lunes, 1 de marzo de 2010

Chile: Luces y sombras de una gran catástrofe

Una catástrofe como la que se está enfrentando exige gran prudencia en los juicios.
Chile fue reiteradamente elogiado por autoridades y medios extranjeros por su preparación frente a situaciones de desastre en las horas iniciales tras el reciente terremoto.

Y, sin duda, frente a la magnitud de lo ocurrido, el país ha estado resistiendo en mejor pie que muchas otras naciones, incluso desarrolladas: en el pasado no lejano,
- sismos de menor intensidad han causado estragos comparativamente mayores en Japón, y
- el huracán "Katrina" evidenció las deficiencias que en este ámbito pueden darse aun en la superpotencia
estadounidense.

Probablemente, un sismo de 8,8 grados que alcanzara a la mitad más poblada de cualquier otro país de la región latinoamericana habría tenido efectos aniquiladores, en tanto que el nuestro, aunque malherido, ha seguido funcionando.
No obstante, precisamente porque Chile ha debido aprender de una larga y dolorosa experiencia en esta materia, el realismo exige registrar no sólo los logros, sino las deficiencias que habrá que corregir con miras al futuro.
La jornada de ayer puso de manifiesto no sólo el creciente número de víctimas -más de 700 muertos al cierre de esta edición-, sino también
- la trágica enormidad de los daños; pero además,
- demasiadas insuficiencias y fallas como para que podamos sentirnos satisfechos
.
Desde luego, resalta la evidencia de que
- el sistema oficial de comunicaciones, informaciones, transmisión de instrucciones, envío de socorros y equipos especializados
- es insólitamente deficiente para el grado de avance de la tecnología,
siendo de lamentar que, al menos en las primeras 36 horas, no hicieran excepción a esto ni las Fuerzas Armadas ni Carabineros-.
Las autoridades gubernamentales no mostraron disponer de redes alternativas para esos efectos si colapsan los medios normales por una emergencia.

De allí que la evaluación de la situación por la cúpula del Gobierno y diversas reacciones consiguientes fuesen lentas y a no pocos respectos importantes, tardías.
La muestra más grave de ello fue que la propia Presidenta de la República -tan justamente apreciada y querida por su incansable preocupación y su cálida sensibilidad ante la desgracia y la angustia de miles de compatriotas- descartara prematuramente la posibilidad de maremotos, que sin embargo se produjeron y cobraron víctimas.
El ministro de Defensa imputó al día siguiente la equivocación a la Armada, que ciertamente deberá explicar esta situación al país, pero subsiste el hecho de que
- el sistema de alarma temprana no funcionó, y
- los publicitados ejercicios realizados en años recientes para preparar a la población contra estas eventualidades
- no surtieron efecto en múltiples localidades costeras del territorio continental, ni en la isla de Juan Fernández.
- Todo lo anterior es inaceptable.
Igualmente incomprensible es que debieran aflorar saqueos en múltiples puntos de la zona estragada -principalmente en Concepción, pero también en la capital, como sucedió en Quilicura-, malamente controlados o no contrarrestados, para que, recién pasadas las 15 horas de ayer, el Gobierno resolviera declarar el Estado de Catástrofe -uno de los estados de excepción constitucional- por 30 días en las regiones de Maule y Biobío.
A esas horas, además del clamor de muchos alcaldes de las ciudades más afectadas por la delincuencia, ya toda la ciudadanía lo tenía largamente en claro, por la labor de los medios de información: lo conocido por los diarios, radios, televisión, internet y demás ("Esto es una guerra", fue la descripción de algunos observadores de esos hechos) hacía obvio que la seguridad pública estaba severamente amagada, y que
- el multisecular mecanismo constitucional para enfrentar tales casos habría debido utilizarse desde el día anterior, para evitar lo que luego sucedió.
No sorprende, en cambio, que otros servicios estatales como los de salud -sin reservas de sangre suficientes- o de Gendarmería -con fugas de presos y motines- estén mostrando redobladamente limitaciones que también se manifiestan en tiempos de normalidad.
También todo lo relativo a infraestructura -puertos, aeropuertos, carreteras- y a vivienda requerirá una reevaluación severa cuando se recupere la normalidad.
Tal vez fue temerario el juicio de un alto prelado que imputó la responsabilidad por fallas de construcción que costaron muchas lesiones y vidas al ánimo de "ganar unos pesos más" por parte de firmas constructoras, pero sería de esperar que instancias técnicas independientes de ellas, de los ministerios mandantes y de los concesionarios en su caso -como los colegios de Ingenieros y Arquitectos, institutos y facultades universitarias de esas especialidades- evacuaran un informe sobre la eficacia de las normas antisísmicas y similares en vigencia, así como sobre la real fiscalización de las mismas por las instancias competentes.
Porque pueden entenderse los desplomes de hospitales y cárceles vetustas, pero adquiere otra dimensión la gravedad de las fallas que han podido afectar tan gravemente la red vial del país, incluyendo a no pocos tramos de construcción moderna.
El grado de destrucción que muestra dicha red, y en particular la carretera norte-sur, espina dorsal del país, requerirá recursos ingentes para su recuperación e implicará un retraso en el desarrollo, el crecimiento y el empleo de todo Chile.
Es indispensable que las responsabilidades al respecto sean claramente establecidas.
Ahora, una enorme responsabilidad recae sobre los militares que, en virtud de la declaración del Estado de Catástrofe, tienen bajo su dependencia inmediata a las regiones de Maule y Biobío.
Por su intermedio, en dicho estado la Presidenta de la República puede adoptar (artículo 43 de la Constitución) las medidas administrativas necesarias para el restablecimiento de la normalidad, y restringir las libertades de locomoción y reunión -incluido el toque de queda-.
Se espera de las Fuerzas Armadas un rápido incremento de la coordinación y la eficacia de las acciones, para lo cual cabe anticipar que contarán con amplio apoyo ciudadano.
Editorial - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 1-3-2010

Consultora experta en catástrofes estima que pérdidas llegarían hasta US$ 30 mil millones.

Puertos destruidos, plantas forestales paralizadas y bodegas viñateras devastadas son parte del complejo escenario.
Empresa estadounidense Eqecat, especializada en desastres, basa su cálculo en el "daño masivo" a la economía chilena.

Daños en infraestructura y en áreas económicas clave podrían resentir la tasa de crecimiento prevista para 2010.
Además de
- las pérdidas humanas y
- las 500 mil viviendas destruidas, el terremoto
- ha paralizado total o parcialmente a importantes industrias del país.
Según la consultora estadounidense Eqecat -especialista en cálculos de desastres naturales-, las pérdidas económicas podrían sumar entre US$ 15 mil y US$ 30 mil millones.
La firma, fundada en 1994, trabaja específicamente en la elaboración de modelos computarizados para la administración de catástrofes.
El cálculo, publicado por Bloomberg y Business Week, entre otros, se justifica principalmente por el "daño masivo" que sufrió la zona central y sur del país.
En entrevista con TVN, el Presidente electo, Sebastián Piñera, validó tácitamente esta cifra, planteando que sólo
- "en vivienda podemos tener US$ 20 mil millones.
- En hospitales, US$ 4 o US$ 5 mil millones. Sumemos
- el daño en infraestructura vial, sumemos
- el daño en el Sistema Interconectado Central (SIC),
- en fibra óptica,
- el daño en todo el borde costero...
No tengo la cifra exacta, pero pueden ser del orden de
- los US$ 30 mil millones",
dijo la futura máxima autoridad.
A nivel productivo, no sólo Codelco se ha visto obligada a
- mantener cerradas dos de sus minas más importantes, sino que
- la industria forestal está paralizada, y estiman que no podrán reactivar sus operaciones al menos durante una semana.
En situación similar está
- la agricultura, que representa el 25% de la economía de las regiones más afectadas, y
- la industria vitivinícola también está en una situación delicada.
La actividad económica en la Región Metropolitana representa el 42,5% del PIB nacional, según datos del Banco Central a 2008.
Las Regiones de Valparaíso, O'Higgins, Maule, Biobío y La Araucanía, las más afectadas, representan otro 27,5%.
Para Rafael Amiel, de la consultora IHS Global Insight, lo más importante a nivel económico es que no se destruyan los medios de producción, como ha sucedido con el derrumbe de fábricas y pérdida de viñedos.
Uno de los principales medios es el transporte, que ha sido duramente golpeado a nivel de puertos y aeropuertos, vitales para las exportaciones.
Sin embargo, Amiel pide moderar las estimaciones. "Lo que hay que ver no es si se daña un puerto, sino si este se puede reemplazar y las exportaciones pueden seguir fluyendo", afirma.
El impacto en el PIB no debería ser mayor, según las experiencias pasadas en otros países.
Industria forestal paraliza por al menos una semana sus exportaciones
El segundo sector exportador más importante del país concentra la mayor parte de sus plantas de celulosas, aserraderos y faenas forestales en las regiones de Maule y Biobío.
Esta industria -que
- aporta el 3,5% del PIB nacional-
- realiza embarques semanales de US$ 50 millones en celulosa,
- equivalentes a 100 mil toneladas, y
- otros US$ 50 millones en distintos tipo de madera.
Los daños de las diferentes plantas aún no se pueden determinar, ya que no es posible acceder a todas ellas. Y en el caso de las que se han podido visitar, la falta de energía no ha permitido probar los equipos. La más afectada sería la planta de Constitución, propiedad de la empresa Arauco, ya que el tsunami llegó hasta el mismo lugar.
"Los expertos evaluarán a partir de mañana la magnitud de los daños. Podremos retomar el funcionamiento de las plantas en que no encuentren daños mayores en una semana, pero en el resto no se sabe, pueden ser dos", aseguró José Rafael Campino, presidente de la Corporación Chilena de la Madera (Corma).
Sumándose a esta situación, los puertos de Lirquén y Coronel -principales terminales del sector - se han visto afectados, no sólo en infraestructura, sino también en carga.
Respecto de las plantas de papel ubicadas en la comuna de Puente Alto en Santiago, en Valdivia y en la Región del Maule, su funcionamiento comenzará en cuanto se restablezca el abastecimiento de energía en esos sectores.

Mineras paralizadas retoman sus faenas
Luego de más de 34 horas de detención producto de la caída en el sistema de abastecimiento energético, los yacimientos de Andina y El Teniente, pertenecientes a Codelco, y los de Los Bronces y El Soldado, de propiedad de la inglesa Anglo American, reanudaron sus funciones en la tarde del domingo.
Según informó la minera estatal, las actividades en el yacimiento de El Teniente se retomaron en forma paulatina a partir de las 16 horas del domingo, en todas las unidades, mientras que Andina -en la Región Metropolitana- seguía detenida por falta de abastecimiento energético.
Anglo American, en tanto, señaló que se restableció la actividad en las dos minas de su propiedad que permanecían detenidas durante el domingo, pero sólo "parcialmente", debido a los cortes de electricidad.
Respecto de la información por heridos o daños materiales, Codelco informó que sólo se registró un herido leve en El Teniente, y confirmó que el abastecimiento de sus clientes está asegurado con la producción del norte del país.

No hay daños
Codelco informó que no se reportaron heridos graves ni daños materiales importantes.

Información - "El Mecurio" - Sgo. de Chile - 1-Mar-2010

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