viernes, 11 de febrero de 2011

Todo el PODER para la "casta militar"

Encabezados ahora por Omar Suleiman, el décimo Ejército más poderoso del mundo se prepara para tutelar la transición.

La misma gerontocracia que representaba Mubarak (82 años) se asoma entre las bambalinas del poder en Egipto.
Es el Ejército, que asume el mando del Gobierno tras la renuncia del «rais» egipcio.
Una cúpula que, como Mubarak, está forjada en las leyendas de las batallas heroicas del estado moderno egipcio:
- Guerra del Canal de Suez (1956),
- Seis Días (1967) y
- Yom Kippur (1973).
Hasta ahora el papel del Ejército se ha caracterizado por la neutralidad.
Tratando de mantener distancias con las ínfulas de poder de Mubarak y posibilitando una transición cuando el mismo comandante en jefe se cansara de tensar la cuerda (como ayer con su último discurso).
- En Egipto, desde los tiempos faraónicos, el Ejército lo ha sido todo.
Además de proteger las fronteras y el cauce del Nilo tenían para sí todo tipo de trabajos administrativos, algo que no ha cambiado en exceso.
- Desde la caída de la monarquía del rey Faruk (1948), todos los presidentes
- Nagi, Naser, Sadat y Mubarak, ¿ahora Omar Suleiman?
- han sido militares.
Con una fuerza de 450.000 hombres
- 315.000 del Ejército de Tierra,
- 85.000 de defensa del aire,
- 27.000 del Ejército del Aire y
- 32.000 de la Marina,
según datos de GlobalSecurity—, el principal Ejército de África se sostiene con asesoramiento militar estadounidense, no en vano su cúpula militar se encontraba en Washington cuando la revuelta popular comenzó hace 19 días.
El Ejército egipcio es el décimo más poderoso del mundo.

Ministros militares

Militares son
- muchos ministros,
- el vicepresidente y
- el primer ministro,
- mandos del servicio de espionaje de la Muhabarat,
- responsables de empresas públicas estratégicas,
- de medios de comunicación,
- gobernadores provinciales...
- Constituyen una casta acariciada —a igual altura de los otros tres pilares del poder:
- partido, empresarios y Seguridad Interna
- que el régimen premia lo mismo que utiliza.
- El respeto es profundo y mutuo.
- Y el raís, su comandante supremo.
Como antes lo fueron Nasser y Sadat, hombres también salidos de la alta jerarquía castrense.
Pero en el caso de Mubarak, se trata además

- de un jefe investido de una aureola de leyenda por su papel en la revancha contra Israel de 1973,
- de un padre, que formó en su etapa como Director de la Academia del Ejército del Aire a numerosos de los actuales cuadros,
- de un ejemplo vivo de orgullo guerrero.
Y los soldados tienen por costumbre

- no contestar la voluntad de sus héroes.
Hasta ayer, día 18 de las manifestaciones, esta fuerza que cuenta con más de 3.850 carros de combate se ha ocupado de custodiar sobre el terreno los centros del poder establecido.
En lo retórico, han mantenido la ambigüedad, un equilibrismo dialéctico
- entre su lealtad al raís y a los egipcios de la revolución.
Varios analistas, entre ellos Brian Katulls, han visto en ello el síntoma de una división.
He aquí los nuevos hombres fuertes del Gobierno egipcio:
- Omar Suleiman: 74 años.
Vicepresidente de Egipto hasta ahora. Probable sucesor de Mubarak y presidente que tutelará la transición. Ex director de la Inteligencia de Egipto. Ingresó en la Academia Militar de Egipto a los 19 años de edad.
- Hussein Tantawi: 75 años.
Ministro de Defensa desde 1991. Mariscal de campo (mayor rango del Ejército egipcio). Apodado «el caniche de Mubarak».
- Sami Hafez Anan. 63 años.
Jefe del Estado Mayor. Apoyó las demandas de los manifestantes en la plaza Tahrir.
- Reda Mahmud Hafez Mohamed. 58 años.
Jefe de la Fuerza Aérea.
- Abdelaziz Seif-Eldeen. 61 años.
Jefe de la Defensa Aérea.
- Mohab Mamish. 62 años.
Jefe de la Armada.
L. L. CARO - E. VILLAREJO - ABC - Madrid - 11-Feb-2011

Como en 1952
Los titubeos de Obama en Egipto son la prueba de lo difícil que es compaginar la realidad con el idealismo.
Hosni Mubarak, aliado de Estados Unidos e Israel durante treinta años, entró ayer en la historia por la puerta de atrás, después de dieciocho días de revuelta popular.

El poder lo ha asumido la cúpula del Ejército
, una institución que recibe anualmente de Estados Unidos una ayuda de 1.300 millones de dólares.
- ¿Una revolución?
- ¿Una transición ordenada y genuina hacia la democracia?
- La dimisión de Mubarak significa que
- los militares han dado un golpe,
encabezado por el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantaui, y que
- los egipcios regresan a 1952,
cuando los oficiales libres de Gamal Adbel Naser derrocaron al rey Faruq I y pasaron a gobernar.
El siglo XX no fue un paseo para los árabes.
En 1918 británicos y franceses les dividieron la casa que querían que fuera común.
En 1948 asistieron, derrota militar mediante, al nacimiento del Estado de Israel.
En 1956 los oficiales libres egipcios nacionalizaron el canal de Suez y sólo Eisenhower los salvó de ingleses, franceses e israelíes.
Y en 1967, con una guerra relámpago, Israel asestó un golpe mortal al panarabismo.
Esta derrota
- modificó el mapa de la región, pero
- no alteró el orden social árabe.
Ahora, como sucedió antes en Túnez,
- la revuelta egipcia no se explica por el conflicto árabe-israelí,
- sino por el cansancio de una población a causa del desorden de las cosas internas
.
La revuelta popular egipcia ha puesto a prueba a Barack Obama, quien, una vez en la Casa Blanca, tendió la mano al mundo musulmán
- al admitir que en 1951, y en Irán,
- Washington actuó según sus intereses y
- no según los principios que decía defender.
“Estados Unidos intervino en el derrocamiento de un gobierno iraní democráticamente elegido”, dijo Obama en El Cairo. Pero los titubeos de la Administración Obama han demostrado ahora en Egipto
- lo difícil que resulta compaginar la realidad del poder con los principios.
Durante más de medio siglo, la diplomacia estadounidense, como las europeas, ha actuado en Oriente Medio predicando lo contrario de lo que hacía:
- por un lado, proclamaba su compromiso con la libertad, pero,
- al mismo tiempo, respaldaba a los autócratas.
“La política estadounidense en Oriente Medio ha tendido a
- enfatizar la estabilidad de los regímenes amigos
- sobre las aspiraciones democráticas de los árabes.
Este planteamiento se llama realismo en política exterior. La realidad de las calles de Egipto es uno de sus resultados”, ha escrito el editorialista de The Wall Street Journal para pasar factura a quienes criticaron la “agenda de la libertad” de George W. Bush.
Es cierto que el realismo en política exterior ha llevado a las potencias occidentales a apoyar a los autócratas árabes en nombre de la estabilidad.
Por eso, en el 2003, Bush pudo decir: “Sesenta años de excusas y acomodación de las naciones occidentales a la falta de libertad en Oriente Medio no han contribuido a que estemos seguros”.
Y Bush se comprometió después “a llevar a cabo el trabajo idealista de ayudar a establecer gobiernos libres”.
Pero fue un fracaso. Bush se desacreditó con una política impopular no sólo entre los árabes.
Después de Bush sonó la hora del realismo.
Perter Beinart, por ejemplo, tituló en Time: “Regreso a la doctrina Nixon”. Y, finalmente, llegó Obama, quien aparcó la “agenda de la libertad” y dijo que
- no hay una línea recta hacia la democracias en Oriente Medio.
Sus amigos dijeron entonces que el presidente traía bajo el brazo la cuadratura del círculo:
- el idealismo realista.
Dos años después, y ante la prueba egipcia,
- la Administración Obama ha titubeado.
Sus respuestas han sido, como ha escrito Andrew McGregor, autor de Military history of Egypt (2006), “confusas, ya que obviamente apoya la democracia pero Egipto ha sido su aliado durante treinta años”.
La Administración Obama
- ha respaldado las fuerzas del cambio, pero
- ha puesto el acento en la estabilidad, el orden y el gradualismo,
lo que, en palabras de Nicholas Kristoff en The New York Times, suscita un interrogante:
- ¿Por qué parece que la democracia es buena para estadounidenses e israelíes y mala
para los egipcios?
La respuesta parece sencilla:
- por el temor a que el beneficiario del nuevo orden sea el islamismo.
Y dado lo que dicen a Obama los dirigentes saudíes e israelíes –todos en el bando de Mubarak–,
- la calle egipcia teme que Obama se resigne a que
- el poder militar entienda el cambio al modo "lampedusiano".
- Si la estabilidad se impone a la democracia, y
- si los civiles no entran a formar parte del gobierno,
- la decisión no será ajena al miedo a que
- Obama pierda Egipto como se perdió Irán.
Xavier Batalla - La Vanguardia - Barcelona - 12-2-2011

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