lunes, 28 de junio de 2010

Crisis Europea XV

La gripe y el cáncer
Los economistas suelen ser conscientes de la pobreza de su léxico. Tan es así que con motivo de la crisis han multiplicado sin complejos las analogías económicas relacionadas con las enfermedades físicas o mentales.
No se trata solo del concepto de "depresión", sino de otros como "metástasis", "fiebre", "gripe" o "cáncer".

Hace unos meses, el ex presidente del Banco Bilbao Vizcaya y presidente de la Fundación Cotec para la innovación, José Ángel Sánchez Asiaín, hizo un análisis de la economía española en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, en el que defendió que se estaban mezclando dos problemas distintos,
- la crisis y
- la falta de competitividad,
y que esta amalgama generaba mucha confusión en el diagnóstico de la situación y en las medidas a tomar.
Para Asiaín,
- la crisis económica es una gripe, mientras que,
- la falta de competitividad de la economía española es un cáncer
.
La analogía es polémica. No sé si la mayor parte de los analistas coincidirían en calificar a la Gran Recesión solo como una gripe, pero seguro que estarán de acuerdo en que
el déficit
- de productividad y
- de competitividad
que lastra a la economía española, y que emergerá en toda su extensión y sin trampantojos cuando acabe la crisis, es un terrible cáncer de naturaleza estructural.
Antes de que nuestro presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, se cayese del caballo y detectara en toda su profundidad el cúmulo de dificultades que España está padeciendo, había puesto su atención de modo acertado en lo que denominaba, quizá demasiado pomposamente, cambio de modelo productivo y había determinado la herramienta para obtenerlo: la Ley de Economía Sostenible.
En el último informe de la Fundación Cotec, presentado hace una semana, se describe el problema del siguiente modo:
- En el año 2007, la productividad española del trabajo era un 25% más baja que la de EE UU y un 20% que la de la Unión Europea (UE) de 15 miembros, una diferencia verdaderamente notable a la hora de competir.
Pero es que, además, esa productividad ha ido creciendo menos que la de otras economías europeas.
La Productividad Total de los Factores, que es lo que indica el paso relativo a la economía del conocimiento, fue en España 6 veces menor que, por ejemplo, países como Francia, Alemania o Reino Unido.
- ¿Cómo afecta nuestro viejo modelo a esa falta de competitividad?
- Está basado en tecnologías muy convencionales;
- es intensivo en trabajo y en empleo poco cualificado;
- está escasamente basado en el conocimiento;
- el mercado de trabajo es dual, de poco valor añadido y baja productividad; y
- hay un predominio neto de la pequeña y mediana empresa,
- un colectivo que se caracteriza por su baja capacidad para adaptarse a los cambios
- porque no tiene el tamaño suficiente para aprovecharse del empleo cualificado ni de las economías de escala
- las pymes dan ocupación en España al 90% del total de los trabajadores y generan algo más del 87% del PIB.
Pues bien, el peso de los sectores de alta tecnología (electrónica, farmacia,...) en el PIB es 3 veces menor en España que en los países con los que nos comparamos, mientras que es la mitad en los sectores de tecnologías media alta (química, automoción o maquinaria).
Hace apenas un año, la Fundación Cotec lanzó un SOS para preservar al menos, dentro de la crisis económica, al núcleo del sistema español de innovación que debería ser el fundamento del nuevo modelo de crecimiento.
El agobio de la coyuntura impidió que se escuchase la llamada. Pero ese sistema, pese a su evolución positiva y rápida de los últimos años, es minifundista:
- apenas 11.000 empresas privadas y
- un millar de grupos públicos de investigación (universidades)
- que basan su competitividad en la investigación propia,
- lo que significa poco más de 133.000 investigadores.

- Convertir esta avanzadilla en el motor de la competitividad de nuestro país,
- garantizar su supervivencia ante la gripe de la crisis,
- asegurar que los proyectos de I+D tengan acceso al crédito público y privado,
- más tecnología en los sectores tradicionales,
- más empresas en sectores de alto valor añadido,
- mayor presencia en los mercados emergentes,...
- deberían ser los objetivos de quienes aun disponen de un poco de tiempo

para mirar al medio plazo,
- so pena de volver a una situación que nos retrotraería al menos una década.

JOAQUÍN ESTEFANÍA - "El País" - Madrid - 28-Jun-2010

De la cuna a la tumba
Del modelo social europeo puede decirse lo que dijo Churchill de la democracia, pero todo lo tiene en contra.

El laborista Clement Attlee construyó el "Estado de bienestar británico" en la posguerra.
Un diputado conservador lo definió así: "Si viene Attlee a los Comunes a anunciar la revolución, lo hará como si se tratara de introducir un cambio menor en el horario de una línea de ferrocarril regional".
Así, como una fuerza tranquila e íntegra, el gobierno de Attlee hizo el social welfare.
La herencia de la guerra fue extraordinariamente dura para los británicos:
- medio millón de viviendas destruidas,
- una tercera parte de las reservas de oro desaparecidas y
- una deuda exterior de dimensiones ciclópeas.
Pero Attlee, con el "catecismo keynesiano" bajo el brazo,
- dirigió la recuperación económica,
- dio un impulso a la cultura de lo público y
- edificó un Estado de bienestar.
Churchill dijo en un arrebato que
- los británicos estaban protegidos "desde la cuna hasta la tumba". George Osborne, ministro del Tesoro británico, ha presentado esta semana el presupuesto más duro en una generación. Y los ciudadanos británicos ya están convencidos de que eso de estar protegidos desde la cuna hasta la tumba es historia.
El modelo británico sufrió un duro reajuste con Margaret Thatcher, aunque esta no logró hacerlo más estadounidense. Pero el modelo padece ahora males similares a los que aquejan al modelo europeo. Del modelo social europeo, incluido el británico, puede decirse lo que Churchill dijo de la democracia:
- es el peor sistema, si excluimos a todos los demás.
Pero eso ya no es suficiente.
- Europa, que quería cambiar el mundo,
- está siendo cambiada por un mundo que no para de cambiar.
- Y su modelo no parece sostenible.
Pero,
- ¿Tiene la culpa el Estado de bienestar, que ha proporcionado estabilidad y progreso?
Básicamente, hay cuatro culpables.
- Primero, la globalización, que hace más productivos a sistemas para los que lo social es subversivo.
- Segundo, la pérdida de empuje del proyecto europeo, que desde la caída del muro de Berlín se ha dejado llevar por la inercia, sin cumplir todo lo prometido.
- Tercero, el cambio demográfico y el envejecimiento, lo que pide inmigrantes. Y,
- Cuarto, y a modo de puntilla, la presente crisis, cuyas consecuencias son chocantes.

- La Codicia llevó a los bancos a jugar con fuego y a quemarse; después,
- El Estado hizo de bombero a base de dinero público, y, finalmente,
- El Mercado, que sigue como si nada, acusa ahora al Estado de derrochador y
dice que la solución es recortar los gastos sociales.
Habrá que ver en qué queda la reforma financiera estadounidense aprobada esta semana, que pretende poner orden y limitar la impunidad de los bancos, lo que, según Obama, "puede proteger a todas las naciones". En lo que a nosotros respecta, el Estado de Bienestar tiene mucho más en contra: por ejemplo,
- los informes pagados con dinero público que no sirven para nada,
- las obras faraónicas financiadas con dinero público que están abandonadas

o infrautilizadas,
- las comisiones por obras públicas y
- las recalificaciones que son incalificables.

Xavier Batalla - "La Vanguardia" - Barcelona - 28-Jun-2010

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