sábado, 17 de septiembre de 2011

¡Viva el eufemismo!

Sin ese antipático verbo "prohibir" no existiría la libertad; como mucho, habría la ley de la jungla.

"Tengo la impresión de que Quico el Progre aún no se ha hecho mayor", le espeté cariñosamente a Antoni Franco en un debate en el programa de Josep Cuní en 8tv.
El tema era la ley sobre el espacio público que plantea el Govern y cuyas medidas más vistosas serían
- la prohibición del velo integral en las calles,
- la lucha contra la prostitución callejera y
- el control de las manifestaciones sin permiso.
Personalmente alabé la voluntad de prohibir
según
- qué prácticas que son claramente contrarias al bien común, y
fue cuando utilicé este verbo, prohibir, cuando saltaron las chispas de mis colegas.
A excepción de Màrius Carol, que estaba en línea con la argumentación, tanto Antoni Franco como Ernest Benach mostraron su disconformidad con la expresión que servidora dejó en el aire:
- "La libertad se basa en el verbo prohibir".
¡Ay!, había mentado a la bicha... Y entonces surgieron sinónimos amables,
- regular, tolerar, educar, pero nunca prohibir...
Sinónimos o, dicho de forma más apropiada, eufemismos, porque no se trataba tanto de alardear de dominio del diccionario, sino de
- esconder las palabras que nos parecen demasiado fuertes
.
Y, por supuesto, verbos como
- prohibir o reprimir no están en el catecismo de Mafalda,
quizás porque hubo un tiempo en que esos verbos eran usados y abusados por una dictadura que ahogaba las libertades y reprimía las voluntades.
-
Pero ¿no deberíamos habernos hecho mayores?
Y, sobre todo,
- ¿No llegó la hora de recuperar algunos conceptos fuertes que sin embargo son el motor de
las ideas amables que también nos definen?
Es decir,
- no se puede tener una sociedad tolerante
- si no reprimimos la intolerancia.
- No se puede garantizar la democracia
- si no se persigue el delito.
Y, guste poco o mucho,
- no se puede defender la libertad
- si no se prohíben las prácticas que la coartan, la hieren y la intentan destruir.
- Sin ese antipático verbo prohibir no existiría la libertad.
Como mucho existiría la ley de la jungla,
- donde todo el mundo hace lo quiere, lo cual se traduce realmente en que
- los más desalmados dominan a los débiles.
- La calle no es de nadie y para que sea de todos
- se debe regular su uso y prohibir las prácticas que hacen mal uso de ella.
La libertad no es un todo, sino la parte de cada uno compatible con el resto
. Y aunque resulte duro de digerir,
- si no tuviéramos severas prohibiciones, y sus penas correspondientes,
- no tendríamos derechos fundamentales.
Todo esto que digo me parece básico, de parvulario de la democracia y, sin embargo,
- todavía parece una lección difícil de aprobar.
Es así como cada vez que algún político anuncia alguna prohibición, se remueven los viejos fantasmas y
- necesitamos usar eufemismos blandos para disimular conceptos fuertes.
En el fondo
- es un reflejo de inmadurez.
Lo dijo George Bernad Shaw:
- "La libertad supone responsabilidad.
- Por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto".
Pilar Rahola - La Vanguardia - Barcelona - 17-Sep-2011

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