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Como suele ser habitual en las transiciones ordenadas, el gobierno saliente procura allanarle el camino al entrante.
Se suceden entonces intentos -bastante desprolijos- por
- controlar la salida de reservas,
- reordenar el sistema de subsidios económicos y
- dotar de algún grado de racionalidad a nuestra aerolínea de bandera.
- Ninguno de estos problemas es nuevo.
Tampoco hacía falta
- postergar tanto la atención de los mismos,
especialmente teniendo en cuenta que Cristina Fernández de Kirchner se sucederá a sí misma.
En la raíz de los inconvenientes acumulados yace un diagnóstico equivocado y facilista sobre
- la interrelación entre la política y la economía: que la primera
- puede doblegar siempre y en todo momento los principios fundamentales de la última.
En ese sentido, lo ocurrido se parece a la demora en implementar el tratamiento adecuado para determinada condición médica apelando a prácticas más voluntaristas, o la supresión de la manifestación del dolor de un niño por temor al reproche de sus padres:
- el paso del tiempo juega en contra y las medidas se tornan innecesariamente más drásticas.
Nuestra experiencia previa al estallido de la Convertibilidad y el estado actual del mundo, particularmente en el caso Europeo,
- son demostrativos de las graves situaciones que suelen generarse cuando
- el mercado desplaza o relega a la acción política.
Lamentablemente, Europa no parece ser plenamente consciente de
- el costo de ese proceso de subversión del orden natural en el que ahora está inmersa.
Apenas hubo triunfado en las urnas a mediados de este año Passos Coelho, actual premier de Portugal, anunció que su gobierno sería más severo en el ajuste fiscal de lo que proponía el propio FMI, ya que
- debía convencer a los mercados del compromiso de su país con la estabilidad.
Resulta extraño escuchar de alguien recién elegido que
- es a las finanzas internacionales y no a sus ciudadanos
- a quienes debe rendir cuentas, pero
- ése es el tono del que parece ir pintándose el cuadro europeo:
- Grecia e Italia reemplazan a sus primeros ministros por tecnócratas;
- Rajoy intenta infructuosamente convencer a Rodrigo Rato (ex director gerente del FMI)
para que acepte transformarse en su Vicepresidente y súper-ministro;
- Merkel y Sarkozy impiden a su ex colega Papandreu un plebiscito para que sean los votantes
griegos quienes decidan si prefieran el camino del continuo recorte de gastos o la posibilidad de salir de la zona Euro.
Esa actitud
- servicial con los factores de poder y
- de delegar en gerentes de limitada comprensión la solución de problemas de índole
muy compleja
- está condenada al fracaso.
Resulta un verdadero reino del revés que los argentinos ya hemos padecido.
En el extremo opuesto, en nuestro país
- la política maniata cada vez más la actividad económica.
Ya ocurrió con
- las inversiones en materia de infraestructura de energía y transporte, luego con
- las restricciones a las importaciones de cualquier índole, y ahora
- el cepo se ha profundizado sobre los flujos de financiamiento.
Hoy coexisten una generalizada imposibilidad de
- acceder al mercado cambiario,
- salida de depósitos,
- suba de las tasas de interés y
- acortamiento del plazo de los créditos.
Paradójicamente,
- el resultado a ambos lados del Atlántico resulta similar:
- una creciente asfixia del sector privado productivo, ya sea por
- ajuste fiscal o
- intervenciones disparatadas.
En el primer caso
- se le saca el combustible al motor de la producción;
en el otro
- espesamos tanto el lubricante que se empantana el funcionamiento de sus engranajes.
Para colmo, ante cada distorsión
- el sector financiero encuentra oportunidades para explotar en el corto plazo.
Es que, en el matrimonio entre la política y la economía,
- si una engaña a la otra
- los que salen ganando son los abogados,
- que lucran siempre y en cualquier circunstancia.
Creer que
- se puede prescindir de la política es tan ingenuo y pernicioso como
pensar que
- es posible suspender la aplicación de ciertas lógicas económicas básicas.
Quizás tenga razón un amigo economista y sociólogo que
- agradece porque hay economistas K pero no físicos K.
En física, la termodinámica enseña que la presión de un fluido que circula por un conducto depende de la velocidad, la densidad y la temperatura. Si el continente no es del material correcto o sus juntas no están bien selladas se producirán pérdidas.
Ir solucionando sucesivamente cada una de ellas sin tener una visión general sólo torna más complejo el sistema y más asiduas sus fallas.
No hace falta ir a la Facultad de Ciencias Exactas para aprender esto.
Basta mirar a los Tres Chiflados cuando, pretendiendo ser plomeros y para arreglar una simple ducha, van creando un laberinto de caños dentro del cual quedan finalmente encerrados y empapados
Martín Lousteau - La Nación - Buenos Aires - 25-Nov-2011
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