En el 2000 cuando quisiste armar un mecanismo de quiebras para los Estados, nadie te hizo caso.
Pensar que todos te trataron mal y se han dicho cosas de vos de la peor categoría.
Pensar que vos ideaste ese esquema de quiebra para los países más indisciplinados del Tercer Mundo o para los casos más extremos.
Pensar que vos lo pensaste para el caso de la Argentina en 2001. ¡Y nadie te escuchó!
Ahora, mirá lo que nos pasa a nosotros los europeos. Me opuse pero no tenía opciones. Si no salvábamos a los griegos, se nos caían los bancos y el euro pasaba a la historia.
Además no son sólo los griegos y los celtas. Son los latinos.
Los españoles que creen que siempre se puede vivir de fiesta, nuestros refinados primos franceses y estos escandalosos italianos.
¡Gracias a Dios que existen los Alpes y Austria! Y yo que imaginaba que los que no iban a aguantar eran los que venían del comunismo.Sin embargo, están haciendo las cosas bien. Hicimos tanto esfuerzo y ahora que otros vengan a derrumbarlo. No es justo.
¡Cuánta razón tenías! Estoy en un momento complicado para mi carrera y para el futuro de Europa y el mundo.
Por eso te escribo, para ver si podés ayudarme a resolver esta crisis.
Quisiera volver a las fuentes pero no me dejan. Espero tu respuesta. Cordialmente, Angelita
""Querida Angelita: Gracias por estas líneas y por tu recuerdo permanente.
Espero que te hayan dado resultados positivos las medidas que diseñé para tu gobierno.
Me reconforta que recuerdes el esquema que diseñé para los casos de quiebras de países. Si la hubiesen entendido hubiera sido un mecanismo útil no sólo para los países con dificultades sino también para los acreedores.
En realidad, se trataba de un mecanismo
- para proteger a los países deudores y
- evitar que cayeran en cesación de pagos complicando a los patrimonios de los acreedores.Pero no lo entendieron y creyeron que no iría a funcionar. Nos hubiésemos evitado muchos problemas.
Grecia es un caso testigo pero tené cuidado porque la crisis va a durar más de lo que te imaginás. Y no se trata sólo de los latinos que de por sí son desordenados. Lo que está en juego, mi querida Angelita, es, ni más ni menos, que el estado de bienestar y esto los involucra también a ustedes, a los flamencos y a los escandinavos porque el modelo de gasto público elevado es insostenible en el tiempo.
- No hay forma de financiarlo y
- menos con los parámetros productivos que imponen los países asiáticos.Poco faltará para que toda Europa esté inmersa en una crisis envolvente.
Espero y deseo que puedas llevar adelante la crisis pero me temo que habrá más de un caso Grecia. Con mi mayor estima, Anita"
Espero que te hayan dado resultados positivos las medidas que diseñé para tu gobierno.
Me reconforta que recuerdes el esquema que diseñé para los casos de quiebras de países. Si la hubiesen entendido hubiera sido un mecanismo útil no sólo para los países con dificultades sino también para los acreedores.
En realidad, se trataba de un mecanismo
- para proteger a los países deudores y
- evitar que cayeran en cesación de pagos complicando a los patrimonios de los acreedores.Pero no lo entendieron y creyeron que no iría a funcionar. Nos hubiésemos evitado muchos problemas.
Grecia es un caso testigo pero tené cuidado porque la crisis va a durar más de lo que te imaginás. Y no se trata sólo de los latinos que de por sí son desordenados. Lo que está en juego, mi querida Angelita, es, ni más ni menos, que el estado de bienestar y esto los involucra también a ustedes, a los flamencos y a los escandinavos porque el modelo de gasto público elevado es insostenible en el tiempo.
- No hay forma de financiarlo y
- menos con los parámetros productivos que imponen los países asiáticos.Poco faltará para que toda Europa esté inmersa en una crisis envolvente.
Espero y deseo que puedas llevar adelante la crisis pero me temo que habrá más de un caso Grecia. Con mi mayor estima, Anita"
PD: "Mirá la Argentina, dice que pudo salir de la crisis con su propio modelo y ahora le hace recomendaciones a los países europeos.
Ni siquiera pudo salir del default y no quiere que el FMI revise sus cuentas.
Con semejante gasto público, sin acceso al crédito, sin inversiones y con una altísima inflación va camino a otra crisis.
Por las dudas, no prestes atención a lo que dicen".
Ni siquiera pudo salir del default y no quiere que el FMI revise sus cuentas.
Con semejante gasto público, sin acceso al crédito, sin inversiones y con una altísima inflación va camino a otra crisis.
Por las dudas, no prestes atención a lo que dicen".
Este intercambio epistolar, imaginario, entre
- la canciller alemana Angela Merkel y
- la ex subdirectora del FMI, Anne Krueger,
no escapa a la realidad que circunda la crisis financiera y sus coletazos sobre el caso argentino.
- la canciller alemana Angela Merkel y
- la ex subdirectora del FMI, Anne Krueger,
no escapa a la realidad que circunda la crisis financiera y sus coletazos sobre el caso argentino.
Mientras
- la volatilidad se adueña del mundo y
- afecta a las principales economías del planeta,
en la Argentina
- la administración regente no sólo no toma medidas frente a la crisis
- sino que no entiende lo que pasa en el mundo.Con la creencia de llevar adelante un modelo sin fallas,
- camina peligrosamente por un profundo desfiladero,
- llevando a una sociedad que no quiere mirar al abismo.Por caso, hace dos años que caen los ingresos de divisas, y el gobierno echó mano al ahorro y lo quemó pagando deudas que podrían haber sido renegociadas si se hubiese mantenido una relación fluida con el mundo financiero.En sentido contrario a la tesis de la Casa Rosada,
- la crisis griega no es la consecuencia del ajuste
- sino que el ajuste es la consecuencia de la crisis griega.
- la volatilidad se adueña del mundo y
- afecta a las principales economías del planeta,
en la Argentina
- la administración regente no sólo no toma medidas frente a la crisis
- sino que no entiende lo que pasa en el mundo.Con la creencia de llevar adelante un modelo sin fallas,
- camina peligrosamente por un profundo desfiladero,
- llevando a una sociedad que no quiere mirar al abismo.Por caso, hace dos años que caen los ingresos de divisas, y el gobierno echó mano al ahorro y lo quemó pagando deudas que podrían haber sido renegociadas si se hubiese mantenido una relación fluida con el mundo financiero.En sentido contrario a la tesis de la Casa Rosada,
- la crisis griega no es la consecuencia del ajuste
- sino que el ajuste es la consecuencia de la crisis griega.
La Argentina va camino a reeditar las crisis de 2001, la de 1989 o la de 1975.
Son réplicas.Grecia copió a la Argentina y la Argentina va camino a copiar la crisis griega.
Grecia quiso probar el gusto amargo del default. Menos mal que estaba Angelita.
Si hubiese triunfado la vacuna de Anne Krueger, tal vez no se hubiese desarrollado un efecto Tango ni un sindrome de Atenas...
Grecia quiso probar el gusto amargo del default. Menos mal que estaba Angelita.
Si hubiese triunfado la vacuna de Anne Krueger, tal vez no se hubiese desarrollado un efecto Tango ni un sindrome de Atenas...
Miguel Angel Rouco - "La Capital" - Mar del Plata - 21-May-2010
Anne Krueger, del Fondo a la derecha
Es la subdirectora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, la primera mujer en ocupar un cargo semejante desde la creación de dicho organismo, en 1946, y la que preside las negociaciones con nuestro país. Inconmovible y tenaz, poco le importa la idea que el mundo pueda tener de ella
Anne Krueger tronó en Buenos Aires como una fulguración en un cielo despejado.
(De Joaquín Morales Solá, en una de sus columnas de los domingos en LA NACION)
Un día un periodista le preguntó a John Wayne a quién ubicaría a su derecha. Palabra más, palabra menos, le respondió: "A nadie. La derecha termina conmigo". El cowboy más famoso de Hollywood, aquel gigantón de andar distintivo y que en el cine supo plasmar el orgulloso sentir de millones de norteamericanos, había dejado más que aclarada su ideología, su concepto de hacia dónde debía enfilar el mundo para alcanzar la perfección.
Atravesando él y su alma desiertos y montañas, según cuentan algunos libros sobre la historia del cine, Wayne representaba al hombre y su destino. Y el western, que también los norteamericanos llegaron a cuestionar porque consideraban a este género como distorsionador de la realidad histórica y social, tuvo, y tiene, a su vez, un gran atractivo tanto para los actores como para el público mismo.
Cuando –acorde con la actividad industrial de la cual proviene– el acerado secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O’Neill, dice que tiene que defender la plata de los plomeros norteamericanos, justificando de ese modo la reticencia en brindar ayuda económica a la Argentina, lo dice, ciertamente, con lenguaje cinematográfico y al mejor estilo John Wayne. Cuando la segunda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y amiga de O’Neill, Anne Krueger, dice que los países, como las empresas y los individuos, "deberían honrar sus deudas y sufrir cuando no lo hacen", también lo hace a punta de pistola, bamboleando su pesada humanidad sobre el mismo escenario, hablando para el público, su público, que no dejará de aplaudir aunque reconozca y acepte las distorsiones de una realidad –nuestra deuda, en este caso– histórica y social. ¿O acaso no hay corresponsabilidad del FMI por tantos años de alabanza al modelo que, impulsado por ese organismo, llevó adelante la administración menemista durante diez años?
Afiliada al Partido Republicano, identificada con el sector más conservador del presidente George W. Bush y destino de Premio Nobel de Economía –frustrado, finalmente, al ser convocada por Horst Kohler, director del Fondo, para ocupar el lugar dejado por Stanley Fischer y con el apoyo explícito del amigo O’Neill–, la profesora de Humanidades y doctora en Economía Anne Krueger, de quien no se conocen demasiadas cosas de esas que ventilan las revistas del corazón, pero sí se sabe lo suficiente, dobló la apuesta de John Wayne al permitir que de ella se afirme que, en lo ideológico, "está a la derecha de la derecha", y que, en lo institucional, "es más dura que nadie". Ira de los movimientos antiglobalización, salón de fiestas para los países más poderosos de la Tierra, prestamista insaciable para las economías quebradas, el diario español El País definió así, hace poco, la estructura del FMI: "Dentro del FMI, el director ejecutivo puede protegerse con argumentos políticos; el economista jefe se parapeta tras la teoría y los números, y lo más expuesto es la subdirección ejecutiva. Ese es el cargo al que acaba de acceder Anne Krueger".
De un nivel académico de dimensiones planetarias, sus ideas políticas y económicas son tan inquebrantables como rígida es su postura frente a la demanda social, esto es, primero las cuentas, luego la gente.
Tal vez no haya muchos en el mundo que defiendan como ella las bondades de una economía absolutamente global, sin grietas ni excepciones.
No sólo es enemiga del proteccionismo (el senador demócrata Jay Rockefeller la definió como enemiga de la industria estadounidense, por su afirmación de que la siderurgia ya no tenía cabida en la estrategia económica de los Estados Unidos y que debería cederse a países menos desarrollados): la existencia de bloques comerciales –Mercosur, Unión Europea, Nafta– alimentan, según su análisis, el proteccionismo nacional y, por lo tanto, deben ser abiertos o eliminados. Lo curioso del caso es que está dicho por quien hoy ocupa –pongámoslo ahora formalmente– el cargo de primer subdirector gerente del FMI, institución financiada por los Estados Unidos, mandamás del Nafta, por la Unión Europea y por Japón, país sustancialmente proteccionista.
Pero Anne es así. Severa, suficiente, autoritaria, inconmovible, temida, brillante, estructurada y tenaz.
Sabe, la señora Krueger, que la imagen que entrega no es como la de una dulce abuelita que corta rosas de su jardín o que prepara ricas tortas los domingos, para deleite de los nietos. Ya fue hecha incluso la broma de que, si fuese actriz, calzaría bien en el papel de hermana de Freddie Kruger.
Poco le importa, en realidad, la idea que el mundo pueda tener de ella y su dureza, aunque se cuida de que se sepa demasiado de su vida privada. Cuanto mucho, que nació en Endicott, un poblado muy pequeño levantado a orillas del río Susquehanna, en el sur del Estado de Nueva York, un 12 de febrero de 1934; que su pueblo natal, hoy con apenas 14.000 habitantes, fue uno de los lugares donde comenzó a desarrollarse la investigación informática; que su segundo nombre es Osborn, y que rara vez aparece en los currículum y en las páginas de Internet de las universides y del propio FMI; que hace de la comida liviana una regla inviolable; que no regala sonrisas porque sí; que no le cuesta ser agradable cuando la ocasión lo amerita; que no le molesta que la llamen profesora; que son muy pocos los que la llaman Anne y que es la primera mujer, desde que el FMI se fundó en 1946, en ocupar un puesto ejecutivo. La coronación fue el 1° de septiembre de 2001, y su reinado se extenderá por cinco años.
Antes de acceder al trono mayor del capitalismo, Krueger se desempeñaba como profesora de la cátedra Herald L. y Caroline L. Ritch de Humanidades y Ciencias del Departamento de Economía de la Universidad de Stanford. Simultáneamente ejercía funciones como directora del Centro de Investigaciones sobre Desarrollo Económico y Reformas Políticas de la misma Universidad, e investigadora principal de la Hoover Institution.
Fue presidenta de la American Economic Association, vicepresidenta del Banco Mundial y miembro de la Academia Nacional de Ciencias. Reconocida mundialmente, recibió numerosos premios y distinciones. Entre los más importantes, se destacan el Premio Robertson, otorgado por la National Academy of Sciences, en 1984; el Bernhard-Harms Prize, del Kiel Institute of World Economics, en 1990; el Kenan Enterprise Award, en 1990, y el Seidman Prize, en 1993.
La posibilidad de acceder al premio Nobel, al decir de varios economistas de primer nivel, no estuvo lejana.
Acostumbrada a las exigencias de los claustros de las universidades de mayor prestigio de su país, Anne exige. En lugar de reflexionar, advierte. En lugar de pedir y sugerir, ordena y reclama.
"Durante mucho tiempo –advierte– existió la percepción popular de que el FMI debe ayudar a la Argentina. Esa percepción popular fue tomada por las autoridades argentinas, que no son lo suficientemente realistas sobre la posibilidad de que les prestemos dinero cuando no se ha hecho lo necesario."
"El gobierno argentino –ordena y reclama– debe restaurar el orden en el sistema bancario, el sistema de pagos y el mercado de cambios. Debe enmendar las normas sobre insolvencia y rechazar la ley de subversión económica con el fin de proporcionar un marco legal compatible con los patrones internacionales. Debe resolver el problema de la debilidad fiscal que ha estado en el centro de las dificultades argentinas y restaurar una posición presupuestaria consolidada y firme en el mediano plazo." Anne Osborn Krueger. Esa mujer. La cara más dura del Fondo. Algo así como la primera dama del Primer Mundo.
(De Joaquín Morales Solá, en una de sus columnas de los domingos en LA NACION)
Un día un periodista le preguntó a John Wayne a quién ubicaría a su derecha. Palabra más, palabra menos, le respondió: "A nadie. La derecha termina conmigo". El cowboy más famoso de Hollywood, aquel gigantón de andar distintivo y que en el cine supo plasmar el orgulloso sentir de millones de norteamericanos, había dejado más que aclarada su ideología, su concepto de hacia dónde debía enfilar el mundo para alcanzar la perfección.
Atravesando él y su alma desiertos y montañas, según cuentan algunos libros sobre la historia del cine, Wayne representaba al hombre y su destino. Y el western, que también los norteamericanos llegaron a cuestionar porque consideraban a este género como distorsionador de la realidad histórica y social, tuvo, y tiene, a su vez, un gran atractivo tanto para los actores como para el público mismo.
Cuando –acorde con la actividad industrial de la cual proviene– el acerado secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O’Neill, dice que tiene que defender la plata de los plomeros norteamericanos, justificando de ese modo la reticencia en brindar ayuda económica a la Argentina, lo dice, ciertamente, con lenguaje cinematográfico y al mejor estilo John Wayne. Cuando la segunda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y amiga de O’Neill, Anne Krueger, dice que los países, como las empresas y los individuos, "deberían honrar sus deudas y sufrir cuando no lo hacen", también lo hace a punta de pistola, bamboleando su pesada humanidad sobre el mismo escenario, hablando para el público, su público, que no dejará de aplaudir aunque reconozca y acepte las distorsiones de una realidad –nuestra deuda, en este caso– histórica y social. ¿O acaso no hay corresponsabilidad del FMI por tantos años de alabanza al modelo que, impulsado por ese organismo, llevó adelante la administración menemista durante diez años?
Afiliada al Partido Republicano, identificada con el sector más conservador del presidente George W. Bush y destino de Premio Nobel de Economía –frustrado, finalmente, al ser convocada por Horst Kohler, director del Fondo, para ocupar el lugar dejado por Stanley Fischer y con el apoyo explícito del amigo O’Neill–, la profesora de Humanidades y doctora en Economía Anne Krueger, de quien no se conocen demasiadas cosas de esas que ventilan las revistas del corazón, pero sí se sabe lo suficiente, dobló la apuesta de John Wayne al permitir que de ella se afirme que, en lo ideológico, "está a la derecha de la derecha", y que, en lo institucional, "es más dura que nadie". Ira de los movimientos antiglobalización, salón de fiestas para los países más poderosos de la Tierra, prestamista insaciable para las economías quebradas, el diario español El País definió así, hace poco, la estructura del FMI: "Dentro del FMI, el director ejecutivo puede protegerse con argumentos políticos; el economista jefe se parapeta tras la teoría y los números, y lo más expuesto es la subdirección ejecutiva. Ese es el cargo al que acaba de acceder Anne Krueger".
De un nivel académico de dimensiones planetarias, sus ideas políticas y económicas son tan inquebrantables como rígida es su postura frente a la demanda social, esto es, primero las cuentas, luego la gente.
Tal vez no haya muchos en el mundo que defiendan como ella las bondades de una economía absolutamente global, sin grietas ni excepciones.
No sólo es enemiga del proteccionismo (el senador demócrata Jay Rockefeller la definió como enemiga de la industria estadounidense, por su afirmación de que la siderurgia ya no tenía cabida en la estrategia económica de los Estados Unidos y que debería cederse a países menos desarrollados): la existencia de bloques comerciales –Mercosur, Unión Europea, Nafta– alimentan, según su análisis, el proteccionismo nacional y, por lo tanto, deben ser abiertos o eliminados. Lo curioso del caso es que está dicho por quien hoy ocupa –pongámoslo ahora formalmente– el cargo de primer subdirector gerente del FMI, institución financiada por los Estados Unidos, mandamás del Nafta, por la Unión Europea y por Japón, país sustancialmente proteccionista.
Pero Anne es así. Severa, suficiente, autoritaria, inconmovible, temida, brillante, estructurada y tenaz.
Sabe, la señora Krueger, que la imagen que entrega no es como la de una dulce abuelita que corta rosas de su jardín o que prepara ricas tortas los domingos, para deleite de los nietos. Ya fue hecha incluso la broma de que, si fuese actriz, calzaría bien en el papel de hermana de Freddie Kruger.
Poco le importa, en realidad, la idea que el mundo pueda tener de ella y su dureza, aunque se cuida de que se sepa demasiado de su vida privada. Cuanto mucho, que nació en Endicott, un poblado muy pequeño levantado a orillas del río Susquehanna, en el sur del Estado de Nueva York, un 12 de febrero de 1934; que su pueblo natal, hoy con apenas 14.000 habitantes, fue uno de los lugares donde comenzó a desarrollarse la investigación informática; que su segundo nombre es Osborn, y que rara vez aparece en los currículum y en las páginas de Internet de las universides y del propio FMI; que hace de la comida liviana una regla inviolable; que no regala sonrisas porque sí; que no le cuesta ser agradable cuando la ocasión lo amerita; que no le molesta que la llamen profesora; que son muy pocos los que la llaman Anne y que es la primera mujer, desde que el FMI se fundó en 1946, en ocupar un puesto ejecutivo. La coronación fue el 1° de septiembre de 2001, y su reinado se extenderá por cinco años.
Antes de acceder al trono mayor del capitalismo, Krueger se desempeñaba como profesora de la cátedra Herald L. y Caroline L. Ritch de Humanidades y Ciencias del Departamento de Economía de la Universidad de Stanford. Simultáneamente ejercía funciones como directora del Centro de Investigaciones sobre Desarrollo Económico y Reformas Políticas de la misma Universidad, e investigadora principal de la Hoover Institution.
Fue presidenta de la American Economic Association, vicepresidenta del Banco Mundial y miembro de la Academia Nacional de Ciencias. Reconocida mundialmente, recibió numerosos premios y distinciones. Entre los más importantes, se destacan el Premio Robertson, otorgado por la National Academy of Sciences, en 1984; el Bernhard-Harms Prize, del Kiel Institute of World Economics, en 1990; el Kenan Enterprise Award, en 1990, y el Seidman Prize, en 1993.
La posibilidad de acceder al premio Nobel, al decir de varios economistas de primer nivel, no estuvo lejana.
Acostumbrada a las exigencias de los claustros de las universidades de mayor prestigio de su país, Anne exige. En lugar de reflexionar, advierte. En lugar de pedir y sugerir, ordena y reclama.
"Durante mucho tiempo –advierte– existió la percepción popular de que el FMI debe ayudar a la Argentina. Esa percepción popular fue tomada por las autoridades argentinas, que no son lo suficientemente realistas sobre la posibilidad de que les prestemos dinero cuando no se ha hecho lo necesario."
"El gobierno argentino –ordena y reclama– debe restaurar el orden en el sistema bancario, el sistema de pagos y el mercado de cambios. Debe enmendar las normas sobre insolvencia y rechazar la ley de subversión económica con el fin de proporcionar un marco legal compatible con los patrones internacionales. Debe resolver el problema de la debilidad fiscal que ha estado en el centro de las dificultades argentinas y restaurar una posición presupuestaria consolidada y firme en el mediano plazo." Anne Osborn Krueger. Esa mujer. La cara más dura del Fondo. Algo así como la primera dama del Primer Mundo.
Jorge Pomar - "La Nación" - Buenos Aires - 2-Jun-2002 -
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