domingo, 20 de febrero de 2011

Mito y realidad de las "revoluciones digitales"

Si en algo se ha insistido durante las revoluciones en el mundo árabe de las últimas semanas
es en:
-la importancia de las redes sociales e Internet a la hora de organizarlas.

Algunos han llegado al extremo de afirmar que
- sin Facebook o Twitter el cambio político en Túnez o Egipto habría sido imposible y que
- bastaría con extender su uso a otros países para obtener el mismo resultado
.
Pero
- ¿Es esto cierto o nos encontramos ante un nuevo cliché periodístico que
- reduce un fenómeno complejo a una única causa espectacular?
No es fácil saberlo, precisamente porque
- nadie ha tenido tiempo de estudiar el fenómeno en profundidad.
- Todo lo que se dice al respecto proviene de impresiones subjetivas.
- Los datos objetivos, en principio, no parecen sustentar la tesis.
La primera vez que la prensa empezó a hablar de «revolución Twitter» fue en Irán, durante las fallidas protestas del 2009.
Pocos se pararon entonces a pensar que
- el número de usuarios de Twitter en Irán (unos 8.000) los convertía en una minoría

muy pequeña,
- sobre todo porque entonces no era posible twittear en farsi, la lengua local.
La activista iraní Golnaz Esfandiari publicó entonces un artículo en la revista Foreign Policy en la que

- ridiculizaba la obsesión de la prensa occidental con Internet.
- «El viejo boca a boca, era, con mucho, el medio más importante que utilizamos los de

la oposición».
- «Todo el jaleo de Twitter -declaraba el también activista Mehdi Yahyanejad al Washington

Post-se reducía a un montón de norteamericanos twitteando entre ellos».
Esfandiari, de hecho, identificó a los tres twitteros más prominentes durante las protestas:
- uno vivía en Suiza,
- otro en Estados Unidos y
- el otro, en Turquía.

Móviles y televisión
Dos años después,
- el marchamo de «revolución digital» vuelve a aplicarse a las protestas del mundo árabe.
Pero de nuevo los números no encajan.
Juntos,
- Túnez, Egipto y el Yemen no llegan a los 15.000 usuarios de Twitter.
- Menos del 5% de los egipcios tienen perfiles de Facebook.
- En los otros países, el número es aún menor.
Aunque es muy posible que estos medios hayan facilitado a algunos manifestantes comunicarse entre sí,
- su importancia tiene que haber sido mínima en comparación con
- el uso de simples teléfonos móviles o la televisión satélite Al Yazira.
Parte del problema
está, posiblemente, en que tendemos a confundir

- la manera en que "recibimos" noticias nosotros y
- la forma en que "las transmiten entre sí" los participantes en las revueltas.
Mahmoud Salem
, el twittero más famoso de Egipto, su seudónimo es "sandmonkey", reconocía recientemente a la PBS norteamericana que
- en una ciudad con tanta "cultura de calle" como El Cairo
- los rumores son más veloces y eficaces que Internet.
De hecho,
- las revueltas se recrudecieron en un período en el que el Internet estaba siendo bloqueado
por el Gobierno.
Malcolm Gladwell
, en un ensayo en la revista New Yorker, llega incluso más lejos.
Considera que
- el «activismo Facebook» puede ser un obstáculo,
- al canalizar la motivación hacia una actividad pasiva y sedentaria en vez de
- a asumir los riesgos y las molestias del verdadero activismo.
Por otra parte, Evgeni Morozov, autor de "El espejismo de la Red", recuerda que
- imaginar Internet como una fuerza liberadora supone ignorar inocentemente que
- los Estados poseen siempre mayor capacidad tecnológica que los individuos.
Facebook
, con sus listas de contactos fácilmente accesibles,
- fue mina para los servicios de seguridad iraníes y egipcios.

Facebook, de hecho,
- cerró páginas antigubernamentales en Túnez hasta la caída del presidente Ben Alí.
Sea cual sea el impacto de Internet en la política actual, una cosa está clara:
- «Las personas que sientan la necesidad de protestar por una injusticia
- siempre encontrarán una manera de comunicarse»,
escribe Gladwell,
- «cómo lo hagan es menos interesante, a fin de cuentas, que
- la causa que los llevó a ello».
Miguel A. Murado - La Voz de Galicia - 20-Feb-2011

La rebelión de los jóvenes
- Hay una relación directa entre las manifestaciones de los estudiantes belgas y
- las de los jóvenes egipcios, iraníes, libios...

NO me refiero a los jóvenes que se manifiestan en las ciudades árabes contra sus gobiernos, sino a otros muchos más cercanos, pero no menos importantes, aunque apenas les hemos prestado atención.
En Bruselas, Amberes, Gante, Lieja, Lovaina y otras ciudades belgas, miles de estudiantes se han manifestado contra el hecho de que
- su país lleve 252 días sin gobierno,
- al ser incapaces los partidos políticos de ponerse de acuerdo.
Todo un record, aunque lo más sorprendente es que

- a ellas asistieron jóvenes flamencos y valones, bajo el lema de
- «División no es nuestro nombre»,
opuesto a la tendencia que empuja
- a la mitad norte del país, neerlandesa, a separarse de su mitad sur, francófila.
A los jóvenes belgas, esa viejísima rivalidad, fundada en la lengua, la religión y la historia, les parece - no ya anacrónica,
- sino ruinosa en los tiempos que vivimos,
- donde no sólo se derrumban fronteras en Europa,

- sino que se busca la homogeneización a escala planetaria.
«No queremos la división, porque los problemas son los mismos a ambos lados de la frontera lingüística. Queremos que un valón pueda elegir a un político flamenco, o viceversa, y que los trabajadores tengan los mismos derechos en Flandes que en Valonia», dijo el estudiante que cerró el acto en Bruselas, ante una pancarta que proclamaba:
- «La lengua no es el problema. Son los políticos».
Lo que ponía el dedo en la llaga.
- A los políticos «nacionalistas» les interesa mantener la división porque
- sus posibilidades disminuyen en un escenario nacional,
- donde la competencia es mucho mayor.
Nada de extraño que prolonguen y fomenten las divisiones
, aunque sea a costa de tener un país ocho meses sin gobierno, es decir paralizado, con todos los perjuicios que ello trae consigo, como está ocurriendo en Bélgica, donde

- han tenido que ser los jóvenes quienes salieran a defenderla.

- Hay una relación directa entre las manifestaciones de los estudiantes belgas y
- las de los jóvenes egipcios, iraníes, libios y bahreiníes,
pese a las enormes diferencias entre sus países:
- todos ellos están hartos de una clase política
- más atenta a sus intereses particulares que a los generales del país.
Algo que ha calado en la opinión pública de todos ellos y
- ha hecho descender el prestigio de los políticos a uno de los niveles más bajos de la historia,
- no sólo en los regímenes totalitarios, sino también en los democráticos.
A las nuevas generaciones, crecidas en internet y la televisión global, las diferencias nacionalistas, religiosas, lingüísticas y demás «hechos diferenciales» les dicen muy poco, sobre todo viendo que
- frenan el desarrollo de su país y les dejan sin trabajo.
- En el mundo árabe, su estallido es violento.
- En Europa, pacífica, de momento.
- Es España, siempre retrasada, inexistente.
- Pero todo llegará, aunque tarde como siempre.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL - ABC - Madrid - 20-Feb-2011

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