sábado, 9 de julio de 2011

1910: Un pasado que nos condiciona


¿Estamos yendo hacia el gran desarrollo del país o cada vez más cerrados a las inversiones y sujetos a las políticas populistas ...?

“Una de las diferencias que explican el éxito de las sociedades desarrolladas frente a la pobreza de las subdesarrolladas es que
- las primeras están plenamente instaladas en el presente,
- mientras que las subdesarrolladas suelen quedarse psicológicamente detenidas en la exaltación de su pasado.
Los iraníes están atravesando una etapa así. Como dice Saeed Laylaz, analista político de Irán: "Sentimos nostalgia de volver a ser una superpotencia y las ambiciones nucleares del país tienen relación directa con ese anhelo" (1).
Laylaz se refiere a la nostalgia por el imperio persa de Ciro el Grande, siglo VI a.C.
Los argentinos también tenemos la costumbre de añorar nuestro pasado más próspero, la "Argentina,granero del mundo" de 1910, según el eslogan acuñado para los festejos del centenario.
Pero,
- ¿tenemos en claro cómo fue ese pasado?
Y, lo más importante,
- ¿cómo influye en los argentinos de hoy?
Es cierto que, en 1910, el país fue uno de los mayores exportadores de granos del mundo y se ubicaba, en ese rubro, delante de naciones como Alemania, Canadá, Francia y Japón.
Según el producto bruto anual por habitante, ocupaba la séptima posición en el mundo. Sin embargo, este ranking es una distorsión de la verdad, pues no refleja cómo vivía el común de la gente.
En efecto, como dijo el ministro Eduardo Wilde, el aumento de los alquileres (1906-1914) hizo que muchas familias sobrevivieran "... hacinadas en cuartos que, además de dormitorio, eran comedor, cocina, despensa... y sitio donde se depositan excrementos..." (2).
Pero, además, lo que hay que recordar es que
- la prosperidad de esos años fue consecuencia de las inversiones inglesas,
a tal punto que, para 1914, casi el 80% de las industrias del Gran Buenos Aires estaba en manos de capitales británicos.
Cuando Inglaterra dejó de regir el mundo, en 1930, tras la crisis mundial de 1929, la Argentina se quedó sin su principal comprador y comenzó una lenta, pero constante, declinación.
Somos, pues, los argentinos los que agrandamos este pasado, nos adjudicamos su éxito con exclusividad y restamos mérito a los adelantos extranjeros que lo hicieron posible (por ejemplo, ferrocarriles y frigoríficos ingleses).
Esto no significa desconocer que, por esos años, la Argentina tuvo su mejor época –como pretenden hacer ahora algunos seudo historiadores–, pues
- la sociedad de entonces respetaba valores que hoy se desprecian, como
- la libertad,
- la exigencia en la educación,
- el culto al trabajo y
- el buen trato a los inversores extranjeros,
- valores a los que adhirieron nuestros ancestros inmigrantes.
Ahora bien, lo que más preocupa es que este "pasado glorioso" ha generado dos creencias muy negativas que aún condicionan nuestra visión de la Argentina.

La primera creencia supone que, dado que
- tenemos buenos recursos naturales, nos será fácil, cuando nos lo propongamos,
- desarrollarnos (lograr un alto poder adquisitivo para todas las clases sociales, estabilidad institucional y seguridad).
Empero, como es sabido,
- el mundo está lleno de naciones con abundantes riquezas naturales y
- no por ello han superado su condición de pobreza y subdesarrollo.
Así los casos de
- Bolivia, que tiene cuantiosas reservas de gas;
- Polonia y Uganda, con suelos muy fértiles, y
- Venezuela, Irán, Nigeria y Rusia, con su gran riqueza petrolífera.
Las tesis que explican las causas del subdesarrollo ya
- no mencionan los recursos naturales como una bendición de los pueblos,
- sino como una "maldición", pues los hace facilistas y poco emprendedores.
Además, los recursos naturales se agotan, como está sucediendo con el petróleo.
La prosperidad de las naciones
- no se basa pues, en la mera posesión de recursos naturales,
- sino en lo que se haga con ellos; concretamente,
- en la productividad por hora de trabajo, la que se maximiza con tecnología; por ejemplo,
- el incremento de la producción que alcanzó el campo argentino, a partir de su tecnificación.

En rigor, nuestro principal problema siempre fue
- la baja productividad.
La Argentina tuvo épocas de pleno empleo, pero eran, mayoritariamente,
- empleos dentro de la administración pública y
- su fin no era producir ganancia.
Sarmiento se quejaba, en 1868: "¡En nuestro país, todos necesitan empleos del gobierno!".
Según algunas consultores, hoy,
- uno de cada dos hogares argentinos percibe ingresos del Estado (3).
Las próximas generaciones deberían, pues,
- impulsar el empleo en la sociedad,
- darle políticas económicas adecuadas para que sea ella y
- no el Estado la principal creadora de empleos,

como hicieron los países con más justicia social del mundo; por ejemplo, Finlandia, Suecia, Japón y Nueva Zelandia.

La segunda creencia es más preocupante que la anterior, pues supone que,
- porque fuimos un pueblo relativamente próspero en el pasado,
- todavía lo seguimos siendo.
Por eso, es común escuchar expresiones como
- "aquí se vive como en ningún otro lugar del mundo",
- "en este país nadie se muere de hambre", o
- "el problema es que todavía hay gente con mucha plata".
La verdad es que
- la Argentina es un país muy pobre;
- el poder adquisitivo de los argentinos es bajo, no sólo respecto de las sociedades del

Primer Mundo sino de varias del tercero.
- El país está plagado de villas miseria, algunas en pleno centro de la ciudad.
- Comprar un auto 0 Km y un departamento con nuestros sueldos es una epopeya.
- Hasta los millonarios argentinos son "pobres", si se los compara con sus colegas brasileños;
ni hablar de medirse con los del hemisferio norte.
El problema es que nuestro hacer está condicionado por lo que creemos es la realidad.
Pero si todavía seguimos creyendo que
- la Argentina es un "país rico",
- la nuestra es una "sociedad de consumo", cuando es de subconsumo;
en suma, si creemos que
- aquel pasado de 1910 continúa siendo, de alguna forma, nuestro presente,
- ¿para qué hacer algo?
- ¿Por qué ocuparse, seriamente, de los pobres y desempleados?
El constante rechazo a políticas
- de creación de riqueza y trabajo,
- de buen trato a inversores extranjeros y nacionales,
- fiscales razonables,
- de flexibilidad sindical y laboral,
- de facilidad para los trámites de la vida empresaria y
-de estabilidad política mediante un Estado constitucional y
su reemplazo por políticas
- de redistribución que sólo distribuyen migajas,
- no sólo se debe a nuestra profunda mentalidad socialista (un socialismo que,

lamentablemente, en nada se parece al "socialismo" liberal –en rigor, socialdemocracia–
de España, Chile o Brasil)
- sino, también, a este "pasado glorioso" que nos dice, en modo consciente o inconsciente, que
- aún somos un país "con demasiada gente rica".
Va siendo hora pues de
- superar la fecha 1910,
- terminar con su evocación nostálgica.
Lo importante
- no es lo que fuimos,
- sino lo que vamos a ser de ahora en más.
Julián Marías dice que
- la manera más efectiva de superar el pasado no es condenarlo ni exaltarlo,
- sino comprenderlo desde su verdad histórica.
Pero los argentinos aún no lo tenemos claro; por eso seguimos demasiado ocupados debatiéndolo, exaltándolo (más propio de la derecha) o condenándolo (más típico de la izquierda) y así
- desatendemos nuestro tiempo más importante,
- el presente, desde el cual se construye el porvenir.
Es menester, pues, que las generaciones que, verdaderamente, aspiren a reconstruir esta nación se liberen, de una vez por todas, de las creencias que este pasado ha generado, pues
- sólo conducen a una errónea visión de nuestra realidad.
De allí que las libertades que más urgente necesitamos no son solamente la política y la económica (cada día más acorraladas), sino
- Una psicológica: La liberación de nuestro propio pasado”.

(1) "National Geographic", 29/07/2008.
(2) Mario Rapoport y colaboradores. Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000) , capítulo 1, El modelo agroexportador (1880-1914), subcapítulo Las condiciones de vida .
Editorial Macchi, 2ª edición, enero de 2003.
(3) El desborde del gasto público, "La Nación", 3/04/2007
Diego Wartjes - ENFOQUES POSITIVOS - Buenos Aires - 9-Jul-2011

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