miércoles, 19 de mayo de 2010

Crisis Europea IV

Ahora gobierna la crisis
QUERIENDO fundamentar un nuevo orden filosófico, en el que no cupiesen los constructos ideales que enfrentaban al hombre con la naturaleza, el filósofo Francis Bacon acuñó un famoso aforismo que tiene plena aplicación al ambiente de crisis que nos domina:
- Non, nisi parendo, vincitur.
- A la naturaleza -decía Bacon- sólo se la puede dominar obedeciéndola.
- Y a la crisis económica -digo yo-
- sólo se la puede vencer dentro de las mismas reglas que la provocaron.

Antes de cualquier reforma, y antes, sobre todo, de cualquier elucubración sobre lo que pudo ser y no fue,
- estamos obligados a restaurar los equilibrios del sistema.
Y eso es tanto como decir que Zapatero ha sido desposeído del gobierno por la propia crisis, y que quienes ahora nos mandan no son ni Obama, ni Sarkozy, ni Merkel, sino la lógica de un sistema que, desoyendo las advertencias que figuran incluso en el libro de Petete, hemos infringido.
Nos iba tan bien, y llevábamos tantos años presumiendo de nuestra perspicacia y audacia económica, que no fuimos capaces de ver que la locomotora iniciaba la ascensión de la gran cuesta a punto de reventar. Por eso nos vemos obligados a un repentino alivio de la caldera que, en términos económicos nos va a hacer mucho más pobres y a darnos una fuerte cura de realismo.
Hace año y medio,
- cuando empezó la orgía dilapidadora de Zapatero,
- la mayoría de los economistas y políticos le animaron a ello.
La tesis dominante era que
- el Estado tenía que luchar contra el desempleo y la desaceleración del consumo
- mediante la inyección de dinero en las familias y el mercado,
y fueron muchos los profesores y analistas que vinieron a decir que contener el déficit, mientras el país se desangraba por el paro y la caída de la producción, era un suicidio.
Zapatero se empeñó en que los ajustes de la economía podían hacerse sin tocar las partidas sociales, que son las que engrosan la mayoría del presupuesto del Estado y de las comunidades autónomas, y sin que el votante notase en su modus vivendi los efectos de un desajuste que inicialmente fue tratado con altas dosis de déficit público.
Pero mucha gente y muchas instituciones se sumaron también a este festival de gasto dando por supuesto que las arcas del Estado no tienen fondo, o que, si lo tienen, siempre viene un bombero a salvarlas de la quema. Y ese fue el gran error.
Los que dijimos que ese no era el camino, y que lo verdaderamente arriesgado era disparar el déficit, éramos dos docenas.
Y, aunque las teorías sobre el equilibrio presupuestario están al alcance de cualquiera, la mayoría de
- los sindicalistas,
- los teóricos de la economía,
- los demagogos,
- el gobierno y
- la ciudadanía
decidieron apoyar el gasto, como si los que hablábamos a favor del equilibrio fuésemos mercenarios de la banca explotadora y malvada, y los que eran partidarios de tapar las fugas con billetes de 500 euros fuesen gente solidaria y benefactora de pobres.
El falso razonamiento que ofuscó a nuestros gobernantes y a una parte muy notable de la opinión pública fue el de
- que la crisis era internacional y no estatal;
- que su duración no podía ser larga, porque todos los grandes países estaban tomando medidas muy serias para frenarla; y
- que la recuperación de las grandes economías nos devolvería sin grandes heridas a las praderas de Jauja.
Pero, dado que la cultura política de los pueblos surge siempre de la experiencia, sería bueno que ahora recordásemos a los que -como Fernández Ordóñez y el propio Almunia- advirtieron una y otra vez de que
- un déficit público desbocado,
- sumado a un endeudamiento extraordinario de las familias y las empresas,
- ponía al país al borde de la insolvencia.
Y tampoco estaría de más repetir que,
- aunque Zapatero es el gran culpable de este desastre
- por no haber tomado medidas a tiempo,
- por haber echado del gobierno al incómodo y académico Solbes, y
- por haberse sentido fatalmente atraído por Sebastián y Salgado, las dos mayores "mantas paduanas" de
la economía contemporánea-,
la división de opiniones entre
- los que querían gastar a la usanza keynesiana y
- los que pretendíamos adaptarnos a las exigencias de la zona euro y de la economía globalizada
- se resolvió por goleada, al menos en la opinión publicada, a favor de dilapidar en la nada, y
- con nulos efectos sobre la recesión y el paro, el buen estado inicial de las finanzas públicas.
La razón de este estúpido enfrentamiento a dos bandas hay que buscarla en que, aunque parezca mentira,
- aún queda mucha gente -desde porteros de discoteca hasta catedráticos de universidad- que no han asimilado el marco del euro y la globalización, y por eso razonan como si la catástrofe de las finanzas públicas pudiese solucionarse como antes,
- manteniendo los faroles sobre el bienestar y la solvencia del Estado, y
- recurriendo a la devaluación monetaria, colosal impuesto sobre pobres y asalariados,
para empobrecer el país hasta el nivel requerido por el escenario internacional.
Lo malo es que esta división, entre los que las ven venir y los que no, se mantiene. Y causa verdadero pavor que, después de comprobar hasta dónde nos llevó la prodigalidad de Zapatero y sus jaleadores -sindicatos, keynesianos, políticos clientelistas, asesores electorales, devotos del gasto social e ignorantes de diversa tipología-
- tengamos que soportar la alocada propuesta de recurrir a los paros y a la huelga general -verdaderos toboganes hacia el desastre-, como si no fuese la crisis la que nos está gobernando, o
- como si todavía pudiésemos replantearnos el sistema económico, la UE, el euro, la globalización y los mecanismos hacendísticos y presupuestarios aplicándole la moviola al final del siglo XX.
- Lo que la UE acaba de imponernos es la pura obviedad, y,
- al menos a corto y medio plazo, sin apenas alternativas.
Y esa es la razón por la que entiendo que Toxo y Méndez, que son parte del problema, no pueden procesionar las calles como iconos de salvación. Y por eso me da tanto miedo la situación.
Porque, mientras el presidente vive en la inopia, y los técnicos se agazapan en sus despachos, todo el país parece encandilado por una política fulera que no presagia nada bueno. Zapatero no fue el único que olvidó -Maquiavelo dixit- que "el que tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden, y después tiene la guerra".
Y en eso andamos ahora:
- preparando la guerra de los sindicatos y el PP contra el Gobierno,
- en medio del caos que han creado entre todos.

Xosé Luis Barreiro Rivas - "DEIA" - Bilbao - 19-May-2010

Europa avanza a pesar de todo
Con la crisis griega se ha despertado la susceptibilidad de todos aquellos que desde un principio no vieron con buenos ojos un proyecto económico y político común

Algunos ya presumen de su acierto al vaticinar que el sueño de una Europa fuerte, unida y modélica para el siglo XXI se esfumaría con el tiempo.
Los pesimistas que sostienen que Europa no es ya un actor geopolítico central tienen que reconocer que eso es, en parte, un mérito de la construcción europea.
- El continente ha visto reducida su relevancia en la atención mundial precisamente
- porque ha dejado de ser un foco de problemas e inestabilidad.
Pero señalan también que
- Europa ha perdido peso
- debido a un fortalecimiento del provincianismo de sus estados-nación,
- que continúa mermando los esfuerzos de coordinación e integración.
En los últimos meses,
- insisten en profetizar la inviabilidad de una moneda común
- sin una política económica y fiscal compartida.
- El estancamiento demográfico y el consiguiente envejecimiento son debilidades adicionales
- que llevan a algunos a vaticinar que el proyecto europeo se está hundiendo. Pese a tales augurios, la UE es
- actualmente la mayor economía mundial,
- con la renta per cápita más elevada, por delante de Estados Unidos.
- La distribución social de la renta es la más igualitaria del mundo y
- todos los países miembros son evaluados sistemáticamente en el informe anual de la ONU
- como países con un alto desarrollo humano.
Para continuar avanzando en la consolidación de este proyecto común, la UE se dotó recientemente de un nuevo marco normativo, el tratado de Lisboa, que cuenta con un enorme potencial. La actuación del Consejo de Economía y Finanzas (Ecofin), hace pocos días, debe entenderse como otro gran esfuerzo extraordinario de coordinación y cooperación.
Los países europeos vuelven a ceder parte de su soberanía en beneficio del bienestar compartido mediante la creación de un fondo, el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, de 720.000 millones de euros, donde participa el FMI.
Para acceder al fondo se deberán
- acometer reformas estructurales diseñadas por la Comisión Europea y
- supervisadas por el FMI.
Adicionalmente, el Banco Central Europeo (BCE) se ha comprometido a intervenir, si es necesario, en el mercado de deuda pública. En resumen,
- las resoluciones del Ecofin se convirtieron, de facto, en la política económica y fiscal común que tantos reclamaban.A raíz de estas actuaciones comunes, todos los países se han visto obligados a acometer ajustes importantes. España, también. Pero este ajuste debe entenderse en el marco de
- la actuación coordinada europea y de una cesión de posiciones nacionales guiada por el bien común.
- Esto es la esencia de la Unión Europea.
- No es tolerable hablar de imposiciones, ni mucho menos de "protectorado", como oímos en el Congreso de los Diputados. La Unión Europea
- es necesariamente compleja.
- Alberga en su seno –afortunadamente– a un gran número de países.
- Es elástica en geografía, rica en cultura e innovadora políticamente.
- Europa encierra muchas ideas, valores y aspiraciones.
- La toma de decisiones y la rendición de cuentas no son, por lo tanto, sencillas.
Ya Ovidio nos presentaba en el mito a una Europa compleja, inquietante y enigmática.
Hoy, su camino sigue estando salpicado de duros retos, pero la Unión Europea debe sentirse más orgullosa de lo que ha conseguido y ser más consciente de lo que representa. No existe un modelo igual a la UE en toda la escena internacional.
- Los europeos hemos construido, mediante cesiones voluntarias de soberanía de los estados,
- el modelo de gobernanza supranacional más desarrollado y más capaz de hacer frente a los desafíos de la globalización.
Si de algo sirve la crisis es para despertar a aquellos que dormían en el limbo del corto plazo y lo local.
- Nos comprometimos en forjar una moneda única y común y
- este proyecto lleva aparejada una dimensión económica y política.
- Ambas caras de una misma moneda, ambas indisolubles.
La UE debe hacer de la adversidad virtud y salir más reforzada de la crisis.
Desde sus inicios, se ha avanzado a diferentes ritmos. Con más o menos turbulencias, con mayor o menor entusiasmo.
Pero siempre se ha avanzado. La UE nunca retrocede.

Javier Solana Madariaga - Esade Business School - "La Vanguardia" - Barcelona - 19-May-2010

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