miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tecnócratas y fetichistas

Los nuevos iconos
- ¿Los arquetipos sociales de nuestros jóvenes y adolescentes guardan algún parecido con

los de sus padres?
- ¿Quiénes son los nuevos iconos visuales?
- ¿Qué diferencias van del póster del Che Guevara al de Steve Jobs?
- ¿Sigue habiendo referentes que imitar?
- ¿Los buscan en el campo de los valores y la ética o en el del deporte, el espectáculo o

las nuevas tecnologías?

Una de las tareas más complejas que un científico social puede abordar consiste en

- diagnosticar los valores de un segmento de población.
En primer lugar, porque

- los valores no son entidades tangibles, no se perciben directamente,
- sino indirectamente, a través de los estilos de vida y,
en segundo lugar, porque
- dentro de cada colectivo existe una rica variedad de constelaciones,
- un hervidero de microcosmos que hace verdaderamente difícil la tarea de generalizar.
En las descripciones globales,
- las minorías pierden brillo y
- las excepciones palidecen.
Los adolescentes
constituyen un colectivo poliédrico y versátil y cualquier diagnóstico requiere de mucha prudencia y cautela.

Sin embargo, es posible entrever algunas constantes y líneas de fondo que se repiten con frecuencia en contextos muy distintos.
No cabe duda que
- su sistema de ideales y de valores se ha transformado velozmente en pocas décadas.
Los adolescentes de ahora
- son muy distintos de la imagen robot que los adultos nos hemos configurado de ellos.
- Sus modelos de vida, sus prioridades, sus formas de consumo y de interacción son

- cualitativamente distintos de cualquier tiempo pasado.
Son
- hijos de una sociedad ultratecnológica,
- navegantes habituales del océano telemático y
- consumidores masivos de las redes sociales.
- Ecosensibles y tolerantes, son escépticos políticamente y extrañamente se vinculan
para cambiar la sociedad.
Su mundo de relaciones se desarrolla

- con más vitalidad en el entorno virtual que en el presencial y
- se mueven en él como pez en el agua. E
Entre ellos y sus padres se abre un profundo abismo y ello es fuente de preocupación especialmente en los medios educativos, pues para educar
- se requiere el pacto empático y una cierta afinidad anímica para conectar.
Muchos adultos se sienten cada vez más lejos de sus hijos adolescentes.
- Sus arquetipos sociales ya no cuadran con los de sus padres.

Si por arquetipo se entiende el modelo social, el referente que se pretende imitar, se constata claramente que
- los referentes de los adolescentes ya no tienen el carácter utópico y social que presentaban en otros tiempos.
Los adolescentes del siglo XXI desconocen
- la figura del Che,
- la lucha de Martin Luther King y
- el mensaje de la no-violencia de Mahatma Gandhi.
- Para ellos, Marx es un espectro.
- Tampoco tienen en su horizonte mental personajes como Pedro Casaldàliga o
Rigoberta Menchú.
Su objetivo

- no consiste en cambiar el mundo,
- en denunciar las estructuras de injusticia para levantar un mundo más armónico y pacífico. Viven ajenos a las grandes luchas por los derechos sociales y por las libertades civiles y
- perciben el futuro como un túnel muy oscuro y
- el pasado como algo irrelevante y desconocido.
- Sacralizan el presente y tratan de gozar al máximo nivel de él,
en un intento desesperado de vivir el carpe diem con todos los instrumentos y los medios que la tecnología ofrece.
Sus iconos de referencia proceden del mundo musical, del deporte y, en particular, del fútbol. Son arquetipos que provienen del mundo del celuloide o innovadores en el terreno de lo tecnológico.

No es extraño que una de las figuras que más veneran sea el innovador y creativo Steve Jobs, recién traspasado.
Su fascinación por lo tecnológico es un fenómeno que llama la atención.
Requieren de la tecnología para desarrollar su vida social y cada vez son más el número de adolescentes que sufren tecnodependencia.
Se les ha creado artificialmente una necesidad de consumo que padecen acríticamente, de tal modo que
- experimentan gran inseguridad y hasta perplejidad cuando se les desposee de un artilugio tecnológico como el ordenador o el teléfono móvil.
Theodor Adorno
, filósofo de la primera generación de la Escuela de Frankfurt, acuñó un término muy apropiado para expresar este nivel de dependencia y de idolatría:

- el fetichismo tecnológico.
- Los adolescentes encuentran en el artilugio una especie de amuleto que
- les da seguridad y que les permite ubicarse en el mundo.
- Temen la desconexión y mucho más el silencio.
Creen estar conectados, ser parte de la sociedad, pero

- sus interacciones virtuales se ubican en un mundo ajeno a la realidad.
- Su tecnolatría carece de elementos críticos y ello les hace especialmente vulnerables a
la ideología del consumismo.
Al final, este acriticismo
- les convierte en seres dependientes, incapaces de distinguir entre necesidades reales
y artificiales.
Esta situación acarrea una grave paradoja:

- nos hallamos frente a adolescentes que poseen, por un lado,
- grandes habilidades y competencias digitales, pero, por otro,
- sufren un pernicioso analfabetismo simbólico, literario y espiritual.
Francesc Torralba Roselló - La Vanguardia - Barcelona - 30-Nov-2011

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