En medio del caos económico de Europa, una pregunta se vuelve acuciante:
- ¿Dónde está el FMI?
Creado en 1945 -como reflejo del fallo de la cooperación global durante la Gran Depresión- el Fondo Monetario Internacional tenía como objetivo
- impedir que los problemas de unos pocos países hundieran la economía del mundo entero.
- Los países que tuvieran problemas obtendrían créditos temporarios del FMI.
- Bajo la supervisión del FMI, ajustarían sus economías gradualmente para no
desestabilizar todo el sistema. Bueno,
- ése es exactamente el riesgo que presenta ahora Europa.
Es tentador pensar que los nuevos gobiernos de Roma y Atenas resolverán la agravada crisis económica europea.
Quizás lo hagan, pero
- las probabilidades no son muchas: más bien 20 a 1 que 2 a 1.
Las elevadas tasas de interés ya han impedido que Grecia, Portugal e Irlanda obtengan créditos de mercados privados.
- En 2012, Italia debe refinanciar casi 500.000 millones de dólares en deudas que vencen.
- Si no puede hacerlo, entrará en cesación de pagos o requerirá un enorme rescate que,
por el momento, parece estar más allá de las posibilidades de cualquier entidad europea o global.
- Las consecuencias podrían ser tumultuosas.
Una cesación de pagos probablemente causaría
- quiebras en masa entre los bancos italianos, que tienen 220.000 millones de dólares en
deuda del gobierno de Italia.
- Los ahorristas podrían retirar sus ahorros en pánico.
- Los bancos franceses, con 72.000 millones de dólares de deuda italiana también se verían en peligro.
- Si Italia entrara en cesación de pagos, los compradores de bonos podrían abandonar Francia y España.
Ya los mercados financieros han elevado las tasas de interés de la deuda italiana, española y francesa.
Ausente
Al enfrentar estas sombrías posibilidades, el FMI prácticamente ha desaparecido.
Sí proporcionó algunos fondos para Grecia, Portugal e Irlanda. Pero hace falta más, como dejó en claro el economista Arvind Subramanian, del Peterson Institute, en una carta abierta a la directora de gestión del FMI, Christine Lagarde.
- Lo que debe hacer el FMI es
- organizar un enorme Fondo de Rescate -de por lo menos entre 1 y 2 billones de dólares,
expresa Subramanian- para
- respaldar a Europa en caso de que más países pierdan acceso a los mercados de
crédito privados.
Los países podrían hacer uso de él a cambio de acatar las condiciones del FMI para reorganizar sus economías.
- De esta manera, el FMI podría cumplir con su misión primordial.
- No podría impedir una recesión europea, que quizás ya se haya iniciado. Pero
- podría impedir una caótica implosión del crédito, la confianza y los gastos, que amenazaría la economía del resto del mundo.
La Crisis
3 factores definen la situación de Europa.
Primero, La Crisis es tanto política como social y económica.
El "modelo europeo" de generosos beneficios sociales y empleos seguros se ve asediado.
Los estados de bienestar se han vuelto demasiado costosos para poder ser mantenidos por las economías de muchos países.
Deben reducirse los beneficios.
La austeridad que ahora se impone o se recomienda
- causa penurias directas, y ataca creencias y expectativas que
- han sido alimentadas durante décadas.
Segundo, Europa ya no puede rescatarse a sí misma.
Hay
- demasiados deudores potencialmente necesitados y
- pocas entidades de crédito creíbles.
El principal mecanismo de rescate -el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF- ya ha comprometido unos 250.000 millones de euros de sus 440.000 millones para Grecia, Irlanda y Portugal, informa el Institute of International Finance, un grupo de la industria (y fuente de la mayoría de los datos citados aquí).
Incluso
- un FEEF más grande probablemente no podría manejar Italia y, sin duda, España y Francia.
El Banco Central Europeo -la Reserva Federal de Europa-
- podría comprar cantidades ilimitadas de bonos gubernamentales.
Pero hasta el momento ha desdeñado ese papel, temiendo las consecuencias inflacionarias.
Finalmente,
- el FMI no está en posición hoy de rescatar a Europa.
En el último conteo, tenía unos
- 400.000 millones de dólares en fondos disponibles.
Esa cantidad
- no cubriría las necesidades de refinanciación de Italia durante un año. Así pues,
- el FMI necesita más dinero.
Obtenerlo no sería tarea fácil, señala Subramanian.
- Los europeos no quieren admitir que necesitan ayuda.
Estados Unidos, dice Subramanian,
- se resiste porque sus propias deudas le impedirían contribuir,
- lo que causaría una disminución de su poder.
China teme que
- la engañen convenciéndola a echar buen dinero en una inversión peligrosa; pero
- sin China, las contribuciones de otros países (Brasil, India, Arabia Saudita)
- no tendrían sentido.
Contra estos obstáculos, dice, Lagarde
- podría sostener que
- sin la ayuda del FMI, una debacle financiera
- podría causar una nueva crisis mundial.
Interrogantes
Cuando se lo creó,
- el FMI era una institución política dedicada a estabilizar la economía mundial.
- ¿Sigue funcionando?
- "Se ha producido un cambio radical en la economía mundial", escribe Subramanian.
Los acreedores tradicionales (los países ricos) y los deudores tradicionales (los países pobres)
- han cambiado de lugar.
Mientras tanto,
- los Contratos Sociales asumidos por las naciones más avanzadas,
entre ellas Estados Unidos,
- se volverán a redactar
- por designio o
- por la fuerza de los acontecimientos.
- La estabilidad económica depende del manejo del cambio político.
- ¿Pueden China, Brasil o India, y los principales exportadores de petróleo, ejercer su poder
financiero para el bien colectivo -incluyendo la salud de sus mercados de exportación?
- ¿Puede Europa modificar su sistema de bienestar sin paralizarse por los conflictos civiles
y las enemistades entre naciones?
- ¿O vamos en camino acelerado hacia una crisis futura,
- cuyo perfil distinguimos, pero
- parecemos impotentes para detenerla?
Robert Samuelson - El Día - La Plata - 19-Nov-2011
La crisis de Europa vista desde Tejas
Austin es la capital de Tejas y, además de tener una excelente universidad y de albergar la sede principal de Dell Computers, es una ciudad bilingüe en la que Norteamérica e Hispanoamérica se funden.
Entre los problemas que le causan incertidumbre figuran
- la inmigración,
- el desempleo de los licenciados universitarios (y de todos los demás) y
- la destrucción del medio ambiente.
A comienzos de noviembre, James Galbraith, economista de gran independencia y profesor en la Escuela de Asuntos Públicos Lyndon B. Johnson, invitó a algunos colegas de EE UU y Europa al Centro de Estudios Europeos de dicha universidad para
- debatir sobre la crisis en la eurozona.
Ese largo viaje mereció la pena. Los estadounidenses entramos en contacto con distintas y complejas perspectivas sobre Europa y los europeos se enteraron de que por lo menos nuestros académicos ya no hablan con triunfalismo.
Al mismo tiempo, en Cannes, nuestro presidente no era el principal mandatario de la reunión del G-20 y la afamada revista Foreign Affairs presentaba su último número, titulado
- ¿Ha llegado el fin de Estados Unidos?
Devolviendo la moneda, en una de las sesiones de la conferencia se preguntaban
- qué ocurriría "si Europa fracasa".
De boca de nuestros visitantes escuchamos que
- la crisis de la eurozona -la situación de Grecia, Italia y España-
- no tiene que ver con
- la deuda,
- los precios de los bonos o
- la regulación financiera.
Esos expertos en economía política versados en historia describieron
- una crisis de gobernanza, relacionada con
- opciones institucionales y morales.
Recordé la Europa a la que llegué por primera vez en 1952.
En Berlín, el estalinismo estaba a solo unas paradas de metro.
Las élites y las opiniones públicas de Europa occidental, con más ahínco del que abiertamente reconocían,
- ponían a sus naciones bajo la protección de Estados Unidos.
Pero, al mismo tiempo, preparaban un proyecto europeo, cuyo fin último, para sus artífices, era
- independizarse tanto de EE UU como de la URSS.
Su motivación estaba en las vívidas memorias de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y también de la Primera, no del todo lejana.
Los precursores del proyecto eran
- conservadores católicos nacidos en el siglo XIX (Adenauer, De Gasperi, Schumann),
a los que se unieron
- socialistas deseosos de revivir el internacionalismo que tanto les había fallado a comienzos de siglo y también
- liberales con apego a los derechos ciudadanos y humanos.
Los componentes económicos del proyecto europeo inicial eran discordantes.
Quienes defendían
- la economía social de mercado, de fervientes convicciones cristianas y no
poco paternalismo, creían tanto en la solidaridad intraeuropea como en el valor de
la subsidiariedad.
Los decididos partidarios de
- el liberalismo económico tenían su utopía: un mercado europeo libre de injerencias
gubernamentales.
- Los socialistas (y los sindicatos) se imaginaban una alianza internacional que regulara
e incluso limitara el capitalismo.
Quienes dieron a las primeras instituciones europeas el nombre de "Mercado Común" fueron proféticos. Ajenos a cualquier cosa que no fueran sus libros de cuentas,
- banqueros, empresarios y proveedores de servicios desplazaron
- sus eficaces iniciativas de presión, abandonando las capitales nacionales para
- instalarse en Bruselas.
Sucesivas generaciones de funcionarios y políticos (incluso o sobre todo algunos influyentes socialistas)
- se volvieron adictos a la "competencia" y la "desregulación",
- bloqueando realmente la construcción de
- empresas públicas o
- programas sociales
- comunes a toda Europa.
Durante el debate registrado a finales de los setenta y primeros ochenta entre un sector de la opinión pública europea y Estados Unidos a cuenta de la instalación de los euromisiles, un jefe de Estado Mayor italiano dimitió en señal de protesta por dicha instalación.
Gestos de ese tipo, en defensa de la economía política del Estado de Bienestar, no han sido frecuentes entre los economistas europeos, que en muchos casos
- han hecho suyas las obsesiones presupuestarias de sus colegas estadounidenses
y británicos.
Esto ha dejado a
- Gobiernos, partidos de izquierdas nacionales y funcionarios de la UE,
- intelectualmente indefensos frente a
- los errores sistemáticos y las invenciones interesadas
- que han utilizado las Agencias de Calificación para
- hacer jirones el tejido social europeo.
No se trata aquí de
- que Europa vaya o no a fracasar,
- sino de si puede enmendar el fracaso que ya se ha infligido.
Sus Gobiernos
- están reducidos a la inacción por culpa de
- su obsesión con el déficit y su negativa a
- oponerse a los poderes del capital organizado.
A menos que cambien de rumbo, sus naciones (incluso Alemania, donde la desigualdad de rentas va en aumento) caerán en
- el empobrecimiento, posiblemente en el caos y la desintegración,
- a los que seguirá el retorno del autoritarismo.
La democracia europea se está viendo deslegitimada por Gobiernos únicamente capaces de realizar maniobras tácticas.
Los estadounidenses nos enfrentamos a nuestro propio desorden democrático.
En Tejas, que al igual que otros Estados sureños
- salió de la pobreza gracias a las inversiones sociales del New Deal,
- están muy arraigadas la intervención del Estado y la redistribución económica,
que influyeron en Lyndon Johnson, nuestro último gran presidente.
Ahora Tejas sufre graves recortes de sus gastos en educación, sanidad y servicios sociales y, a largo plazo y como compensación, no se aprecia la tendencia a acumular bienes públicos.
En realidad, a pesar de sus singularidades, esto hace que Tejas se parezca mucho a los demás Estados.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, una poderosa corriente de ideas europeas cruzó el Atlántico.
- El progresismo de Theodore Roosevelt,
- la Nueva Libertad de Wilson y
- el New Deal y su legado
- incorporaron ideas del Viejo Continente, integrándolas en nuestras propias tradiciones sociales.
Durante las décadas de 1930 y 1940 algunas de esas corrientes fluyeron de nuevo hacia Europa, sobre todo durante la reconstrucción de la posguerra.
Muchos estadounidenses concienzudos esperaban que
- la UE nos proporcionara instituciones económicas y sociales con las que medir las nuestras.
- Confiábamos en aprender de los nuevos modelos sociales de un Viejo Mundo que hasta
no hacía mucho tiempo parecía bastante capaz de renovarse.
Lamentablemente, los europeos
- tienen buenas razones para sentirse defraudados ante sus propias acciones.
Curiosamente,
- la decepción que suscita el éxito del brutal ataque que, desde su propio seno,
- está sufriendo el modelo social europeo, coincide con
- un súbito desenterramiento del debate sobre la desigualdad en Estados Unidos.
Puede que haya
- posibilidades fundamentales de colaboración transatlántica entre
- fuerzas democráticas e igualitaristas partidarias de la renovación económica y social.
Pero, por el momento,
- el nuevo internacionalismo tendrá que esperar a conocer
- en qué acaban las luchas tan diferentes que se libran
- en Norteamérica y Europa.
Norman Birnbaum - Georgetown University - El País - Madrid - 19-Nov-2011
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