martes, 13 de mayo de 2014

La apropiación simbólica del padre Mugica


A 40 años del asesinato del cura villero, el peronismo y la Iglesia se disputan al "mártir", mientras un monumento en su memoria reabre viejas discusiones.

Hace cuarenta años, Carlos Mugica fue asesinado al terminar la misa celebrada en la villa donde hacía su apostolado. 
A pesar de que su asesinato fue uno más en el contexto de un país que hacía años se estaba desangrando en una guerra intestina, la noticia cayó como una bomba. 
Todos pensaron que se había dado un paso más hacia el abismo.
Hoy se le dedica un monumento en la avenida 9 de Julio y se recuerda su "martirio": 
- a falta de reflexión histórica, el mármol y el santoral ayudan. 
Total, en la Argentina -como en cualquier parte del mundo- 
la opinión pública conoce poco su propia historia.
- Manipularla es sencillo y barato, aunque 
- cree rencores que volverán a flote. 
- El gobierno peronista y la Iglesia se disputan al mártir 
y, al hacerlo, recuerdan su muerte violenta y su acción social piadosa. 
Es un guión tan antiguo que sorprende que vuelva a estrenarse. Pero así es: 
- la Iglesia y el peronismo se disputan 
- la tutoría sobre la historia nacional
- Y no porque piensen diferente, 
- sino porque piensan lo mismo: 
- que el pueblo es unánime, que por su historia y cultura 
- es católico y peronista, 
- que  esa identidad está por encima de todo y, 
- más que nada,  del pluralismo, 
- de los pocos o muchos que piensan diferente. 
Existe 
- el "verdadero pueblo", 
- católico y peronista, y
-  los demás
Quien no sea una cosa ni la otra, o quien no comparta la idea de que alguien ejerza el monopolio sobre la identidad de todos, hoy quizá 
- caminará por la principal avenida argentina con incomodidad. 
Después de haber cruzado la mirada de Eva Perón, para la cual 
- "ni un ladrillo" no peronista 
- debía quedar en pie, 
se cruzará con la estatua del padre Mugica, que pensaba igual: 
- para ser patriota hay que ser peronista. 

Tal vez se sienta extranjero en su propio país.
- ¿De qué es mártir Mugica? 
- ¿De quién? 
El joven Mugica, recién ordenado sacerdote, acunó guerrilleros: ellos mismos recordaron 
- su teoría del uso de la metralleta contra la injusticia. 
- No había entonces dictaduras opresivas: 
- gobernaba Illia y las libertades estaban garantizadas. 
- ¿Había pobreza? 
- Por supuesto que sí, aunque menos que hoy. 
- ¿Serviría la metralla para eliminarla? 
- Claro que no, sobre todo 
- si se seguían las vagas ideas de Mugica, 
- para quien todo empresario era un opresor y 
- la riqueza un mal en sí mismo. 
Mugica era fruto de una sociedad que 
- no había establecido sólidos filtros institucionales y culturales 
- entre religión y política; 
- creía que las encíclicas de contenido social 
- eran programas de gobierno. 
Y religiosa era 
- su aproximación a los complejos problemas del desarrollo, 
- de los que nada sabía: 
- la pobreza era un pecado a redimir, 
- no un problema a solucionar. 
- El horizonte de la revolución simplificaba todo; 
- sería el Día del Juicio.
Como los otros curas tercermundistas, pensaba que 
- el único orden legítimo era el del evangelio y que 
- el sistema que mejor lo reflejaba era el socialismo; 
- un socialismo muy poco libertario: 
- debía prever "estructuras políticas" para educar al pueblo. 
El canal para realizarlo en la Argentina 
- sería el peronismo: un socialismo católico. 

Fue en nombre de esos ideales, 
- no para que se restablecieran la democracia y las libertades, 
- que combatió la dictadura militar nacida en 1966. 
- Y fue en nombre de esos ideales que la combatió con especial saña 
cuando temió una "salida liberal", porque 
- el liberalismo no era para él una idea como otras, 
- sino el virus que atentaba contra el ser nacional. 
- La violencia política le parecía entonces 
- un medio legítimo para lograr el Reino: 
cuando dos jóvenes guerrilleros murieron en un enfrentamiento con la policía, los señaló como modelos de juventud
Fue sólo después del homicidio del general Aramburu cuando 
- vio que la ola de violencia sumergía al país, 
- que las dudas lo alcanzaron y se le escapó 
- pedir perdón por su parte de responsabilidad. 
Empezó entonces a tomar distancia de los jóvenes que había criado, para los cuales 
- la violencia era ya una forma descarada de elitismo 
- en nombre de un pueblo del que poco o nada sabían.
Cuando en 1973 el peronismo volvió al poder, 
- Mugica no celebró el retorno de la democracia: 
   - la lucha de partidos, 
   - las libertades individuales, 
   -la separación de poderes, 
- eran para él supraestructuras del "esquema liberal". 
Celebró el triunfo peronista. De haber ganado "los otros", la democracia no le habría resultado legítima. 
Para él, 
- el peronismo no era un partido entre partidos: 
- era la nación misma. 
Mientras ya había curas come Jorge Mejía y obispos como Vicente Zazpe que pedían que se estableciera un fuerte Estado de derecho y que se reconociera el pluralismo de la sociedad argentina, Mugica seguía pensando en comprimirla dentro de la unanimidad peronista. 
- Aunque fuera obvio que estaba a punto de estallar.
- Fue lo que pasó. 
Con la vuelta del peronismo al poder, Mugica entró en una fase frenética de su vida: 
- había dejado el camino de la juventud revolucionaria, 
   - sin cortar los puentes; 
- había elegido la lealtad a Perón, 
   - sin abrazarla del todo. 
Encontrarse en el medio del río en ese movimiento en el que había tantos odios y venganzas políticas era muy peligroso
Mientras, su popularidad estaba en el cenit, celebrada por la prensa y la televisión. Mugica era un símbolo de contenido incierto. Pero 
- habían causado clamor su condena de la violencia
- después del asesinato del líder de la CGT, y 
- su crítica a los montoneros, 
- a quienes llamó "intelectuales pequeñoburgueses".
Su intento de mantener unido al peronismo bajo Perón fracasó y le fue fatal: 
- se hizo de enemigos en todas las facciones. 

El primer golpe le llegó de las páginas de El Caudillo, diario financiado por López Rega, y fue una amenaza. 
La acusación era típica del repertorio peronista: 
- Mugica vestía "el uniforme del pobre" 
- pero no pertenecía al pueblo; 
- sembraba odio en su nombre aunque Dios pidiera amar. 
- Sólo había un peronismo, y 
- Mugica no formaba parte de él. 
- Y si no era peronista, tampoco era argentino, ni cura; 
- era un político. 
Así razonaba el granítico silogismo. Tres meses después, otro duro golpe le llegó de dirección opuesta: venía de Noticias, diario revolucionario. 
La amenaza era implícita: el artículo que lo lapidó se llamaba 
- "Cárcel del pueblo: Carlos Mugica". 
Los viejos compañeros tampoco 
- le perdonaban no ser hijo del pueblo: 
- era un Mugica Echagüe, un oligarca. 
Ni toleraban que no respetara la trinchera: 
- ayer había sido montonero y 
- hoy estaba con López Rega, escribieron; era 
- un "cruzado del oportunismo", 
- un "pavón infatuado", un traidor.
Por eso, su asesinato demostró el grado de abyección a que se podía llegar en nombre de Dios, del pueblo, del Evangelio. 
Los peronistas de López Rega, conscientes de que Mugica era odiado también por los revolucionarios, planificaron su muerte haciendo que la culpa cayera sobre sus enemigos. 
Para preparar el terreno, armaron una campaña que hizo de Mugica un arrepentido de vuelta de la infatuación marxista y sembraron la voz de que los revolucionarios querían cobrarle la traición; cosa muy creíble en aquel contexto. Cuando lo mataron, como comparsas de un teatro del absurdo, 
- los ortodoxos acusaron a los revolucionarios, 
- quienes en un primer momento dudaron y 
- se acusaron entre sí, y 
- después contraatacaron. 
- De una cosa nadie dudó: 
- habían sido manos peronistas. 
Quién sabe, se preguntó Mejía, 
- si había muerto por sus errores o 
- por el intento de corregirlos. 
Se supo después que a matarlo había ido el jefe operativo de la Triple A, Juan Carlos Almirón. Su superior era López Rega, el brazo derecho de Perón: "¿Hay que añadir algo?", comentó el padre Benítez, peronista de la vieja guardia. 
- Cínico, Perón emitió la sentencia más gélida 
- sobre la muerte de Mugica: 
- "Es lo que le pasa a quién queda en el medio".

Las comunidades nacionales suelen 
- dedicar sus espacios públicos a personajes o episodios de su historia 
- que generan el máximo posible de consenso. 
Son los estados éticos, los que prefieren 
- educar al pueblo en lugar de imponer a todos 
- los símbolos de una parte, y los más polémicos. 
Por cierto, la escultura de Mugica recuerda 
- una etapa poco edificante de la historia argentina. 
Cada uno le dará el significado que crea, o ninguno. 
Pero supongo que habrá argentinos que, al caminar por la 9 de Julio, se preguntarán: 
- ¿Nosotros también existimos? 
- ¿Nosotros también tenemos derechos?
Loris Zanatta - La Nacion - Buenos Aires - 13-May-2014

Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe - Wikipedia
Nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930. Fue hijo de Adolfo Mugica —fundador del Partido Conservador por el cual fue diputado durante el período 1938-1942 y Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Arturo Frondizi en 1961— y de Carmen Echagüe —hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires— era uno de los siete hijos que tuvo el matrimonio.

Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, del que egresó en 1948.
Luego tuvo un paso fugaz por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
A los 21 años abandonó los estudios universitarios de Derecho para ingresar en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires.
Justo después de ser ordenado presbítero, pasó un año junto al obispo (más tarde arzobispo) de Resistencia, monseñor Juan José Iriarte.
Luego fue designado vicario cooperador de la parroquia Nuestra Señora del Socorro, con funciones en la secretaría del cardenal Antonio Caggiano, mientras actuaba como asesor de jóvenes universitarios (ver más adelante) y profesor de Teología en la Universidad del Salvador.
En1954 comenzó a trabajar con fervor en la asistencia de familias empobrecidas desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, en la ciudad de Buenos Aires, se acercó cada vez más al movimiento político denominado peronismo, y a algunas ideas de Ernesto Che GuevaraCamilo Torres Restrepo y Hélder Câmara, a quienes mencionaría más tarde como «profetas de nuestro tiempo».
demás de su tarea pastoral en la entonces Villa del Puerto que ocupaba los terrenos linderos al ferrocarril que rodeaban el edificio de depósito del Correo, en la década del 60 Mugica era asesor espiritual de la Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Juventud Universitaria Católica de la Facultad de Medicina. En 1964, la JEC del Buenos Aires tomó fuerza con el ingreso de Carlos Gustavo Ramus, que llegó a ser su Presidente, incorporando a Mario Eduardo Firmenich entre otros. Años más tarde, bajo la dirección de Fernando Abal Medina, éstos fundarían la célula primigenia de la organización armadaMontoneros. A su vez integraron a compañeros de lo que luego sería la promoción 1967, como el "Tala" Ventura y Miguel Talento, que ya en la Universidad conducirían la Juventud Universitaria Peronista, rama universitaria de la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista, y la conducción de Montoneros.
En 1969, durante el gobierno de Juan Carlos Onganía, se decretó el estado de sitio, se clausuró la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y se produjo el arresto de Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, entre otros. 
Carlos Mugica y Reinaldo Conforti, asesor nacional de Juventud Obrera Católica, declararon en nombre del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo de Buenos Aires que se trataba de una situación de tiranía, y señalaron que el gobierno, que se decía católico, sería responsable de que un pueblo religioso y creyente se volcara por desesperanza al ateísmo y al materialismo.
El 6 de diciembre de 1972, a instancias de Carlos Mugica, sesenta integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fueron recibidos por Juan Domingo Perón en su residencia de Vicente López. 
Las respuestas de Perón, de tono generalista y ambiguo, no resultaron satisfactorias para muchos, pero el rumbo de la opción política asumida por la mayoría no se modificó.
Mugica formó a esos jóvenes en la cosmovisión de Pierre Teilhard de Chardin, en el humanismo de Jacques Maritain, y en la doctrina del compromiso con el mundo de Emmanuel MounierYves Congar, y Michel Quoist, teólogos de cabecera de las nuevas generaciones. 
En referencia al tema de la lucha armada, en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo —al que Mugica pertenecía— existía una gradación de posturas en el sacerdotes enrolados, desde las radicalizadas hasta las moderadas, situación que continuaría luego de la muerte de Juan Domingo Perón en 1974. 
A diferencia de otros sacerdotes tercermundistas como el padre Alberto Carbone, asesor nacional de la Juventud de Estudiantes Católicos, que mantenían un contacto más cercano con las llamadas «formaciones especiales», Mugica se alejó de la justificación teológica de la violencia armada.
En 1973, se publicó un libro titulado Peronismo y cristianismo, que contenía fragmentos de artículos escritos por Carlos Mugica para diversos medios gráficos durante la autodenominada Revolución Argentina; en tanto que el capítulo El rol del sacerdote era el texto de una disertación pronunciada en el Instituto de Psicología Integral, como parte del ciclo Ideología y Rol Profesional, que esa institución programara en 1971.
En la obra Entre dos fuegos. Vida y asesinato del padre Mugica se señala que se trata de un apócrifo realizado sin el consentimiento de Mugica.
Debido a su "opción por los pobres" concretada en una activa militancia social y por su independencia política recibió críticas de todos los sectores; amenazas de muerte y diversos ataques e intentos de matarlo. 
El 11 de mayo de 1974fue emboscado cuando se disponía a subir a su auto Renault 4 azul estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano de la calle Zelada 4771 en el barrio porteño de Villa Luro donde acababa de celebrar misa. Falleció poco después, en el hospital Juan F. Salaberry del vecino barrio de Mataderos.
En los días posteriores se plantearon dos hipótesis acerca de quiénes habían ejecutado el crimen. Algunas versiones, que según Martín De Biase marcaban la tendencia mayoritaria en ese momento, señalaban a la organizaciónMontoneros y se apoyaban en las diferencias políticas entre ellos. 
La organización difundió de inmediato un comunicado, publicado en los periódicos del 13 de mayo de 1974, en el cual reconocía que había tales diferencias pero negaba la autoría del hecho e imputaba el mismo a "las bandas armadas de derecha". 
Desde las páginas de medios de prensa enrolados en la posición de José López Rega, ministro de Bienestar Social, se insistió en esa versión y poco después el propio ministro bautizaba un barrio recién construido en Ciudadela con el nombre Presbítero Carlos Mugica. También Antonio Cafiero afirmó que Mugica fue asesinado por Montoneros.14
Con el tiempo, la opinión mayoritaria se inclinó por imputar el crimen a la organización de derecha Alianza Anticomunista Argentina (La Triple A), orientada por el ministro José López Rega.
Según versiones de testigos, el autor fue un individuo con bigotes: se sindicó a Rodolfo Eduardo Almirón, cabecilla de dicha organización. 
Mugica fue baleado con una ametralladora Ingram MAC-10. Los proyectiles le afectaron abdomen y tórax; trasladado al hospital, falleció a los pocos minutos. 
Ese modelo de arma era el utilizado en atentados por la Triple A. Según Miguel Bonasso, al conocerse la muerte del dirigente peronista, Arturo Sampay le dijo:
«[...] el asesinato del padre Mugica es la respuesta de Perón al retiro de ustedes en la Plaza. Es una operación maquiavélica, destinada a que los militantes de la Tendencia se maten entre sí. Demasiado inteligente para que se le haya ocurrido al animal de López Rega.»15
El 12 de julio de 2012 el juez Norberto Oyarbide emitió una declaración en la que hizo público que «Rodolfo Eduardo Almirón fue el autor inmediato del homicidio de Carlos Francisco Sergio Mugica, en el marco del accionar delictivo de la Triple A». Asi mismo, justificó su decisión a fin de «declarar la verdad de lo que aconteció, y así brindar una respuesta a los familiares de la víctima y a la sociedad». 
En ese expediente resultaron centrales los testimonios de Carlos Capelli y Helena Goñi, amigos y colaboradores de Carlos Mugica.
La investigación relativa al asesinato de Carlos Mugica integra una megacausa sobre los delitos presuntamente cometidos por la Triple A, imprescriptibles por haber sido declarados de "lesa humanidad". 
La causa estuvo en etapa de instrucción desde su reapertura en 2006, y en ella actúa como querellante la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. 
Rodolfo Eduardo Almirón, sindicado como el autor material del asesinato de Mugica y jefe operativo de la Triple A, fue extraditado desde España y murió en la Argentina en 2009, tras haber pasado detenido en prisión un breve lapso y ser beneficiado con el arresto domiciliario.
Juan Manuel Duarte escribió que, más allá de quienes oficiaron como autores materiales del crimen, entre fines de 1973 y principios de 1974 Carlos Mugica recibió ataques, tanto de las filas de Montoneros como de los esbirros de José López Rega —líder de la Alianza Anticomunista Argentina—, «en una especie de pacto tácito».1
En efecto, las publicaciones cercanas a estos dos grupos opuestos (Militancia y El caudillo) recriminaron al sacerdote su origen —ya que no provenía de las villas sino de una familia de clase alta—, su exposición mediática y su influencia entre los pobres y los jóvenes. 
Las respuestas de Mugica parecieron irritarles más todavía: el sacerdote señaló que los hermanos villeros jamás le habían cuestionado que hubiera crecido en Recoleta y que solo sus críticos lo veían como un problema.

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