A diferencia de Robert
Browning, el poeta inglés que imaginó el presente como el
instante en que el futuro se derrumba en el pasado, Moisés
Naím eligió una perspectiva más adecuada para documentar
- la profunda transformación que
sacude al poder en el mundo
- sin que gran parte de la
población la perciba,
- a pesar de que la padece en todas
sus formas.
Naím, por sus
antecedentes académicos y profesionales, es uno de los intelectuales mejor
dotados para describir no sólo cómo condiciona el futuro al presente, sino
también a la hora de ordenar, reflexionar y darles sentido a los cambios que
impone el tercer milenio.
Su último libro, El fin del poder,
tiene como protagonista a la política, pero es
- la hoja de ruta que permite
comprender, en un sentido amplio,
- los desafíos a los que
está siendo sometida la autoridad.
En el reportaje que mantuvo días atrás con
LA NACION, Naím precisó la
magnitud y complejidad del escenario.
Estamos, advierte, ante un
fenómeno global, relativamente nuevo, que
- no respeta fronteras, culturas,
religiones, políticas, ni la soberanía de los Estados.
Los síntomas son visibles de Moscú a San
Pablo, de El Cairo a Singapur, pero
- el diagnóstico no es otro
que la degradación del poder tal como lo conocemos.
- Es la pérdida de la
capacidad para lograr que otros
- hagan o dejen de hacer algo,
- de impulsar o impedir las
acciones actuales o futuras
- de otros grupos o
individuos.
Ex director ejecutivo del Banco Mundial,
ministro de Fomento de Venezuela, director del Banco Central de ese país,
doctor por el MIT, ganador del Premio Ortega y Gasset
de periodismo a la mejor trayectoria profesional y director de la revista
Foreign Policy, Naím es uno de los más respetados
analistas de la economía y la política internacional.
Apela a la síntesis del eslogan para definir
lo que es, en verdad, un cambio de época. Afirma:
- "En el siglo XXI, el
poder es
- más fácil de adquirir,
- más difícil de
utilizar y
- más fácil de perder
que
- en cualquier otro momento de la
historia".
Los casos que elige tienen la eficacia de
una radiografía.
Anota, por ejemplo, que en
1992, el CEO de una de las 500 empresas más
grandes de la revista Fortune
- tenía un 36% de probabilidades de
conservar su puesto durante cinco años,
pero que en 1998,
- ese porcentaje había bajado al
25%.
En el mismo período,
- la permanencia media de un CEO en
una empresa norteamericana se redujo de 10 a 6 años.
El nacimiento del país más joven del
planeta, Sudán del Sur, es el caso
opuesto y sirve para ilustrar el lado positivo del nuevo orden en
marcha.
Proclamó su independencia el 9 de julio de
2011 y su creación fue posible gracias a la intervención de docenas de
organizaciones no gubernamentales, incluidos grupos cristianos evangélicos.
Es un milagro
geopolítico focalizado en el corazón de África, pero que
obliga a repensar de manera global si
- el poder militar seguirá estando
vinculado de manera inequívoca
- al concepto de liberación y
soberanía.
La Universidad de
Harvard hizo su aporte al documentar lo que Naím define como
- "el creciente auge de las pequeñas
fuerzas".
Logró probar que en las guerras
asimétricas que estallaron entre 1800 y 1849,
- el bando más débil, tanto
en hombres como en armamentos,
- consiguió sólo el 12% de
los objetivos que se propuso.
Pero entre 1950 y 1988,
- los más débiles
prevalecieron el 55% de las veces.
Las cifras de Harvard ya están incorporadas
a la historia militar del siglo XX.
Le pregunto algo elemental a Naím
- por qué investigar la
degradación del poder- y me responde con una confesión.
- "Porque también la
sufrí", dice.
Es un intelectual pragmático, confiado en
que la curiosidad y la duda siempre van de la mano cuando se trata de
comprender, deducir unas ideas de otras hasta llegar a una conclusión.
Lo opuesto, digamos, a dar por ciertas las
verdades irreductibles de cada día.
Fue en Caracas,
primero como decano, después como ministro de Gobierno, donde se dio
cuenta de que
- las limitaciones del cargo
eran muy superiores a las responsabilidades,
- situación que lo ataba de manos si
aspiraba a hacer algo por los demás.
- Pensó que era culpa suya, un
problema de carácter.
- "Con los años, lo hablé con muchos
presidentes y todos habían pasado por lo mismo.
Joschka Fischer,
que fue vicecanciller de Alemania, recordó que de chico lo
impactaban el tamaño de los edificios oficiales, los enormes
despachos. Cuando llegó al poder se dio cuenta de que
- el propósito era
disimular el hecho de que quienes estaban ahí adentro
- daban órdenes, pero sin que
pasara mucho.
Kofi Annan recordó
algo parecido. La consola que tenía sobre su
escritorio de secretario general de la ONU
- estaba llena de botones,
pero
- al apretarlos lo que
obtenía era muy poco.
Fernando Henrique
Cardoso todavía hoy se asombra de
- la idea
desproporcionada del poder presidencial que tiene la gente.
No quiero que los lectores de LA NACION
piensen que yo opino que no existen personas con mucho poder, lo que digo es que
- muchos lo tienen de manera cada
vez más restringida y efímera."
Hace una pausa y retoma el diálogo con un
comentario al pasar acerca de la obligada foto de las cumbres de presidentes.
Coincidimos en que el protocolo
de las sonrisas más poderosas del mundo nació, en la Segunda
Guerra, como
- un mensaje de confianza
dirigido a la opinión pública, pero
- se ha ido vaciando de contenido.
Al aumentar los problemas del mundo en forma
exponencial, comenta Naím, los líderes sienten más que
nunca la necesidad de mostrar que son capaces de
dialogar.
"Cuando esas cumbres no dan respuestas
significativas o comprobables lo que consiguen las sociedades de los países allí
representados es una foto, se crea la ilusión, la
promesa de que podrán trabajar en forma mancomunada."
Entre los factores que impactan
y banalizan la política, Naím identifica dos
categorías, diferentes por su origen y forma de actuar, pero que
dañan por igual la relación entre gobernantes y
gobernados.
- Una es el "micropoder",
que agrupa candidatos por lo general desconocidos,
- muchos sin experiencia, pero que
irrumpen con éxito en un partido.
Tres ejemplos bastan para entender el
cuadro.
Tiririca, un
cómico brasileño, hizo campaña vestido de payaso y
llegó al Congreso como uno de los dos diputados más
votados de la historia.
El canadiense Rob
Ford ganó la alcaldía de Toronto pese a
su fama, no desmentida, de maltratador,
alcohólico y racista.
Christine
O'Donnell, militante del Tea Party, se
postuló al cargo de senadora con una campaña cuyo argumento dominante era
el rechazo a la masturbación.
- La segunda categoría es la de
"los terribles simplificadores",
- políticos y hombres de negocios
con experiencia, asimilados al establishment, pero
- igualmente tóxicos para
el sistema cuando sus propuestas disparatadas
- enfurecen a los votantes y
contribuyen a empujar a la sociedad a su próxima crisis.
Lo hizo François
Hollande
- al anunciar un impuesto del
75% a la renta de los franceses más ricos que fracasó.
También las empresas de
Internet que
- provocaron una criminal
burbuja económica en Wall Street
- vendiendo a precios increíbles
activos que no tenían.
O los senadores y
legisladores que desde sus bancas
- prometieron eliminar el
déficit fiscal de los Estados Unidos,
- nada menos, sin tocar un
solo impuesto.
Conociendo su posición crítica sobre el
tema, rescato dos frases que en su momento Naím
- arrojó como dardos sobre los
gobiernos populistas de América latina,
- entre los que incluye al de la
presidenta Cristina Kirchner.
- Una es: "El poder para
perdurar necesita una audiencia cautiva".
- La otra: "Más peligroso que el
populismo es el continuismo".
Dice que son la etiqueta de dos malas
maneras de hacer política. Aclara, sin embargo, que en el caso particular de
la Argentina,
- el mayor obstáculo es que el país
tiene un serio problema de aprendizaje.
- "Cuando se repiten ciclos durante
décadas y se los vive como algo inevitable,
- son tan responsables los gobiernos
como los votantes.
Me hace pensar en esos chicos que, a pesar
de ser sanos, cultos, inteligentes, igual tienen dificultades para aprender.
Los argentinos no han podido y no pueden
resolver colectivamente la tarea de sacar conclusiones de su propia experiencia.
Quizás eso explica que
- haya sido el único país en la
historia que pasó de desarrollado a
subdesarrollado.
Y su situación no va a mejorar hasta que
- la gente decente acepte
meterse en la política,
- sea creando nuevos partidos o
intentando penetrar los existentes,
- sacando a los plutócratas y
burócratas que los han controlado."
Le recuerdo que Miguel Ángel
Bastenier, columnista del diario El País, destacó la condición
endogámica del justicialismo al describirlo como
"el líquido amniótico en el que ha vivido en suspensión la política
de la Argentina contemporánea".
Nadie podría estar en desacuerdo con esa
definición, afirma, pero
- tampoco nadie sabe qué
significa o qué representa hoy el peronismo.
"No olvidemos que fue utilizado para
casi todo:
- políticas de extrema derecha,
- de extrema izquierda;
- para apoyar una cosa y lo
contrario;
- para respaldar a un líder y a
quien se le oponía.
- Cuando una cosa significa tantas
cosas al final no significa nada."
Saber que el vicepresidente
Amado Boudou está investigado en cinco causas es una
suerte de déjà vu para alguien que en sus columnas ha
denunciado tantos escándalos de políticos encumbrados.
"No opino sobre Boudou, pero quiero
recordar, porque es útil, que en investigaciones como éstas siempre
hay un patrón recurrente.
Se lo conoce como
- lucha contra
la corrupción basada en el escándalo.
Funciona así.
- Primero, se detecta un hecho de
corrupción;
- la noticia llega a los medios;
- enseguida toma fuerza una
impugnación de alcance nacional;
- se abre un proceso judicial;
- el proceso se extiende en el
tiempo y la opinión pública se aburre;
- pronto, el escándalo es
reemplazado por otro que termina repitiendo el mismo patrón.
En países como la Argentina, cuando se trata
de casos de corrupción,
- la relación riesgo-rendimiento es
siempre desigual:
- el riesgo es bajo y el rendimiento
muy alto."
La mención del papa
Francisco es de rigor cuando se pone la lupa sobre los desafíos
que golpean al poder arraigado de las grandes religiones.
La competencia global por las
almas, como la denomina Naím.
Su mirada sobre el
primer papa no europeo de la historia
- es de afecto, esperanza y, al
mismo tiempo, poco convencional.
La competencia por los fieles, precisa, es
ahora muy diferente a las escisiones históricas por cuestiones dogmáticas.
Una explicación es que
- las generaciones jóvenes ya no
siguen necesariamente la religión de los padres,
un fenómeno que resulta muy preocupante.
Otro cambio es que
- las religiones tradicionales están
compitiendo con grupos insurgentes,
- como las comunidades de base, las
denominadas
- iglesias
orgánicas, cercanas pero
no jerárquicas,
- que desafían desde
adentro tanto a la Iglesia Católica como a la Iglesia Anglicana.
Algo parecido está ocurriendo en
el islam, que nunca fue centralizado, y comprueba que las
escisiones son consecuencia de interpretaciones opuestas que estudiosos e imanes
difunden utilizando los medios digitales en todas sus formas.
Éste es el marco,
explica Naím, en el que
- un hombre en muchos sentidos
excepcional llega a Roma y
- rompe una hegemonía de
siglos al jugar con normas y un estilo
- al que nadie estaba acostumbrado,
sobre todo en el Vaticano.
Naím recomienda ser
cautelosos respecto de lo que pueda revertir, de la dimensión de
los cambios. "Tengamos en cuenta que
- el Papa, a su manera,
también es un insurgente,
- en su forma de operar,
- en cómo avanza en la
reestructuración del Vaticano.
- Es el símbolo
mayor del insurgente:
- el que arriba a un centro de poder
tradicional,
- enfrenta los escándalos sexuales y el lujo en
su propia casa.
A su manera,
- está tratando de
acabar con los monopolios tradicionales,
- con las elites
históricas y los megajugadores
- que dominaron la
curia y el Vaticano."
Héctor D´Amico - La Nación - Buenos Aires - 23-Jul-2014
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