La única manera que tiene una democracia de producir buenas ideas es permitir que las malas sean aplicadas
Desde que empezó la crisis y se vio que algunas economías europeas, como la española, estaban poco preparadas, la prensa internacional, en especial la americana y la británica, publicó una y otra vez que
- la UE corría el riesgo de disolverse y
- las monedas nacionales enterradas hace sólo 10 años podían volver.
De derecha a izquierda, desde
- el conservadurismo yuppie del "Wall Street Journal" hasta
- la izquierda populista de Paul Krugman en el "New York Times", pasando por
- el liberalismo pop de "The Economist" o
- el encorbatado del "Financial Times",
la prensa que articula el debate geopolítico parecía una casa de apuestas:
- ¿Cuándo tardará el euro en romperse?
Ahora bien, Alemania ha actuado durante toda la crisis asumiendo que
- el fin del euro lo empeoraría todo.
Este verano, con
- la compra de deuda pública italiana y española por parte del Banco Central Europeo y
- la creación del Fondo de Rescate Común,
Merkel ha abierto el camino hacia una UE más unida.
Estamos "al borde" de la creación de eurobonos, es decir,
- de emisiones de deuda pública garantizadas por toda la Unión.
- Alemania avala.
Su condición para responsabilizarse del desastre, sin embargo, es
- la contención del déficit público de los países derrochadores.
La reforma constitucional pactada a toda prisa por Rajoy y Zapatero estos días
- busca dar a Alemania y a los mercados
- la garantía de que el aval no será utilizado para endeudarse más.
La credibilidad de los políticos españoles, a tres meses de las elecciones, es tan miserable que
- no basta con una ley.
- El coste del desprestigio español es reformar la Constitución, y rápido.
La reforma, que
- pone un límite al déficit público y
- lo vincula a las decisiones europeas,
- es el "certificado de defunción" de las políticas keynesianas,
como el Plan E, basadas en la idea de que
- cuando los privados no gastan por culpa de una crisis,
- el estado debe endeudarse para sustituirlos.
Prohibir a Keynes en la Constitución puede ser
- una buena medida a corto y largo plazo, pero
- supone una aniquilación ideológica en toda regla.
El programa económico
- de IU, y de buena parte del PSOE, pasa a ser inconstitucional.
Con razón Rubalcaba lleva tres días aguando la propuesta.
El mínimo exigible sería un referéndum.
Al fin y al cabo,
- la única manera que tiene una democracia de producir buenas ideas es
- permitir que las malas ideas sean defendidas, e incluso aplicadas.
El problema es que
- Europa no puede permitirse las malas ideas españolas.
Por eso
- esta no es una medida anticrisis,
- es una medida anti políticos españoles.
Si la UE no fuera una burocracia opaca, si el Parlamento Europeo fuera un parlamento de verdad y las decisiones no las tomaran Merkel y Sarkozy según sus necesidades internas, podríamos celebrarlo.
Pero la realidad es que
- nos estamos acostumbrando a que
- el poder esté cada vez más lejos de las urnas.
- ¿Podemos aceptar la ilegalización de la izquierda keynesiana?
- La pregunta es perversa porque se responde sola:
- no depende de nosotros.
Jordi Graupera - La Vanguardia - Barcelona - 27-Aug-2011
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