lunes, 5 de julio de 2010

Crisis Europea XVI

Alarma de austeridad
Política económica global.
Ambos bandos, los que están a favor del estímulo y los que están a favor del ajuste fiscal, exageran.
Pero el lobby a favor de la austeridad es el más peligroso.
Todo esto no resultará en otra depresión como la de la era Hoover.
Pero la recuperación será lenta y débil.


La política económica también tiene modas pasajeras.
El año pasado, los líderes del G-20 concordaron un empuje keynesiano global, al aprobar paquetes de estímulo fiscal que sumaban en su conjunto el 2% del PIB mundial para impulsar la demanda.
En su último encuentro en Toronto, el club de los países más ricos acordó reducir "al menos" a la mitad sus déficits para 2013.
El cambio en el tono del discurso fue claro. Gracias a la crisis fiscal de Grecia, que ha aterrizado a los políticos,
- el estímulo está out y
- la reducción de déficit está in .
La tendencia se ha notado más en Europa, donde cada una de las economías más grandes ha anunciado recortes de gastos o aumentos de impuestos. Pero es evidente en todas partes.
El nuevo Primer Ministro japonés, Naoto Kan, ha instalado el debate acerca del impuesto al consumo.
En Estados Unidos, los temores del Congreso acerca del déficit han dificultado los esfuerzos de la administración de Obama para aprobar un nuevo "mini estímulo".
Mucho podría cambiar, pero por ahora
- el mundo de los ricos se encamina a un ajuste colectivo de alrededor del

1% de su PIB combinado,
- la mayor contracción sincronizada de las últimas cuatro décadas.

Adiós Keynes, hola Hoover
Para los críticos keynesianos, el cambio a la austeridad es un error garrafal. Paul Krugman, en su columnas en The New York Times, ha advertido que está preocupado al ver que algunos gobernantes que "parecen estar escribiendo sus discursos a partir de los de Herbert Hoover" lleven la economía a la depresión.
Con
- el desempleo alto,
- la producción muy por debajo de su potencial,
- el gasto privado débil y
- tasas de interés cercanas a cero,
Krugman y sus aliados argumentan que
- el estímulo fiscal continúa siendo esencial para impulsar la economía y
- los ajustes fiscales llevarán a la estagnación ("stangnation": falta de desarrollo)

y la deflación.
De otro lado, los promotores del cambio a la austeridad creen que el ajuste es esencial y apropiado: el gasto deficitario no puede continuar para siempre, y al impulsar la confianza de los hogares y las empresas al reducir el riesgo de la deuda pública, una bien diseñada consolidación fiscal puede impulsar el crecimiento.
Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, argumenta que el ajuste fiscal incrementará el gasto privado al reducir la incertidumbre acerca de las políticas tributarias y el endeudamiento del gobierno.
Ambos bandos de este debate simplifican sus causas.
- El crudo keynemesianismo de Krugman subestima la relación entre el comportamiento de empresas y hogares y sus expectativas sobre las políticas tributarias y de gasto futuras. Por ejemplo, las empresas alrededor del mundo rico están acaparando liquidez.
Su reticencia a invertir tiene que ver más con
- las regulaciones y la incertidumbre fiscal y financiera que con
- una débil demanda.
Si los gobiernos atienden esas preocupaciones, los empresarios comenzarán a gastar.
La exageración de los fans de la austeridad es aún más peligrosa. Su argumento se basa en casos como Canadá o Suecia, que en los años 90 cortaron sus déficits y crecieron.

Pero en la mayoría de esos casos, las tasas de interés cayeron fuertemente y/o la moneda del país se debilitó.
Pero esas herramientas ahora no están disponibles: las tasas de interés ya están bajas y las monedas de los países ricos no se pueden depreciar al mismo tiempo. Sin esas armadas, la austeridad fiscal no puede impulsar el crecimiento.
La moda de la austeridad también está distorsionando las prioridades de los políticos. Muchos gobiernos europeos están concentrados en recortar sus déficits en lugar de tratar de reactivar sus mercados.
En Estados Unidos, este nuevo foco en el ajuste está llevando a los políticos a concentrarse en evitar la aprobación leyes que aumenten el déficit en lugar de reformar el sistema de seguridad social.
Todo esto no resultará en otra depresión como la de la era Hoover.
Pero la recuperación será más lenta y débil de lo que originalmente podría ser.

The Economist - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 5-Jul-2010

Empresas españolas se "desvinculan de la marca España" en el exterior
Las compañías continúan con su implantación en otros países
- ajenos a la crisis española y
- a la falta de credibilidad que sufre el país
- Se tardan 24 años en construir una imagen de marca,
- pero sólo hacen falta 24 horas para romperla.
Desde que comenzara la crisis económica, la pérdida de credibilidad acecha a nuestro país y a su capacidad para competir.
- El elevado déficit,
- las altas primas de riesgo de su deuda,
- un sistema laboral y
- la falta de inversión en innovación
no han ayudado a salvaguardar una «imagen»
que nuestro país ha querido posicionar en Europa y en el mundo durante las últimas décadas.
España todavía es reconocida en el exterior como
- un destino turístico de sol y playa,
- no como un estado con capacidad de influencia en el orden mundial.
Una imagen que no se corresponde con el hecho de que 32.000 empresas exportan regularmente, sobre todo productos (un 84%, según las Cámaras de Comercio), con un volumen de 3.700 millones de euros.
Tampoco hay que lamentarse en exceso.
La «marca España» nunca ha sumado valor a las empresas nacionales en el extranjero.
Al contrario, les ha restado.
O, por lo menos, eso piensan las grandes compañías españolas en el exterior y que sus nombres no van ligados al país de procedencia.
Esta es la opinión de Raúl Peralba, fundador de Positioning Systems, la primera consultora española especializada en posicionamiento e ingeniería de marcas.
Existen casi 100 empresas registradas en el Foro de Marcas Renombradas Españolas. La gran mayoría de la población de nuestro país no conoce la producción de estas entidades en el extranjero. Pero en otros países tampoco se sabe que estas empresas son de nacionalidad española.
La falta de fiabilidad coloca a España en una situación compleja a la hora de vender proyectos ligados a la imagen nacional. Peralba pone ejemplos.
Inditex es una de las empresas españolas que más se expone al mercado internacional. De hecho, hace unas semanas se publicaban sus resultados (un 63% más de facturación en el primer trimestre fiscal con respecto al pasado año). Sin embargo, «sólo un 30% de los consumidores de la marca Zara en el extranjero saben que es una compañía española».
Por otro lado, tal y como apunta Raúl Peralba en su libro «El posicionamiento de la “Marca España” y su competitividad internacional», nuestro país es líder en la producción de energía eólica y uno de los más desarrollados en energía solar fotovoltaica.
Destaca también en el control del tráfico aéreo, antenas de telecomunicaciones, y simuladores para fuerzas armadas y líneas aéreas. Sin embargo, la trascendencia es muy escasa.

Refugio de inversiones
Un ejemplo de la división entre empresas y país se deduce de los buenos resultados de muchas compañías españolas en el extranjero. De hecho, de los 35 valores del Ibex, 28 registran ingresos en monedas distintas al euro, por lo que su expansión internacional está muy afianzada.
Según el analista de Inverseguros, Gonzalo Pajares, «no existe una vinculación directa entre las entidades privadas y la imagen del país en el exterior. Los problemas de España son de tipo fiscal y eso no repercute en la competitividad de cada empresa».
La exposición a divisas diferentes al euro, en tiempos en los que la moneda única atraviesa por su primera crisis frente al dólar, puede funcionar como un «refugio» para sus cuentas.
Pajares aplica este supuesto a empresas como Repsol, Telefónica, pero también a otras de menor tamaño que han diversificado su negocio a otros continentes con buenos resultados, como OHL (la mayor parte de su Ebitda lo obtiene en América Latina), Técnicas Reunidas o ACS (que ha centrado sus objetivos en Estados Unidos).
Y, precisamente, la penalización del euro frente al dólar es lo que anima a las empresas españolas a apostar por otros mercados.
Los analistas creen que es una estrategia constante entre las compañías españolas y que continuará en los próximos años, a pesar de que
Hacienda estudie recortar los actuales beneficios fiscales que tienen las sociedades en el extranjero, como ya informó ABC.
Si a finales de los años sesenta la salida de empresas al extranjero se traducía como
- la apertura del mercado nacional,
- ahora significa una huida en busca de oportunidades en países menos azotados por la crisis.
Desde la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), Ignacio Mulas advierte de que
- la salida de muchas compañías al exterior «es la única solución al desastre interior».
El sector se queja de
- el perjuicio que las medidas de ajuste de Fomento ha infligido a la construcción,
- la única vía que mantenía en activo a las empresas después del pinchazo de la burbuja inmobiliaria.
Hace unas semanas, el ministro José Blanco reiteraba que estudia el aplazamiento en la construcción de nuevas autovías, además de la suspensión de algunas proyectos.
Otra solución sería la financiación público-privada de las infraestructuras, una opción que no convence a los constructores.

ANA FERNÁNDEZ - "ABC" - Madrid - 5-Jul-2010

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