Gobierno de unidad nacional con grandes profesionales y una amplia base... en la que no falta el Vaticano.
Italia es
- sorprendente e inigualable.
- Imprevisible y camaleónica.
- Y, por supuesto, lampedusiana.
Todo está cambiando rápidamente en Roma para proteger lo esencial:
- la continuidad en el interior del hirviente caldero europeo de la larguirucha nación-mosaico
- unificada en 1861 por la burguesía piamontesa y lombarda.
En menos de quince días, un anciano de 86 años –el presidente de la República, Giorgio Napolitano– ha conseguido darle la vuelta al calcetín, al sucio calcetín berlusconiano, sin otra baja, por el momento, que el orgullo mortalmente herido del tribuno de Milán.
- Italia acaba de estrenar gobierno de unidad nacional.
- Ni golpe blanco,
- ni tiranía de los tecnócratas,
- ni puerta giratoria de Goldman & Sachs,
- ni eclipse democrático,
- ni pamplinas.
- Política en mayúsculas en un país que siempre ha contado con una potente élite profesional (en la economía, en la universidad y en las estructuras del Estado) autónoma de la política politizante. Profesores, embajadores, economistas, banqueros, dirigentes empresariales, militares, prefectos... de tradición católica y de tradición laico-liberal.
- Bien conectados con el Vaticano –muchos de ellos– o
- amigos de un círculo masónico –algunos–.
- Una élite relativamente alejada de la lucha partidista,
- pero nada distante de la cultura política.
- Sin fobias antipolíticas.
- Italia no es España.
- Gente capaz e influyente con una idea de la nación en la cabeza.
Con estos mimbres,
- el presidente Napolitano,
- el primer ministro in péctore Mario Monti, y –desde la distancia-,
- el nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi,
- han gestado un gobierno de unidad nacional que deja al berlusconismo en la cuneta.
- Estamos asistiendo a un episodio político relevante a escala europea. Muy relevante.
¿Un gobierno de unidad nacional sin políticos?
Efectivamente. Un gobierno de emergencia
- formado por profesionales de alto nivel y
- sostenido por una amplia base parlamentaria,
- por un determinado periodo de tiempo y con dos objetivos principales:
- evitar el hundimiento económico e
- intentar rehacer el prestigio de Italia en el mundo.
En la Europa del euro sólo Alemania, la poderosa Alemania, ha sido capaz de constituir un gobierno de unidad cuando las cosas le iban mal.
La Grosse Koalition del 2005. La democristiana Angela Merkel (35% de los votos) y el socialdemócrata Franz Müntefering (sucesor de Gerhard Schröder, con el 34%) se miraron a los ojos y decidieron mancomunar esfuerzos.
La gran coalición funcionó bien durante dos años; en los otros dos, a medida que la situación de fondo mejoraba, todo fueron codazos. Tras el negro episodio hitleriano,
- los alemanes han logrado reconstruir una cierta noción de bien común.
- Saben muy bien lo que no quieren –la inflación y la moneda débil;
- el naufragio de la República de Weimar– y van a seguir tensando la cuerda.
En los demás países europeos no es tan fácil que los líderes políticos se miren a los ojos y el segundo decida cooperar con el primero.
Tras la delirante experiencia berlusconiana, un gobierno de unidad integrado por los dirigentes de los partidos era imposible en Italia. Habría estallado al cabo de pocas semanas.
Una solución de ese tipo llegó a esbozarse la semana pasada. Se pensó en la posibilidad de que Monti gobernase flanqueado por dos pesados del centroderecha (Angelino Alfano y Gianni Letta) y del centroizquierda (Pier Luigi Bersani y Giuliano Amato).
La gravedad de la situación financiera y la confusión que en estos momentos reina en el interior de los dos grandes bloques políticos ha motivado que los propios partidos hayan dado marcha atrás. Han preferido no quemarse. Han delegado en los técnicos.
Hay antecedentes. Una vez aprobada la Constitución de 1948, con el país en ruinas y una fortísima confrontación política e ideológica en las calles,
- el primer presidente de la República fue Luigi Einaudi, gobernador del Banco de Italia y profesor de la Universidad Bocconi de Milán, el centro intelectual del que proviene Monti. En 1993,
- Carlo Azeglio Ciampi, gobernador del Banco de Italia, asumió el cargo de primer ministro
para poner las bases del ingreso en el euro. En 1994,
- Lamberto Dini, director del Banco de Italia, se hizo cargo de otro gobierno técnico
para proseguir la labor de Ciampi.
- ¿Eclipse de la democracia? Por favor, un poco de seriedad.
A los hechos. En sólo quince días y en medio de una brutal tormenta financiera, Berlusconi ve cómo se le desintegra la mayoría absoluta en el Parlamento tras haber perdido las últimas elecciones municipales (junio); atención: tras haber perdido la alcaldía de Milán.
- Se crea un peligroso vacío y
- los partidos deciden dejar el ajuste y la recuperación de la marca Italia
- en manos de la élite profesional. La Italia seria.
En quince días, Roma se desprende de Nerón y sus velinas, para aburrirse los próximos doce meses con los Monti, un matrimonio de Varese de perfil calvinista.
Todo ello urdido por un anciano de 86 años que hace tres décadas dirigía el ala derecha del Partido Comunista Italiano.
- Los técnicos intentarán sacar el país del bache,
- mientras los dos bloques políticos se reorganizan para competir en un nuevo terreno
de juego, sin la figura anómala de Berlusconi como piedra angular.
- Italia en estado puro. Bizancio, Roma, Venecia y Florencia.
- El nuevo gobierno está formado por profesionales de primera fila.
- El banquero Corrado Passera (Desarrollo Económico e Infraestructuras), hasta ayer consejero delegado de Intesa-San Paolo;
- el embajador en Washington Giulio Terzi di Sant'Agata (Asuntos Exteriores);
- el almirante Giampaolo di Paola (Defensa), organizador del ejército profesional..., y
- Andrea Riccardi (Cooperación), fundador de la Comunidad de San Egidio, activa organización católica de ayuda a los pobres y de mediación internacional, muy bien comunicada con la secretaría de Estado del Vaticano.
- Italia es así. En Italia acaba de triunfar la política.
Eric Juliana - La Vanguardia - Barcelona - 18-Nov-2011
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