sábado, 5 de junio de 2010

El dilema de la deflación

Los países industrializados deben actuar para impedir una caída en los precios.
Eso causará problemas a las economías emergentes.
- Cuando las condiciones monetarias en el mundo industrializado son holgadas,
- las economías emergentes son proclives a parrandas crediticias y burbujas de activos.


- ¿Debería preocuparse más por la inflación o la deflación?
- Pocas preguntas importan más a los inversionistas y a aquellos personeros a cargo de las políticas;
- sin embargo, pocas parecen tan inciertas.
Los mercados financieros están enviando señales mixtas.
- Los rendimientos decrecientes en los bonos del Tesoro indican que
- muchos inversionistas están preocupados del estancamiento económico y la deflación;
- el alza desmesurada en el precio del oro apunta a los temores de una inflación galopante.
Los economistas también difieren en su estimación de dónde están los riesgos mayores, dependiendo en gran medida del país y del marco de tiempo que estén observando.
A juzgar por la discusión en un nuevo foro en línea de más de 50 economistas de renombre de todo el mundo, que The Economist lanzó esta semana,
- la deflación es el peligro más grande a corto plazo en las grandes economías ricas, mientras que
- la inflación es una preocupación inmediata en muchas economías emergentes y,
- potencialmente, un peligro a más largo plazo en las ricas.
Eso parece una estimación justa.
En Estados Unidos, el área del euro y Japón, la deflación está incómodamente próxima o es una realidad dolorosa, a pesar de las tasas de interés casi en cero y otros esfuerzos de los bancos centrales.
En el año hasta abril, los precios básicos al consumidor subieron 0,9% en Estados Unidos, el índice más bajo en cuatro décadas.
En el área del euro subieron el 0,7%. Y en Japón, el que ha luchado contra los precios decrecientes por más de una década, bajaron 1,5%.
- Ni hay muchas razones para esperar un cambio repentino.
- Las medidas amplias para el crecimiento crediticio y monetario están estancadas o reduciéndose en los tres lugares.
- El desempleo es alto y hay grandes brechas entre la producción real de las economías y su potencial.
En el área del euro, en especial, los planes de austeridad debilitarán más la demanda interna. Afortunadamente, es poco probable que ahí haya un hundimiento repentino de los precios, principalmente porque el ciudadano común todavía espera que los precios al consumidor suban modestamente, y estas expectativas de futura inflación contribuyen a fijar los precios reales.
Pero la balanza de presiones a corto plazo claramente apunta hacia abajo.
Así también apunta la balanza de riesgos.
La deflación, si se arraiga, es más peligrosa que las diversas formas de inflación.
- Cuando los precios caen,
- los consumidores postergan sus compras previendo ofertas incluso más grandes posteriormente,
- condenando a la economía a un círculo vicioso de
- gasto débil y
- precios en bajada.
En las economías fuertemente endeudadas, los precios decrecientes aumentarían la carga real de las deudas de los consumidores y de los gobiernos.
La deflación es también más difícil de combatir que la inflación.
Durante las últimas dos décadas las autoridades de los bancos centrales han alcanzado gran experiencia en cómo vencer los incrementos excesivos de precios. La actual incapacidad de Japón para impedir la caída de los precios indica que la labor opuesta es muchísimo menos comprendida.
Aunque es verdad que los gobiernos fuertemente endeudados podrían verse tentados a erosionar sus deudas a través de una inflación más alta, hay pocas señas de que esté decayendo el apoyo político para la inflación baja.
Sume todo esto y los tres grandes bancos centrales del mundo -en Estados Unidos, la zona del euro y Japón-
- deberían preocuparse más de la caída en los precios.
La escala de la austeridad presupuestaria indica que las tasas de política de estos bancos podrían permanecer bajas por varios años. Pero esto causará problemas en otros lugares.
- Las tasas de interés de casi cero en las grandes economías ricas hacen que
- el capital inunde otros lugares en busca de rendimientos más altos, por lo tanto
- es más difícil para los países más sanos mantener sus economías estables.

Ayuda aquí, daño allá
El problema será más agudo en las economías emergentes. Muchas ya se están sobrecalentando,
- puesto que los precios están subiendo y
- las burbujas de activos se están inflando.
- Una mayoría tiene una política monetaria indebidamente suelta.
Las tasas de interés reales son negativas en dos tercios de las 25 economías emergentes que investigó The Economist.
Sus expectativas de inflación son menos estables, de modo que los precios pueden entrar rápidamente en una espiral ascendente.
Esto indica una necesidad de una política monetaria más apretada. Los bancos centrales en Brasil, Malasia y otros lugares ya empezaron.
Pero
- la economía emergente más importante, China,
- fija la paridad de su moneda en relación con el dólar estadounidense,
- el que limita su capacidad para subir las tasas de interés.
E incluso aquellos con tipos de cambio más flexibles están preocupados de que las tasas de interés más altas hagan subir en forma desmedida sus monedas.
De hecho,
- las monedas más firmes en los mercados emergentes son una parte necesaria del "reequilibrio" de la economía global
- que permitirá a las economías ricas debilitadas un escape de la presión deflacionaria.
Una política fiscal más apretada en las economías emergentes contribuiría a disminuir la presión de los precios.
Igualmente,
- los controles de capital deberían ser parte de sus defensas contra las inundaciones repentinas de dinero extranjero.
No obstante, la historia indica que ninguna de estas políticas será una panacea.
-
Cuando las condiciones monetarias en el mundo industrializado son holgadas,
- las economías emergentes son proclives a parrandas crediticias y

burbujas de activos.
- El precio de evitar la deflación en el mundo desarrollado hoy
- puede ser una quiebra en el mundo emergente mañana.

The Economist - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 5-Jun-2010

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