martes, 14 de agosto de 2012

La libertad y el debate


"El camino para ver por la fe, es cerrar el ojo de
 la razon"
Jerusalén mata a sus profetas y Atenas a sus pensadores.

Es una de las muchas conclusiones a las que llega el asombroso George Steiner en su libro La poesía del pensamiento, un estudio de
- la relación entre lenguaje, poesía y pensamiento filosófico - desde los tiempos presocráticos hasta nuestros días.
La historia revela que
- no hay vocación más peligrosa que el ejercicio de
  la razón,
- una constante crítica, franca o disimulada, de las
  normas dominantes.
Uno de los peligros que plantea la crisis que recorre toda Europa, también en los países que imponen sus criterios sobre otros con el argumento de que son más poderosos, es que
- se apaguen las voces críticas del ejercicio de la razón
- porque pueden ir en contra del pensamiento mayoritario.
- El respeto a las minorías que garantizan los sistemas libres
- no se limita a la procedencia geográfica o étnica, sino que
- abarca también al derecho a disentir de ideas que
- por ser mayoritarias no equivale a considerarlas únicas
  y obligatorias.
Los gobiernos, desde el de la canciller Merkel al de Rajoy y el de Artur Mas,
- representan a sus conciudadanos respectivos y
- han de garantizar la pluralidad y diversidad de sus
  sociedades.
Una de las razones que explican
- la última gran tragedia europea es
- la eliminación o desprecio de voces que en Alemania,
  y también en Francia,
- no aceptaban los parámetros del totalitarismo nazi.
El pensamiento crítico se pagó con la vida, el caso de Trotski es uno de los más emblemáticos, en la Rusia de Stalin.
Se daba la circunstancia de que los gulags eran ignorados por los pensadores marxistas de manual y los que se atrevieron a disentir fueron considerados traidores a la gran causa de la revolución mundial.
El consenso ha gozado de gran prestigio en la transición española. Me parece bien.
Soy más partidario, sin embargo, de
- el debate abierto y plural para discutir desde la razón
- sobre las cuestiones que nos preocupan a todos.
El viejo Chesterton dejó escrito que
- el problema de su tiempo no era la falta de fe sino
- la falta de razón.
- Lo mismo ocurre hoy.
Max Weber lo formuló de otra manera en
- la distinción entre la ética de la convicción y
- la ética de la responsabilidad.
Vienen tiempos, en definitiva, de
- responsabilizarse de las consecuencias de los propios
  actos
- sin refugiarse en cargar la culpa a los otros,
  sobre todo cuando
- las cosas no marchan como se había previsto.
Lluis Foix - La Vanguardia - Barcelona - 14-Ago-2012

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