jueves, 21 de octubre de 2010

De mayo del 68 a octubre del 2010

Y otro, parafraseando a Bakunin, remataba: "¡La pasión de la destrucción! Es una alegría creadora".

Da la impresión de que los franceses aún no han hecho la digestión del Mayo del 68 y acarrean desde entonces su pesado estómago.
Su afición por intentar alcanzar el caos en cada protesta parece tener algo de genético. Como si el ADN francés se hubiera impregnado de su azarosa historia, tan repleta de episodios de toma de La Bastilla.
Pero a diferencia de los tiempos en que
- esa misma historia cambió la historia de todos,
- los tiempos actuales se parecen más a una borrachera juvenil de fin de semana.

Aún no sabemos
- si el Mayo del 68 fue el inicio de un mundo nuevo,
- o los primeros estertores del final del viejo,
pero el balance ya no resulta tan esplendoroso como parecía en los tiempos de la nostalgia.
- "La barricada cierra la calle pero abre el camino",
decía uno de los grafitis de la literatura de la revuelta que fueron los muros de aquel mayo.
Y otro, parafraseando a Bakunin, remataba:
- "¡La pasión de la destrucción! Es una alegría creadora".
De aquella alegría que alzaba la imaginación al poder
- no nació un mundo nuevo,
- sino un caos mental considerable
que aún confunde

- cada protesta ciudadana
- con el inicio de una revolución.
Lo de estos días, por ejemplo, es inconcebible.

Que los sectores minoritarios que han declarado la guerra al Gobierno
- obstruyan las infraestructuras del país, paralizando el país entero,
- es muy preocupante en una democracia moderna.
Y resulta sorprendente que el Gobierno de Sarkozy, poco dado a la tibieza, haya permitido llegar hasta aquí. Aunque conociendo a Sarko, poco amigo de perder el control, debe de estar presto a tomar la iniciativa.
Sea como sea, la radical protesta sindical-estudiantil de estos días es

- bastante impresentable y
- aún más insolidaria.
De entrada, Francia está debatiendo llegar a la edad de jubilación de... ¡62 años! Es decir,
- recortar en dos años el enorme privilegio que han tenido los trabajadores franceses,
- jubilándose durante décadas mucho antes que el resto de sus colegas europeos
.
Una edad que, a todas luces, resulta insostenible mantener, so pena de entrar en un crac del Estado de bienestar.
Hay una diferencia entre
- luchar por los derechos o
- luchar por mantener los privilegios, y
- hoy la calle francesa está luchando por lo segundo.
Además, y como de costumbre, los que toman el asfalto imponen la ley del fuerte al resto y, en consecuencia,
- sustituyen la ley por la jungla.
Es un happening revolucionario
, más que una protesta, y es un pulso político, mucho más que una lucha ciudadana.

El problema está en el clásico de las barbas y el vecino... Cuando Francia estornuda, algunos países enferman de gripe, y en España algunos empiezan a tomarle el gusto a la toma del asfalto.
"Prohibido prohibir", decía el Mayo del 68, no se sabe

- si por exceso de alcohol
- o de estupidez.
Porque algo está claro. Ese patético lema
- no era el principio de la libertad,
- sino el final de la civilización.

Pilar Rahola - "La Vanguardia" - Barcelona - 22-Oct-2010

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