martes, 26 de julio de 2011

Ideas e ideologías

Las utopías son buenas para hacer política pero malas para gobernar.

- Cuando se gobierna desde la utopía, se tiende a
- perseguir a quienes no comparten la misma visión final de la sociedad y
- se suele minimizar el dolor de quienes son sacrificados para construirla.
Esto no implica que
- haya que renunciar a las ideas sino, más simplemente, que
- hay que escapar al encierro ideológico.
A la hora de ejercer el gobierno, la prioridad debe estar puesta en
- las necesidades y proyectos de las personas de carne y hueso
- que van a sufrir las consecuencias.
Eso no obliga a
- dejar de pensar, pero sí
- a pensar de una manera diferente.
Un buen ejemplo al respecto es la evolución intelectual de Amartya Sen, un economista y filósofo de enorme prestigio, profesor en la Universidad de Harvard, que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1998.
Tras desarrollar una brillante carrera como economista, Sen se volcó a la filosofía política.
Al menos en parte, el cambio se debió a sus largas conversaciones con John Rawls, también profesor en Harvard, a quien muchos consideran el principal filósofo político del siglo XX.
Como resultado de esos intercambios, Sen se interesó en lo que técnicamente se llaman
- "teorías de la justicia",
es decir,
- sistemas de ideas que apuntan a

- describir los rasgos esenciales de una sociedad justa.
Sen trabajó años en esta dirección, hasta que últimamente dio un giro.
En un libro publicado en 2009, pasó a afirmar que
- la tarea crucial no consiste en

- intentar descripciones de una sociedad perfectamente justa,
- sino en encontrar

- alternativas a las situaciones de clara injusticia que reconocemos.
Este actitud intelectual, sostiene Sen, es
- más acorde con los motivos que nos impulsan a involucrarnos en la vida pública:
"Lo que razonablemente nos mueve
- no es el descubrimiento de que "el mundo no consigue ser completamente justo",

cosa que pocos esperan,
- sino la conciencia de que

- hay en nuestro entorno injusticias "claramente remediables" que queremos eliminar".
Que
un uruguayo nacido en un hogar de pocos recursos esté condenado a asistir a una escuela donde se considera normal que repita la mitad de los alumnos es injusto.
Que luego deba asistir a un liceo donde los docentes y los directores cambien sin parar es injusto.
Que aprenda poco y mal por más que se esfuerce es injusto.
Que
sus padres deban pagar profesores particulares o una academia de inglés para que intente aprender lo que no enseña el liceo es injusto
Que
tenga muy pocas posibilidades de terminar bachillerato es injusto.
-
No hacen falta grandes desarrollos ideológicos para identificar estos problemas,
que afectan a miles de uruguayos de carne y hueso.
- En ellos deberían concentrarse las autoridades, en lugar de
- dedicarse a organizar consejos de participación y congresos educativos que
- están destinados a ser manipulados.
- Priorizar esas urgencias no significaría renunciar a ningún ideal.
Se puede o no compartir las ideas de Sen, pero nadie duda que
- es una referencia para la izquierda moderna en todo el mundo.
- Lo malo es que una izquierda moderna es justamente lo que no tenemos

Pablo Da Silveira - El País - Madrid - 26-7-2011

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