lunes, 22 de marzo de 2010

Gravar o no gravar

En marzo de 1985, un fuerte terremoto sacudió a la zona central de Chile.
Veinte días antes había sido nombrado ministro de Hacienda Hernán Büchi.


Ahora que se discuten formas de financiar la reconstrucción de
- los bienes fiscales y públicos, además de
- las viviendas de las familias afectadas más vulnerables,
es interesante tener a la vista esa experiencia.
El ex ministro ha advertido sobre la inconveniencia de apelar a los impuestos como vía de financiamiento. Teme que ello, en vez de ayudar a la recuperación, pueda entorpecerla.
Es un punto de vista que debe considerarse. Los impuestos pueden contraer la actividad. En teoría,
- un aumento de recaudación impositiva que se gaste por el fisco produce un efecto expansivo en la economía, pero
- la evidencia empírica al respecto es contradictoria.
De hecho, en la reciente crisis a propósito del debate sobre estímulos fiscales, algunos estudios concluyeron que era más eficaz bajar impuestos que subir gastos.
Además, la discusión de los temas tributarios es siempre compleja, y la actual coyuntura no es adecuada para crear incertidumbres al respecto, porque puede desalentar la inversión que el país requiere con urgencia.
En su propia gestión, Büchi priorizó reformas estructurales que permitieron
- importantes avances en inversión y productividad,
- que elevaron el crecimiento potencial de la economía chilena y
- crearon un clima económico que permitió reparar oportunamente los efectos del terremoto de 1985
.
Es interesante notar que también entonces el país venía saliendo de una crisis económica, mucho más profunda que la de 2008-2009 para Chile, y éste no tenía la fortaleza fiscal actual.

Estas distintas realidades pueden sugerir que ahora es menos razonable recurrir a los impuestos que en esa oportunidad.
En 1985, los daños del terremoto se estimaron en poco más de 1.000 millones de dólares, esto es, del orden de 2.600 millones en valor actual. Es una magnitud bastante inferior a las cifras que circulan actualmente, pero también la economía era mucho más pequeña.
Y cabe recordar que ese año, como consecuencia del terremoto, se creó el impuesto específico a los combustibles.
Pero los efectos de éste sobre la marcha económica son muy limitados y puede aducirse que tiene un objetivo valioso, cual es combatir una externalidad negativa como la contaminación.
Además,

- más que destinarlo a financiar la reconstrucción,
- se lo usó para reducir tributos que incentivaban la inversión.
La experiencia pasada sugiere, pues, que
- no se debe desechar la utilización de los tributos, pero
- que ellos no causen distorsiones que puedan limitar el crecimiento y,
- más que a financiar obras específicas, se debe destinarlos
- a reformas estructurales que aumenten la productividad del país.

Editorial - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 22-Mar-2010

Los desafíos y dilemas de la reconstrucción
La actual coyuntura hace necesario buscar fórmulas que permitan reaccionar eficazmente en la búsqueda de recursos para la reconstrucción y por otro lado aumentar la eficiencia de la economía.

El terremoto del pasado 27 de febrero provocó un enorme daño sobre nuestro país. Desde el punto de vista económico, los principales efectos de éste han sido
- la destrucción de un porcentaje importante del stock de capital y
- la consecuente paralización de numerosas empresas. En especial en las zonas del epicentro del sismo
.
Para las nuevas autoridades, la tarea que tienen por delante es de gran complejidad, puesto que
- es necesario atender a la brevedad las necesidades de los damnificados por el terremoto,
- junto con la implementación gradual de políticas que impulsen el ritmo de crecimiento del producto de mediano plazo.
Si bien estas pueden aparecer como estrategias independientes, en la realidad ello no es así. En efecto,
- una inadecuada reacción a las urgencias de corto plazo
- puede comprometer las perspectivas de la economía, acrecentándose así los daños originados en un desastre natural.

Reconstruir para crecer
La destrucción de viviendas, caminos y fuentes de trabajo exigirá un importante volumen de recursos -públicos y privados- en los próximos años.

Desde el punto de vista de la política fiscal, esto hará necesario implementar un importante proceso de reasignación de recursos dentro del Presupuesto, en tanto las prioridades de los diferentes programas experimentaron un cambio significativo como consecuencia del terremoto.
No obstante ello, es razonable esperar que este año y también el siguiente el gasto fiscal crecerá por sobre lo inicialmente proyectado, lo que llevará -nuevamente- a un déficit fiscal superior al previsto en la regla de equilibrio estructural.
Sin embargo, se trata de una situación transitoria, la que no compromete la fortaleza de mediano plazo de las cuentas fiscales.
Si bien las graves consecuencias del terremoto hacen necesario privilegiar la rapidez en la reacción de las políticas públicas al complejo escenario económico y social que se ha configurado, resulta esencial procurar que esta respuesta sea coherente con la construcción de un cuadro favorable a la creación de empleos, la innovación y el crecimiento de la actividad productiva.
Esto implica
- contener y jerarquizar las presiones de gasto fiscal,
- junto con la búsqueda de mecanismos eficaces de financiamiento.
En este contexto,
- el alza de impuestos no parece ser un camino adecuado para enfrentar las tareas del crecimiento.

Disciplina en la adversidad
La actual coyuntura hace necesario buscar fórmulas que permitan
- reaccionar eficazmente en la búsqueda de recursos para la reconstrucción y
- por otro lado aumentar la eficiencia de la economía.
En este plano,
- la privatización de empresas públicas -total o parcial,

permitiría disponer de los recursos necesarios para financiar una parte importante del plan de reconstrucción, en el contexto de una estrategia de mejoramiento de la eficiencia global.
De hecho, frente a las propuestas de alza de impuestos sería interesante confrontar esta alternativa.
Una de las consecuencias más complejas del programa de reconstrucción es el impacto que provocará en los precios básicos de la economía. En efecto, es difícil que un escenario como el actual
- con un fuerte aumento de la inversión de reposición, en el contexto de una debilitada actividad en diversos sectores
- no provoque
- una presión a la baja del tipo de cambio real y
- al alza de las tasas de interés.
Desde luego, esta no es la combinación de precios relativos ideal para impulsar el crecimiento, especialmente en el contexto de un escenario internacional que sigue siendo incierto.
Curiosamente algunos economistas han sugerido reaccionar a esta realidad a través de la prolongación de una política monetaria expansiva junto con una fuerte expansión fiscal.
Adicionalmente se han planteado numerosas iniciativas, algunas de las cuáles representan una amenaza
- a la estabilidad y/o
- eficiencia de la economía.
No parece necesario subrayar el hecho que
- la política monetaria no es un instrumento apropiado para impulsar la reconstrucción del stock de capital destruido.
Más aun, el Banco Central no debe desatender su tarea de sostener ciertos objetivos de inflación de mediano plazo, lo que hace recomendable iniciar a la brevedad el proceso de retiro del impulso monetario.
Sin embargo,
- un manejo eficaz de la política fiscal
- tanto en términos de nivel y composición del gasto,
- como en lo que se refiere a la estructura de financiamiento del mismo,
puede contribuir a aminorar los costos de corto plazo que ocasionará el ciclo de reconstrucción.
Esencialmente en lo que se refiere a contener las presiones sobre
- el tipo de cambio real y
- las tasas de interés.
Por otro lado, en el contexto actual es aconsejable
- la aplicación de políticas que promuevan
- la flexibilidad laboral y
- estimulen el ahorro.
Este tipo de acciones permitirían acotar la presión al alza en
- el precio de los bienes no transables y
- las tasas de interés.
Para un segmento importante de la población, las condiciones de vida en que quedaron con posterioridad al terremoto son dramáticas. Esta situación exige de un importante apoyo solidario del resto de la población, junto con la aplicación de efectivas políticas de ayuda a estos sectores.
Sin embargo, esta ayuda debe ser coherente con el objetivo de que dichos sectores puedan sostener un mejoramiento duradero en sus condiciones de vida.
Así,
- sólo una férrea disciplina en la gestión macroeconómica es compatible con la minimización de los costos del terremoto.
Francisco Rosende - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 23-Mar-2010

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