiene en pie, para incorporarse al círculo de aliados de Irán, el rival de Arabia Saudí en el liderazgo del Islam.
En este juego de equilibrios Turquía ha optado por tratar de establecer un puente con Irán, ofreciéndose a una pantomima diplomática por la que parte del uranio iraní sería enriquecido en ese país y devuelto con el grado de enriquecimiento necesario para ser utilizado con fines pacíficos pero no militares.
Una oferta que tiene como objetivo real proporcionar a países como China y Rusia argumentos para impedir que el Consejo de Seguridad apruebe nuevas sanciones contra Irán, al tiempo que permite al antiguo Califato ganar influencia en la región.
Este es el marco que da sentido a la «Flotilla de la Libertad», que
- en ningún momento fue una iniciativa humanitaria
- sino una operación dirigida
- a dotar a Hamás y a la situación de Gaza de más visibilidad;
- a bloquear el proceso de reconstrucción política palestina tras el conato de guerra

civil entre islamistas y nacionalistas;
- a fortalecer el papel de Irán en la gestión de la crisis y
- a permitir que Turquía gane presencia tras años de ausencia como consecuencia del

fin del Imperio y
de su opción por una modernización en clave occidentalizadora.
Quien justifique, ampare o disculpe tal iniciativa debe ser consciente de a qué está jugando, no llamarse a engaño ni engañar a los demás con argumentos humanitarios.
- Israel tiene derecho a establecer un bloqueo naval sobre un territorio que no es un estado, sino parte de un pre-estado, cuyos dirigentes -destacados miembros de Hamás-
- se han declarado en rebeldía contra las instituciones reconocidas internacionalmente -la Autoridad Palestina-,
- rechazan la existencia del estado de Israel y
- reciben armamento y entrenamiento de Irán y sus aliados para mantener una continua presión bélica.
- Si unos barcos tratan de romper ese bloqueo, a pesar de los avisos recibidos, es lógico que sean asaltados.
- Si, como es el caso, en una de las embarcaciones hubo resistencia violenta, es normal que se haga uso de la fuerza.
Lo que Israel no debía consentir en ningún caso y bajo ningún concepto era que se violara el cerco, porque en breve hubiera dejado de ser un hecho excepcional para convertirse en algo cotidiano.
La «flotilla» buscaba
- derrotar a la fuerza naval israelí y
- abrir el paso a un más fácil suministro de armas.
- No lo ha conseguido.
- A cambio sus organizadores se quedan con el premio de consolación:
- una nueva campaña internacional contra Israel,
- el debilitamiento de la Autoridad Palestina y
- más obstáculos para sacar adelante el proceso de paz animado por Estados Unidos.
Lo más significativo de esta crisis es el papel jugado por el gobierno de Ankara.
Convencido de que Turquía no tiene ninguna posibilidad de ser admitida en el corto o medio plazo en la Unión Europea, está dejando a pasos agigantados de mostrar su cara amable para actuar tal como es:
- la expresión de una mayoría parlamentaria compuesta por fundamentalistas musulmanes.
Que un estado miembro de la Alianza Atlántica y candidato a formar parte de la UE permita y ampare que
- un grupo radical con vínculos con el terrorismo yihadista organice esta «flotilla» contra un estado democrático y
- en favor de una organización terrorista aliada con Irán es sencillamente inadmisible.
Acertaron los que se opusieron a la entrada de Turquía en la Unión por razones ideológicas y toca ahora plantearse qué sentido tiene su presencia en la OTAN, cuando
- la amenaza más importante procede del islamismo y
- de la proliferación de armas de destrucción masiva y
- Turquía, con sus actos, demuestra estar más cerca del enemigo que de sus supuestos aliados.
Es verdad que Turquía es un estado democrático y que este gobierno puede ser reemplazado por otro de corte muy distinto en un plazo breve, pero la sospecha de que, de una u otra forma, se pueda consolidar un régimen islamista cuyos intereses sean contrarios a los de la Unión y los de la Alianza va a seguir presente durante mucho tiempo, determinando las relaciones diplomáticas con los países occidentales.
Podemos discutir hasta la saciedad aspectos jurídicos sobre el derecho de Israel a actuar en esas aguas, pero si perdemos de vista lo fundamental, si el árbol no nos deja ver el bosque, si nuestra ignorancia o nuestras buenas intenciones nos empujan a hacer declaraciones insuficientemente fundadas, nos podrá ocurrir como al Partido Popular, que después de seis años criticando la Alianza de las Civilizaciones y denunciando la connivencia del gobierno de Rodríguez Zapatero con organizaciones terroristas, acaba haciendo el juego a Irán y a organizaciones terroristas de distintos estados musulmanes.
La Flotilla de la Libertad
- no era una anécdota, ni una acción de un puñado de locos bien intencionados.
- Era una maniobra dentro de una operación de mucho calado.
Morder el anzuelo por supuesta buena intención
, en aquellos casos en que no se estuviera defendiendo descaradamente los intereses islamistas o practicando puro y duro antisemitismo, puede dar satisfacción a alguna conciencia autocomplaciente, pero
- en cualquier caso supone hacer el juego al fundamentalismo musulmán y
a las ambiciones iraníes.
FLORENTINO PORTERO - "ABC" - Madrid - 3-Jun-2010

El precio de la estupidez
Hubo una época en que el gobierno de Israel gozó de una reputación de actuar con inteligencia (aunque no siempre con sensatez), pero tal reputación se ha resentido notablemente.
Israel ha sido condenado de forma casi universal por el ataque contra la flotilla que iba a llevar alimentos y medicinas a la hambrienta Gaza.
Concediendo que Gaza no se esté muriendo de hambre, quienes deseaban ayudar podrían haber llevado los víveres de muchas otras maneras.
La flotilla en cuestión, en otras palabras, fue una provocación planeada para quebrar el bloqueo parcial impuesto por Israel, considerado generalmente ilegal. En lugar de eludir la provocación, Israel cayó en la trampa.

¿Es ilegal el bloqueo?
Probablemente, no, mientras Hamas, que es la fuerza gobernante en Gaza, se declare en estado de guerra con Israel y muestre la voluntad de destruirlo. Sin embargo,
- ¿era muy eficaz el bloqueo?
- ¿Era necesario para salvaguardar la seguridad de Israel como mantiene el Gobierno israelí?
Resulta altamente dudoso, porque el armamento, incluso el armamento pesado, puede llegar a Gaza a través de decenas de túneles desde Egipto; se han visto incluso camiones atravesando estos pasos.
Si así son las cosas,
- ¿por qué mantener un bloqueo que no ha hecho más que causar problemas a Israel?
Tal situación le ha acarreado la acusación de castigo colectivo a la población de Gaza.
- ¿Ha constituido una agresión gratuita el ataque israelí a la flotilla en mar abierto?
De repente han aparecido miles de expertos en derecho marítimo internacional (igual que, en la última década, el número de expertos en el islam ha crecido a miles).
Pero el derecho internacional, en especial el marítimo, raramente ofrece respuestas inequívocas.
Las aguas territoriales se extienden 22,2 kilómetros desde tierra, en los cuales se aplica la ley del país adyacente. Pero existe también una "zona contigua" (44 kilómetros) en la cual el país de referencia tiene derecho a interferir la libre navegación en caso de haber razones para creer que se infringen las leyes del país en cuestión.
En este momento, no se sabe de forma digna de crédito el grado de proximidad de la flotilla a tierra firme. Pero, aunque estuvieran en aguas internacionales, no contaban con protección de manera absoluta, dado que prevalecía el estado de guerra.
En pocas palabras, según el derecho internacional, cabe argumentar que los israelíes actuaron correctamente al abordar a los barcos en cuestión –e igualmente las personas a bordo al oponerse– si lo juzgaban un acto de piratería.
Pero abordar un barco no justifica matar gente; ha sido claramente un caso de uso desproporcionado de la fuerza.
Difícilmente cabe aventurar que los israelíes tuvieran el objetivo de matar gente dado el enorme daño político que tal conducta podía acarrearles. Sin embargo, es evidente que esta acción fue mal planificada y ejecutada e, independientemente de las intenciones israelíes, resultó en la muerte de personas.
Cargan con la responsabilidad de ella y lo mínimo que pueden hacer es indemnizar a las familias de los muertos. El error fundamental de Israel no consistió en que intentara defender su seguridad; no hay un derecho internacional que diga que un país haya de suicidarse porque no gusta a sus vecinos.
El error fundamental fue una falta de comprensión de las realidades básicas de la política internacional.
La gente en Israel se pregunta:
- ¿por qué nos acusan y nos castigan sólo a nosotros?
Si un torpedo norcoreano hunde un barco surcoreano con el resultado de la muerte de más de cuarenta personas, el Consejo de Seguridad no será convocado y nada les pasará a los culpables del ataque no provocado.
Pero Corea del Sur cuenta con protectores poderosos, en tanto que
- Israel es un pequeño país, rodeado de enemigos, sin grandes yacimientos de petróleo
- ni otros recursos importantes de carácter estratégico.
- Está aislado del mundo;
- Europa lo juzga un incordio e incluso
- no cabe dar por descontado un apoyo pleno de parte de la
nueva Administración en Washington.
Diga lo que diga el derecho internacional,
- no hay una ley para todos, grandes y pequeños, poderosos y débiles.
- Nos hallamos ante realidades de la política mundial y
- un país en esta situación no puede actuar como si fuera una gran potencia.
Por esta y otras razones, fue un error no ceder la mayor parte de los territorios conquistados en la guerra de 1967 y, hablando en términos generales, adoptar un perfil discreto en una parte del mundo llena de encarnizados conflictos.
Aunque Israel intentó en varias ocasiones ceder la mayor parte de los territorios conquistados, para los palestinos no era suficiente. Querían que regresaran todos los refugiados de 1947 y sus descendientes como si tal cosa hubiera sucedido tras una guerra en la historia reciente...
En consecuencia, los israelíes se reafirmaron en el convencimiento de que, si ceder los territorios no propiciaría la paz, ¿por qué cederlos desde un principio?
No obstante, ahora se puede constatar que fue un error; deberían haber cedido los territorios de todos modos... en interés propio a largo plazo.

¿Qué sucederá en el futuro?
Probablemente, otras crisis en Oriente Medio tomarán un día la delantera.
Habrá una investigación independiente y los manifestantes se dedicarán a ver el Mundial de fútbol.
Sin embargo, la crisis de la flotilla ha demostrado cabalmente el grado explosivo de la situación en Oriente Medio, de forma que
- la menor provocación, mal gestionada,
- puede resultar en una grave crisis de imprevisibles consecuencias.
- Debería constituir una lección. Pero ¿lo será?
Walter Laqueur - Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington - "La Vanguardia" - Barcelona - 3-Jun-2010

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