Como es de sobra conocido, resulta "políticamente correcto"
- adoptar posiciones pesimistas sobre el futuro de la humanidad y, aun, de nuestro planeta.
Parecería que obrando así uno fuera
- más inteligente, más consciente y responsable, y no pecaría de ingenuo.
Pero, mirando objetivamente el panorama que tenemos por delante, comprobamos que
- los agoreros están equivocados.
Millones y millones de años soportando
- destructivos (y creativos) glaciares,
- erupciones, terremotos, surgimiento y fraccionamiento de masas continentales,
- erosiones, tormentas, huracanes y tifones,
- períodos de extinción y nacimientos de animales y de plantas,
hacen que
- las alarmas actuales (calentamiento global, por ejemplo) deban ser consideradas como
- uno de los tantos factores de la evolución planetaria.
Dentro de estos parámetros hay que inscribir los planteos de la ecología, preocupada loablemente por mantener la sustentabilidad del hombre en el entorno de una naturaleza amigable y vigorosa.
Pero,
- a veces, se exagera un poco y se hace cundir temores infundados.
Es obvio que
- la minúscula influencia humana nada puede hacer frente
- a la magnitud de las eras geológica que nos rigen y nos regirán.
- Contra ellas nada podemos, salvo hacer fructificar nuestra condición de
- seres relativamente libres, lo cual nos permite crecer.
En tal sentido, no podemos quejarnos demasiado.
- La aventura humana sobre la faz del globo es positiva:
- desapareció el estado de guerra cotidiano,
- aumentó la riqueza disponible,
- descendió el número de horas de trabajo,
- creció el tiempo libre que ahora es destinado al esparcimiento,
- disminuyó la pobreza,
- se extendió el alfabetismo,
- mejoró la salud de la población y
- se elevó el promedio de vida.
- Hasta el aire es más puro en los países desarrollados que lo contaminaban...
Todo esto es consecuencia de
- una actitud universal de no oponerse a lo que se asocie con un eventual progreso,
- aunque disguste o perjudique en el corto plazo.
Claro está que era tradicional y más poético, si se quiere, cruzar los campos a caballo, antes que apareciera
- la limitación impuesta por los alambrados,
- pilar de la propiedad privada rural y
- de la revolución genética del ganado.
Tampoco eran, ni son, de valor estético las torres y líneas de transmisión eléctrica y telefónica que se ven por doquier, pero que, al igual que las chimeneas fabriles, son signos de la calidad de vida de las sociedades.
- ¿Y las rutas y los caminos?
- ¿Se quiere una mayor agresión al medio ambiente y a la tranquilidad bucólica de la campiña?
Pero,
- ¿quién se animaría a proponer su eliminación?
Lo apuntado viene a colación porque grandes extensiones de varios departamentos del interior del país transitan, o esperan hacerlo, por etapas de
- prospección, exploración o explotación de metales y minerales.
El principal proyecto actual es el de la minera Aratirí, que desató la oposición de varios sectores agropecuarios de las respectivas zonas involucradas pues consideran que
- se afectará su calidad de vida y la eficiencia de su producción.
Lo cual es muy atendible, por cierto. Pero constituye solo uno de los platillos de la balanza.
En el otro, aparece la posición de quienes sopesan más las ventajas de ese tipo de emprendimientos que los inconvenientes.
Y en el haber anotan factores de entidad innegable:
- creación de miles de nuevos empleos con salarios superiores a los que se pagan actualmente
en esas regiones,
- desarrollo del comercio en escala sin precedentes, de la hotelería, del turismo, de
la construcción, etc.
La minería meramente extractiva, es verdad, deja buenos dividendos económicos a sus beneficiarios y muy pocos avances culturales a la sociedad pero, en cambio, puede y debe ser
- la base insoslayable para el asentamiento de industrias metalúrgicas,de tecnología superiores y de un mundo nuevo.
- ¿Nos negaremos a seguir los pasos de los países desarrollados que, en ningún caso, dejan de explotar
los recursos minerales que puedan contener en su subsuelo?
- ¿Será posible que nos arredre la visión de una enorme zanja minera y que no pensemos en la posibilidad
de rellenarla, si ese es el precio a pagar para iniciar la aventura hacia un país pleno de posibilidades?
Editorial - El País - Montevideo - 16-Aug-2011
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