miércoles, 10 de marzo de 2010

El terremoto, los chilenos y el Gobierno

Ha sido una semana intensa, en que
- el miedo,
- la incertidumbre,
- el dolor,
- la rabia y la pena
- se han asomado por nuestras vidas; en siete días hemos visto aflorar lo mejor y lo peor de los chilenos.
El ambiente de solidaridad que domina hoy la escena, con cuantiosas donaciones, miles de jóvenes movilizados en campañas de ayuda a los damnificados e historias heroicas de chilenos que lo perdieron todo por auxiliar a un desconocido, no alcanza a ocultar
- el horror que presenciamos el día del terremoto,
- ni la vergüenza que nos embargó las horas siguientes,
ante la actitud cobarde de hordas de maleantes que, a vista y paciencia de todo el mundo, robaron, saquearon y quemaron cuánto se les puso por delante
.
Ambas dimensiones, la miserable y la loable, la que lleva a cometer las peores bajezas y la que motiva actos de admirable grandeza, lo sabemos, están en la naturaleza humana.
Por eso
- existen reglas de convivencia en la sociedad;
- esa es la razón por la que vivimos en un estado de derecho;
- ello explica que elijamos autoridades que tienen potestades, como el monopolio en el uso de la fuerza.
- Por eso aceptamos pagar impuestos
- para que el Gobierno pueda gastarlos en garantizar la seguridad de las personas y
- financiar otras de las funciones clásicas del Estado,
- como proveer bienes públicos.
Por eso y porque
- tenían miedo,
- angustia y
- falta de información,
- la gente esperaba mucho de sus autoridades la madrugada del sábado 27 de febrero y los días siguientes
.
Y lo primero
- que se le pide al Gobierno en esas circunstancias,
- reacción frente a la emergencia,
- fue un verdadero desastre que vino a sumarse al terremoto y
- que, como éste, causó daño, víctimas y dolor entre los chilenos.
Es cierto que hay atenuantes, es verdad que el sismo es uno de los más fuertes de la historia, pero hay cosas que no tienen explicación.
- La información equivocada a la población acerca de la posibilidad de un tsunami ,
- la tardanza en decretar estado de catástrofe en las zonas más afectadas y
- la evidente falta de una dirección central para enfrentar la situación,
son algunas de las carencias más evidentes de la reacción gubernamental.
Y nadie está diciendo que la Presidenta Bachelet no haya estado presente. La hemos visto en todas partes, involucrada, sufriendo con las víctimas, intentando ayudar.
Pero no es eso lo que necesitamos del Gobierno en circunstancias como éstas.

Se requiere
- conducción,
- precisión.
Son necesarios
- procedimientos,
- protocolos,
- responsabilidades concretas, radicadas en diferentes funcionarios y autoridades, y
- todo eso ha fallado miserablemente.
La Presidenta no tiene nada que hacer
interviniendo en el proceso para decretar la alerta de tsunami , ese es un procedimiento técnico y, por involucrarse en él, terminó enredada en las pésimas explicaciones del SHOA y la Onemi, instituciones que, por su desacertado accionar, impidieron que se salvaran muchas vidas.
Y la gestión de los días siguientes no fue mejor.
Los trascendidos acerca de consideraciones políticas, no podemos terminar este gobierno con militares en las calles, para dilatar hasta un extremo incomprensible el decreto, que permitía el control, por parte de las fuerzas armadas, de las ciudades asoladas por el pillaje, el saqueo y el vandalismo, merecen una explicación.
Tratando de entender por qué las cosas se hicieron tan mal
, se nos ocurre que, una vez más,
- el Gobierno de la Presidenta Bachelet demostró
- que hay una hebra del tramado,
- que la ciudadanía les pide a sus gobernantes, que nunca fue capaz de encontrar.
La mayoría de la gente no pide ayuda, dádivas y regalos del Estado
. Necesita más bien que éste cumpla sus roles fundamentales, aquellos que le dieron origen:
- garantizar el orden público,
- facilitar la conectividad del país,
- hacer que las instituciones públicas funcionen.
- Y nada de eso ocurrió.
Es triste decirlo, porque ella puso toda el alma en el intento
por ayudar a sus compatriotas; pero todo indica que, desgraciadamente,
- En esta emergencia Chile tuvo a la mujer equivocada en el lugar equivocado.
Luis Larraín - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 7-Mar-2010
Lecciones de la primera mujer Presidenta
En el momento del ofertorio de la misa dominical, la encargada de organizar la liturgia suele tener ya seleccionada a la familia que llevará las ofrendas al altar.
Así, dominicalmente se repite la escena de un grupo familiar que tímidamente se sitúa al medio del pasillo junto a la mesa de las ofrendas.
Allí, sin soltura, no saben cómo continuar hasta que la mamá toma la iniciativa y organiza a la familia. No sólo
- reparte las cosas que deben llevar,
- sino que también las distribuye según las propias cualidades,
- dándole a cada uno lo que es capaz de llevar.
- Todo esto lo hace sin aspavientos, en forma discreta y
- dejándose siempre para ella lo más difícil de cargar.
Esta constante, vivida cada domingo,
- refleja perfectamente bien el criterio propiamente femenino de éxito y de eficiencia.
Me aventuraría a afirmar que
- para la mujer el éxito no está tanto en destacarse ella
- sino en hacer que las cosas funcionen y
- que se logren los objetivos sin importar quién se lleve el mérito.
Para ellas
- el acento de la eficiencia no está puesto tanto en detectar a los mejores y
- trabajar sólo con ellos para que las cosas resulten bien y pronto,
- sino en lograr los resultados propuestos pero incorporando a todos en la tarea
- y no dejando a nadie fuera, especialmente a los más débiles.
Pienso que
- la fuerza de la mujer no está en defenderse a sí misma o imponer sus ideas,
- sino que más bien en defender “como leona” a los más desprotegidos y
- seducir con ideas e inteligencia para que todos hagan propios sus objetivos.
Por eso que en el caso del repartir las ofrendas, inadvertidamente, ella hace trabajar a la familia completa y a cada uno le asigna el rol que es capaz de hacer, preocupándose de que nadie quede fuera y todos puedan aportar y vuelvan a su lugar satisfechos por la tarea hecha en conjunto y sintiéndose todos protagonistas.
En este modesto ejemplo queda plasmada
- la característica principal que ha tenido el gobierno de la primera mujer Presidenta de Chile y
- el porqué de su tan alta aprobación ciudadana que arroja su gestión como Mandataria.
Es obvio que ese masivo apoyo popular con que culmina su gobierno va más allá de la coalición política que la eligió. Ella enfrentó lo que sufren muchas mujeres.
A pesar de vivir en una cultura en que ciudadanos de ambos sexos están racionalmente de acuerdo con la igualdad de oportunidades de géneros, en ambos persiste aún un enraizado sustrato machista.
Todavía falta feminizar más los criterios de éxito y de eficacia de nuestra cultura, para así humanizarlos y democratizarlos.
El unilateralismo ideológico-comunicacional que resistió y que hacía eco irónicamente de frases despectivas como “gordi” o que “no daba el ancho” queda como testimonio de un primitivo machismo que superar.
La primera Presidenta mujer
- no sólo cuidó las cuentas y supo ahorrar para los tiempos difíciles de crisis, terremotos y tsunamis,
- sino que también redistribuyó mejor los ingresos dejando establecida una red de protección social que obliga a continuar.
Ella supo superar su duro pasado y con dignidad hacerse Presidenta de todos los chilenos.
Al final nos demostró que
- una mujer tiene otra forma de gobernar y
- que ésta es más incluyente y, por lo mismo,
- más efectiva.
Felipe Berríos - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 13-Mar-2010

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