"Pocos temas técnicos tienen tanta influencia en la vida de las personas como
- el manejo de los tipos de cambio.
Esta observación, llevada a la práctica latinoamericana, cobra peculiar relevancia.
Y es que nuestra región
- pocas veces ha implementado consistentemente algún esquema de manejo cambiario.
Por ejemplo, entre los 50 y 60 (período en que posiblemente adquirimos ese pánico a dejar flotar el tipo de cambio),
- el grueso de la región quería tener todo controlado, precios de bienes y servicios públicos,
salarios y tipos de cambio,
- cerrar su economía a los flujos de comercio e inversión global,
- al mismo tiempo que implementar políticas fiscales y monetarias que
- supuestamente fundamentarían -bajo la receta de la despistadísima Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal)-
- fases de crecimiento permanente y autosostenido.
Este "miedo a flotar el cambio" tuvo como correlato severas irrupciones macroeconómicas en virtualmente todos los países de la región.
Así
- el manejo del tipo de cambio local fue por un buen tiempo percibido
- como una suerte de "bomba de tiempo" entre fases populistas y contractivas.
Períodos en los que
- la tasa de inflación,
- el tamaño del déficit en la cuenta corriente y
- el stock disponible de reservas internacionales
- configuraban el tablero de las luces rojas.
Los 90 trajeron consigo otra perspectiva.
Y es que el recetario del Consenso de Washington reflejó una odiosa comparación.
- América Latina se había hundido en sus errores económicos;
- mientras el Asia amenazaba con desarrollarse.
Así pues el inventario -incompleto- de las diferencias de manejo entre asiáticos y latinoamericanos le permitió a John Williamson dibujar
- un consenso de políticas económicas "recomendables" para la región.
Es bueno destacar acá que cualquier dibujo aprensivo de las diferencias entre América Latina y el Sudeste Asiático debió haber señalado tres planos,
- apertura comercial,
- mercados competitivos y
- dinero estable y
aunque los escritos originales de Williamson eran bastante timoratos, destacaba algunas flexibilidades y mejores manejos fiscales y monetarios, pero omitía reformas capitalistas de fondo,
- lo complicado implicaba la realidad.
Esa realidad que siempre nos recuerda que
- no importa lo que queremos decir,
- sino lo que la gente entiende.
Y lo que los gobernantes de América Latina entendían en el Consenso de Washington que
- implicaba usualmente la mitad de lo que Williamson acotaba.
Así, en el ámbito de política cambiaria, estas modas
- nos llevaron a barbaridades como el manejo cambiario en Argentina de Menen y De la Rua,
- ese "monumento" a cómo no se debe administrar una Caja de Convertibilidad-
- o a la "flotación del real brasilero" (mientras todos querían gastar y endeudarse).
En Perú de aquellos días (post primera administración de Alan García), los seguidores del Consenso de Washington entendieron que
- necesitaban cierto grado de flotación... pero
- "atenuada" por un manejo monetario sucio.
Aquí, como en el resto de la región, los gobiernos
- no dejaron de imponer innecesaria rigidez en la flotación de sus cambios.
En retrospectiva podemos decir que más allá de las correcciones asociadas a crisis de corto plazo en México, Brasil o Argentina; entonces,
- sólo Chile y Colombia implementaron manejos que
- no castigaron recurrentemente sus competitividades sectoriales.
Tratando de extraer una lección del pasado -aún en un contexto global muy diferente- vale la pena enfocar dos planos
- el micro (léase: es mucho más difícil manejar el tipo de cambio con mercados no-transables rígidos) y
- el de gerencia macro (léase: el manejar consistentemente el sistema cambiario elegido).
Es sobre este corolario cabe preguntarse:
- ¿qué tan inteligente es la política cambiaria hoy?
Aquí primero vale recordar que
- no hemos flexibilizado nuestros mercados internos.
La apertura comercial ha retroalimentado algunas mejoras en competitividad, pero
- la rigidez laboral existente configura una rémora pesada.
En segundo lugar emerge el problema de
- la probada inconsistencia del manejo administrado.
Resulta caro creer que
- podemos cumplir una meta inflacionaria y defender un piso nominal
- cuando el mercado esta significativamente distorsionado (por el BCR).
A pesar de todas las generosas críticas que recibe la política monetaria peruana (tan generosas como las que recibieron bancos centrales, mexicanos, argentinos o brasileros en su momento),
- la magia de los tipos de cambio y
- la consistencia que debe tener su administración
- nos amenaza hoy con pasarnos la factura.
- Estamos a tiempo de corregir".
Carlos M. Adrianzen - Univ. UPC - "América Economía" - Sgo. de Chile - 8-Feb-2011
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