martes, 9 de junio de 2009

Mano tendida a los árabes

- Mano tendida al mundo árabe, del que EE UU "nunca" será enemigo;
- llamamiento a ese mismo mundo árabe a combatir el extremismo islamista;
- afirmación de que los intereses norteamericanos, lo mismo que los de Israel y Palestina -mencionada por primera vez así y no con el vocablo habitual: "Estado o Autoridad Palestina"
- exigen la coexistencia de dos Estados: ésta es la sustancia del discurso de Barack Obama en El Cairo, un momento importante en la definición del nuevo rumbo que está tomando EE UU.


Para convencer, Obama puso en el empeño todo su talento y una buena parte de sí mismo, de su historia personal, fruto de una doble identidad y de su fe total en las virtudes del modelo norteamericano.
Además tuvo buen cuidado de no evitar nada:
- las raíces históricas de las tensiones con el mundo musulmán,
- el peso de los estereotipos que presentan al islam como una religión violenta y a Occidente como un enemigo del islam;
- la lucha contra el extremismo y los medios de esa lucha,
- las condiciones de la paz entre Israel y Palestina,
- el rechazo a ver cómo Irán se hace con el arma nuclear,
- los derechos humanos,
- los de las mujeres,
- la libertad religiosa, etc.
Se había hecho lo necesario para que un máximo de personas de todas las nacionalidades pudiera seguir el discurso en directo, tanto a través de Internet como de las televisiones o incluso de mensajes SMS, y en 13 idiomas.
Este discurso, minuciosamente preparado y sopesado, tiene una triple significación:
- la de un cambio de rumbo diplomático,
- la de una ambición (restaurar la imagen de EE UU, destruida por su predecesor, y devolver al país su capacidad de influencia), y,
- finalmente, es la marca de un desafío personal, a saber, asumir el símbolo del sueño americano que encarna tanto en el interior como en el exterior.
El cambio reside en el retorno a la diplomacia y la búsqueda del consenso siempre que sea posible.
Y también con Irán, en cuya política reconoce Obama una amenaza para la paz. Es lo contrario de la guerra preventiva puesta en práctica por George Bush, tras ser teorizada por los neoconservadores: el acontecimiento ya no lo crea el desencadenamiento de las operaciones militares, sino un discurso, el verbo de un predicador que manifiesta una creencia en el hombre cuasi religiosa.
Otra prueba de este cambio: la actitud respecto a Israel. Ya no se trata de respaldar al Estado hebreo pase lo que pase, sino de obtener la paz persiguiendo un equilibrio que sólo Bush padre había buscado antes que él.

En otros términos:
- la alianza con Israel es "indestructible", pero la situación de Palestina es "intolerable".
Obama ha evocado este tema en Normandía, en la conmemoración del desembarco aliado. Para él no se trata de imponer un plan de paz, sino de conseguir que, aunque sea difícil, las dos partes acepten la idea de que no pueden vivir la una sin la otra. Es una línea que se corresponde punto por punto con lo que esperaban los europeos.
Con el uso de las palabras exactas (para describir el "sufrimiento" de los palestinos, evoca la "humillación que acompaña a la ocupación"); para estigmatizar a los que odian a Israel, declara "odiosos" a los que niegan el Holocausto; luego, instruye el proceso, en la Historia, del uso de la violencia, que los palestinos deben "abandonar".

¿Dónde está la novedad?
En la afirmación de que el nacimiento de un Estado palestino ya no se considera un deseo, sino algo conforme a los intereses nacionales norteamericanos. La diferencia es enorme.
La firmeza prevalece, tras el llamamiento reiterado al diálogo:
- sí a la energía nuclear de uso civil,
- no a una proliferación militar que podría arrastrar a toda la región a una carrera de armamentos mortal.

¿Rehabilitar la imagen de EE UU?
Con algunas citas del "santo Corán" como refuerzo y apoyándose en todo lo que en el islam predica la tolerancia, se trataba de mostrar que las culturas se encuentran en los valores de los derechos humanos, recordando de paso todo lo que la civilización moderna debe a la musulmana.
Tampoco olvidó apelar a los derechos de las mujeres y a las libertades. Eso sí, sin hacerse demasiadas ilusiones para lo más inmediato: un discurso, previno el mandatario, no puede borrar años de tensiones e incomprensión por sí solo.
El camino será largo, pero ya está trazado. De algún modo, Obama pone una condición: que cada país musulmán asuma su parte en la lucha contra el extremismo. Éste lleva sólo un nombre: Al Qaeda.

Corolario
- EE UU dejará "Irak para los iraquíes" y
- abandonará Afganistán cuando Al Qaeda sea vencida.
En cuanto al desafío personal,
- cómo no admirar la reivindicación de la identidad de un "cristiano" que invoca
- la condición musulmana de su familia paterna,
- sin perder nunca de vista las virtudes de los "padres fundadores",
en las que se inspiró para nutrir su célebre y muy bello "discurso de Filadelfia" sobre las "razas" en EE UU, fundamento de la América "posracial" que tanto desea.
Del mismo modo, en El Cairo Obama tenía la ambición de sentar las bases de un mundo posterrorista. ¿Utópico? ¿Quién va a quejarse?

JEAN-MARIE COLOMBANI - "El País" - Madrid - 9-Jun-2009

lunes, 8 de junio de 2009

Las materias primas enredan la crisis

Los precios del petróleo, los metales y los alimentos se aceleran pese a la debilidad de la demanda .
Los fondos especulativos vuelven a los mercados de futuros.

En los peores meses que se recuerdan para la economía desde la II Guerra Mundial, el precio del petróleo ha subido un 88%. Y lo ha hecho con la demanda en franca retirada y los depósitos rebosantes de crudo.
En paralelo, la cotización de los metales recupera parte del terreno perdido, cuando la producción industrial cae en picado. El oro apunta al récord de los 1.000 euros por onza. Y el trigo, la soja o el maíz rondan ganancias del 10% en las últimas semanas. Nadie dijo que entender esta crisis fuera sencillo, pero los mercados de materias primas lo ponen muy difícil.

"La especulación está volviendo en todas las materias primas", sentenció Abdalá el Badri, secretario general de la OPEP, cuando se le inquirió por las razones que han llevado al brent a rozar los 70 dólares por barril.

"El repunte se debe en buena parte a la normalización del crédito", opone el último informe de Goldman Sachs. "Los precios de las materias primas se benefician de la mejora del sentimiento económico", agregan los expertos de Barclays, en referencia a los manoseados brotes verdes. Y siempre queda la fortaleza de la demanda china, el comodín de todos los análisis.
Más allá de explicar la escalada de las materias primas en plena recesión, la duda se centra en si las cotizaciones se desinflarán o en si esto es el principio de otra etapa de precios al alza. Una alternativa que complicaría mucho más la salida del laberinto en el que está la economía mundial.
El precio del petróleo, los alimentos y los metales protagonizaron hasta mediados de 2008 un ascenso meteórico. Eso se tradujo en
- una gran presión inflacionista en economías avanzadas y emergentes; y
- en una crisis alimentaria en varios países pobres.
Finalmente, la sequía de recursos financieros, pertinaz desde la quiebra de Lehman Brothers en septiembre, dejó sin aire a las apuestas que se hacían en estos mercados. Y el argumento de que la economía se hundía acabo imponiéndose, lo que devolvió los precios a valores mucho más bajos.
Pero ahora, cuando los precios del consumo caen y se mira de reojo la amenaza de la deflación, el repunte de las materias primas da argumentos a los que creen que el mayor obstáculo a la recuperación económica vendrá del flanco opuesto.

"Se eleva el riesgo de que haya una inflación significativa", constata Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.
"A finales del próximo año, los mercados volverán al sitio en el que estaban a mediados de 2008", afirma Goldman Sachs, que vaticina un barril de petróleo cercano a los 100 dólares para entonces.

Si el pronóstico se cumple, la inflación, en paradero desconocido ahora, reaparecería pasada de vueltas, con tasas cercanas al 5%.
El temor a un repunte de la inflación es, precisamente, uno de los motores de la revalorización de las materias primas. La paradoja es que esa reacción alimenta la espiral inflacionista. El mecanismo se puso en marcha tras la decisión de los bancos centrales de imprimir dinero para inyectar liquidez en la economía.

Muchos inversores creen que el vertiginoso aumento de la masa monetaria llevará más pronto que tarde a más inflación. Y, para evitar que su dinero pierda valor, buscan refugio en activos como el oro. La depreciación del dólar -impulsada por el mayor recorte de tipos de interés en EE UU y el uso masivo de medidas extraordinarias para inyectar liquidez- abarata la apuesta por las materias primas, cuyo valor se fija en divisa estadounidense.
Las tradicionales dudas sobre si la oferta de petróleo, alimentos o metales será suficiente para abastecer la demanda mundial hacen el resto.

"Está extendida la idea de que habrá escasez a largo plazo, pero también está claro que el mercado no sabe qué valor poner a esa escasez", explica Jorge Fernández, de Intermoney Energy.
Es terreno abonado para la volatilidad y la incertidumbre, campo de juego favorito de los fondos de inversión más especulativos, que han retornado a las materias primas con fuerza.
Pero la diferencia entre los precios de las materias primas en los mercados de futuros y el valor que señalan la oferta y la demanda es "brutal", en palabras de un experto del Servicio de Estudios del BBVA.

La Agencia Internacional de la Energía prevé una caída del 3% en el consumo de petróleo este año. Los productores ajustan la oferta, como ha hecho la OPEP en los últimos meses.
Pero eso amplía su capacidad de responder con rapidez a cualquier repunte de la demanda, lo que junto al histórico nivel de los depósitos de almacenamiento debería presionar los precios a la baja.
A diferencia de Goldman Sachs, los analistas del BBVA creen que la debilidad de la demanda marcará un camino de vuelta a precios más razonables. Los expertos del banco español añaden que si EE UU sale antes de la crisis, como vaticinan casi todos los pronósticos, el dólar se revalorizará, lo que encarecería las compras en estos mercados.
Pero lo que se puede dar por seguro es que,

- si la lógica financiera sigue ignorando las señales que envía el resto de la economía,
- será el debate sobre el funcionamiento de los mercados de futuros y de los fondos de inversión especulativos lo que cotizará al alza.
ALEJANDRO BOLAÑOS - "El País" - Madrid - 8-Jun-2009

lunes, 1 de junio de 2009

..."Se precisa sindicato modeno con buena presencia"

UNA tarea inaplazable: la necesidad de replantear
- el sentido,
- la representatividad y
- lapráctica
del llamado "sindicato de clase trabajadora".

Para empezar, "el sentido".
- ¿Qué sentido tiene hoy el sindicato de clase trabajadora en una España en que más de las dos terceras partes del empresariado es autónomo o se inscribe en una pequeña y mediana empresa que emplea pocos trabajadores?
- ¿Qué sentido tiene hoy el sindicato de clase trabajadora en un mundo globalizado que sobrepasa fronteras e intereses regionales a velocidad de vértigo?
- ¿Qué sentido tiene hoy el sindicato de clase trabajadora en España, así como en el mundo desarrollado, cuando la industria cede el paso a la producción de mercancías de creciente valor añadido que incorporan alta tecnología y cualificación profesional y técnica?

Unas preguntas que tienen su respuesta:
- cuando el empresario es el trabajador,
- cuando los trabajadores están empleados en pequeñas unidades de producción y tienen unos intereses que generalmente difieren de los de la clase a la que se dice que pertenecen,
- cuando las decisiones empresariales se toman en función de otras decisiones tomadas por empresarios emplazados más allá de las fronteras regionales,
- cuando la clase trabajadora se ha segmentado en función de la habilidad profesional y la cualificación técnica,
- cuando eso ocurre, el sindicato de clase trabajadora pierde el sentido.
En el mejor de los casos, sólo tiene sentido para un número cada vez más reducido de trabajadores empleados en industrias de tecnología y cualificación discretas.
En general, dicho sindicato deviene una organización corporativa y gremial -vertical, podríamos añadir- que defiende unos intereses personales e intransferibles que no son los de una clase trabajadora que, por lo demás, no existe como tal.
- ¿Quién es capaz de asegurar qué trabajadores pertenecen o no a la clase trabajadora y en función de qué criterio?
- ¿Quién es capaz de señalar cuáles son los intereses de la -en singular- clase trabajadora?
- ¿Por qué los intereses que dicta el sindicato de clase trabajadora han de corresponder necesariamente con los intereses de los -en plural- trabajadores?
- En definitiva, el sindicato entendido al modo tradicional pierde el sentido que tuvo en el XIX y primera mitad del XX.

La pérdida del sentido conduce a la representatividad.
- ¿A quién representa un sindicato de clase trabajadora que se caracteriza por el bajo número de afiliados, que en las elecciones sindicales moviliza a un escaso número de trabajadores y, en consecuencia, resulta ajeno a la mayoría de quienes dice representar?
- ¿Cómo es posible que este sindicato tenga la pretensión de enmendar, bajo presión, la política de un gobierno -por ejemplo: el salario mínimo, el gasto público y otras variables que influyen poderosamente en la marcha de la economía- que ha sido elegido democráticamente por la ciudadanía?
- El sindicato, sin legitimación política real, intenta apropiarse de un derecho y un poder que nadie le ha otorgado.
A lo sumo, como señala la Constitución, «los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que le son propios».

Y ya que hablamos de representatividad y democracia, me van a permitir que me meta en camisa de once varas. Si la representatividad del sindicato de clase trabajadora es un asunto que replantear y revisar -con lo que ello conlleva-, también lo es la cuestión de la democracia interna de dicho sindicato.
Y es que el corporativismo y el gremialismo subrayados se traducen en una organización de rasgos frecuentemente autoritarios en que la elite dirigente no sólo determina la táctica y estrategia que seguir -cosa lógica en toda organización-, sino que tiene a su alcance y disposición los métodos necesarios para cooptarse en el poder.
En este sentido, el sindicato de clase trabajadora es, con toda probabilidad, una de las organizaciones civiles modernas que más se aleja -más, incluso, que los partidos políticos- del funcionamiento democrático.
No es exagerado afirmar que, como señalara George Bernard Shaw, «ningún rey tiene tan seguro el lugar de trabajo como un dirigente sindical».

"Dirigente"
Todo un detalle, que durante décadas -perdonen la demagogia de los hechos- ejerce el cargo sin bregar en fábrica o departamento. Y, por tirar del hilo, los sindicalistas liberados, es decir, quienes en teoría representan más directamente a los trabajadores, también se pasan décadas -más demagogia de los hechos- sin bregar en fábrica o departamento.
Por cierto -sigue la demagogia de los hechos-, dichos liberados nunca pierden el lugar de trabajo cuando la empresa solicita, por ejemplo, un expediente de regulación de empleo. La realidad supera la ironía del comediógrafo irlandés George Bernard Shaw.

Finalmente, resta hablar de "la práctica" del sindicato de clase trabajadora
El sindicalismo corporativo y gremial, que con frecuencia suele ser una rémora para el desarrollo económico y el trabajador que dice representar, debería ceder el paso a un "sindicalismo liberal".

¿De qué se trata?
En primer lugar, dicho sindicalismo no debería oponerse
- a la globalización económica liberal
- ni al incremento de la productividad y la competitividad.
Y ello, porque eso beneficia a los intereses, no sólo de empresarios, sino también de trabajadores y ciudadanos.
El "nuevo sindicalismo" -que a buen seguro necesita de nuevos sindicalistas- debería impulsar otras prácticas. Por ejemplo:
- la liberalización del mercado laboral, que implicaría más posibilidades de encontrar trabajo para los desempleados;
- la flexibilización de plantillas, que abriría la posibilidad de nuevas contrataciones ahora casi imposibles por el miedo de las empresas a un empleo casi vitalicio que puede llegar a hipotecar su futuro;
- la reestructuración de las plantillas de las empresas en crisis, que daría la oportunidad de encontrar un nuevo empleo a los trabajadores amenazados por la inminente pérdida del puesto de trabajo;
- la moderación salarial, que repercutiría en la generación de empleo;
- la lucha contra el absentismo laboral y la generalización de contratos laborales individuales -sueldos incluidos- entre trabajador y empresa en función de la cualificación profesional y el rendimiento de cada trabajador, que distinguiría el trabajador productivo del improductivo;
- la supresión de la cultura de la subvención, que permitiría recolocar a trabajadores en otros sectores y liberar recursos públicos para dedicarl

- la limitación del derecho de huelga en algunos sectores, que respetaría determinados derechos fundamentales como
- el acceso a la salud o la educación y
- la libre circulación de personas y mercancías
.

- Hay que replantear la naturaleza y rumbo del sindicato de clase trabajadora.
- Hay que revisar el corporativismo y gremialismo de una institución,

en buena medida a cargo del presupuesto público, que disfraza el interés particular de general.
Se objetará que el sindicato de clase trabajadora español ha dado pruebas de moderación y cooperación desde los años de la Transición. Cierto. Pero, ello no basta.
Y es que dicho sindicato, prisionero de su discurso, limitado por afectos y lealtades, seducido y abandonado por una historia que le niega el papel de sujeto privilegiado, e insertado en una realidad en donde compiten los más diversos y plurales intereses, no es el más adecuado para nuestro tiempo.

El sindicato de clase trabajadora debe reconsiderar su manera de ser y actuar por el bien de todos
Como si de un anuncio clasificado se tratara, ..."se precisa sindicato moderno con buena presencia".
MIQUEL PORTA PERALES - "ABC" - Madrid - 1-6-2009