viernes, 2 de enero de 2009

Cuba: Opiniones a 50 años de la revolución

La conservación cubana
La revolución cumple 50 años. Difícil recuperar su historia ahora, cuando es puro pasado: el recuerdo de lo que iba a ser y nunca fue del todo.

Cincuenta años son cincuenta años son cincuenta años. Es difícil pensar cincuenta años. Para mí, por ejemplo, son todos menos uno; para muchos de ustedes son más que los que cuentan.
Para la Argentina es el lapso en que gobernaron Frondizi Guido Illia Onganía Levingston Lanusse Cámpora Lastiri Perón Perón Videla Viola Galtieri Bignone Alfonsín Menem De la Rúa Rodríguez Duhalde Kirchner Kirchner y quién sabe alguno más que no recuerdo o que no nos dijeron.
Para el mundo mundial es el tiempo que corrió entre los tocadiscos de 78 rpm y la computación hipercomunicada, pasando por la aparición de la píldora anticonceptiva, el rock and roll, el hombre en el espacio, los transplantes, la televisión color, el fútbol por televisión, el teléfono móvil, el genoma humano, la amenaza ecológica, el matrimonio homosexual, la caída soviética, el liberalismo triunfante, la unión europea, el boom asiático, la decadencia patria, las muertes de Marilyn Monroe Kennedy Churchill Guevara De Gaulle Perón Franco Mao Reagan Picasso Miró Bacon Lennon Marley Prodan Troilo Goyeneche Sinatra Cortázar Borges Sabato Hitchcock Fellini Houston Fassbinder Sartre Lacan Foucault Barthes y algunos miles de millones más.
Hace cincuenta años África era colonias; hace cincuenta años no había un avión que volara directo de Buenos Aires a Madrid.

Hace cincuenta años –hoy hace cincuenta años– un grupo de guerrilleros cubanos entró triunfante en La Habana y se quedó con el poder. Lo mandaba, como sabemos, como hoy, el doctor Fidel Alejandro Castro Ruiz.
Es raro pensar que en un mundo donde casi todo se ha movido tanto hay un país –un solo país– que tiene el mismo gobierno de hace cincuenta años. Es difícil encontrar algo más inmóvil, mejor conservado. Y todo en nombre del cambio por excelencia: de la revolución.
La revolución cubana cumple cincuenta años; es difícil recuperar su historia ahora, cuando es puro pasado: el recuerdo de lo que iba a ser y nunca fue del todo. Sí fue, durante años, el ejemplo para muchos miles que confiaron en que si aquellos muchachos lo habían hecho, otros podrían hacerlo también: el modelo de vanguardia esclarecida y armada para la toma del poder en Latinoamérica –uno de los grandes fracasos políticos de la segunda mitad del siglo XX– le debe todo a Cuba.
Pero eso no es su culpa: ellos sí lo habían hecho y no se les puede reprochar que otros quisieran hacer lo mismo. Más triste es que ellos mismos abandonaran, después, a los que trataban de imitarlos –y sus propios principios. Las circunstancias político-económicas y sus decisiones los entregaron a la URSS, y el sistema que se instaló en la isla tuvo mucho que ver con lo peor del estalinismo:
- un poder central absoluto,
- un control social y una censura estrictos,
- la cultura reservada a los fieles,
- cárcel para los críticos,
- la hipocresía para callar problemas graves,
- grandes proclamas revistiendo metas turbias.
- Y un pragmatismo extremo en ciertas cuestiones.
Recuerdo en 1980, 1981, tiempos en que Moscú hacía grandes negocios con nuestros militares y los defendía y La Habana, obediente, bloqueaba en la ONU, la OIT los intentos de condenar a la dictadura argentina por sus violaciones a los derechos humanos: esas condenas a veces podían salvar vidas, y Cuba impidió más de una. (Lo curioso es que los que ahora tratan de olvidar esos bloqueos son los mismos que claman sin cesar por la “Memoria” –siempre tan selectiva.) Pero esos son detalles.

El centro de la cuestión es que los guerrilleros castristas quisieron producir una sociedad “revolucionaria”, capaz de sacudirse la opresión y valerse por sí misma, e hicieron exactamente lo contrario: armaron una en la que confían tan poco que nunca le permitieron gobernarse.
Si en cincuenta años no construyeron una sociedad que pudiera crear sus propios mecanismos, cambiarlos, mejorarlos, su fracaso es extremo. (Hubo un día en que ese fracaso se hizo chiste triste. Hace cuatro años, Fidel Castro se cayó en un acto y se rompió el brazo y la rodilla; cuando lo iban a operar –dijo el parte oficial–, Castro “explicó a los médicos que dadas las circunstancias actuales era necesario evitar la anestesia general para estar en condiciones de atender numerosos asuntos importantes […].
Así, todo el tiempo continuó recibiendo informaciones y dando instrucciones sobre el manejo de la situación”.
Era patético: un señor mayor que había gobernado tanto y no podía darse el lujo de relajarse –en una mesa de operaciones– dos o tres horas para que lo curaran; un señor mayor que creía que, en cuarenta y seis años, no había conseguido organizar un gobierno y una sociedad que pudieran vivir sin él esas dos o tres horas.)

No lo cuento distante, prescindente: la decepción de la revolución cubana es mi decepción. Yo también estuve ilusionado, y por eso me ataca esta tristeza cada vez que veo esas imágenes del 1 de enero de 1959, hace cincuenta años, cuando todo era posible todavía. Pero trato de pensarla más acá de emociones.
Estoy de acuerdo con sus principios de educación y salud para todos, con su antiimperialismo cuando es cierto; estoy tan en desacuerdo con la idea de un hombre gobernando un país durante cinco décadas –y pasándoselo a su hermano cuando él ya no puede.
Y estoy, sobre todo, desolado por el resultado social y económico. Después de cincuenta años de esfuerzos, el “socialismo cubano” consiguió crear una clase económicamente privilegiada: el 15 o 20 por ciento de la población, que recibe dólares del turismo o de sus parientes emigrados –el 15 o 20 por ciento menos laborioso, menos “revolucionario”–, vive mucho mejor que el resto.
Un grupo de personas que disfruta de cantidad de bienes que los demás no tienen: contra ese tipo de injusticia ganaron los Castro Ruiz, hace cincuenta años, una guerra. Y lo peor es que Cuba, después de haber sido un modelo de revolución posible, se convirtió en el modelo del fracaso del supuesto socialismo, el que usan los liberales para mostrar que no funciona.

Es cierto que el intento cubano no funcionó, pero así como no tenía por qué ser modelo cuando parecía que funcionaba, tampoco lo es ahora.
Cuba es Cuba es Cuba, una historia que hoy cumple cincuenta años de poder personal y absoluto. Y cualquier historia de poder absoluto es una historia equivocada.

Martín Caparrós - "Crítica" - Buenos Aires - 2-Ene-2009

Cuba, 50 años
Pongámonos brevemente de acuerdo, sí, como proponía Mario Benedetti, y coincidamos en que más allá de eclipses, síndromes y sueños postergados, Cuba sigue mostrando al mundo que es posible seguir conjugando términos tan inusuales en estos tiempos como soberanía, respeto o dignidad.
Cinco décadas después de aquella expansión del campo de lo posible que trastocó los manuales del cambio social, esta pequeña República de poco más de once millones de habitantes representa hoy, en 2009, un símbolo de resistencia sustentado en un calidoscopio de valores y solidaridades que, por encima de altibajos y desencantos cotidianos, continúa escribiendo su historia con letra propia e intransferible. Cincuenta años de nacionalizaciones, bloqueos, foquismos, zafras, marchas, burocracias y/o compromisos colectivos, han ido fraguando esta Cuba plural y diversa en la que siguen vivos muchos de los ideales revolucionarios de los primeros años. Un país en el que un 70% de su población ha nacido después de esas imágenes épicas que recorren estos días las televisiones del mundo, siendo un 65% blancos, un 25% mulatos o mestizos y un 10% negros… Todos ellos con los mismos derechos y deberes.
Un país en el que
- más del 50% de sus habitantes ha terminado la enseñanza secundaria o la formación profesional y
- cerca de un 20% es licenciado universitario o está cursando actualmente sus estudios superiores.
En la Cuba actual, las principales causas de la muerte son las enfermedades cardiovasculares, al igual que en cualquier país occidental con ratios absolutamente distintos a los de su entorno regional. Todo ello en una nación con más de 70.000 doctores en activo y en donde se instauró la figura del médico de familia, exportada posteriormente a distintos países del mundo. Y es que al día de hoy, conviene tomar buena nota, el presupuesto anual cubano dedica sus mayores partidas presupuestarias a la salud, la educación y la seguridad social, siempre ofrecidas a la población con carácter universal y gratuito. - ¿Es tan difícil entender entonces que en Cuba el paso de los ciclones o huracanes (con pérdidas en 2008 cuantificadas en 10.000 millones de dólares, un 20% del PIB) no cause apenas víctimas mortales frente a los trágicos datos de su entorno geográfico y que el Gobierno destine tantos recursos a la protección de la vida humana?
- ¿Por qué la sociedad cubana sigue siendo tan solidaria y abierta todavía hoy, aún incluso habiendo vivido situaciones tan extremas como aquella sovietización de la cotidianidad o un Período Especial que dejó herida su alma y posibilitó la reaparición de fenómenos aparentemente superados como la mercantilización de las relaciones o el individualismo? La respuesta, más allá de las patologías sociales y de los accidentes en el camino de un proceso humano demasiado humano, sigue estando en la intensa historia cotidiana de estas cinco décadas en las que, pese a los flujos y reflujos de la marea, se ha ido construyendo un modelo de relaciones sociales distinto con el ser humano como epicentro de toda transformación. Los millones de cubanos/as que han vivido en su país en estos cincuenta años
- han conocido la idea del "hombre nuevo" soñada y practicada por el Che,
- han mostrado qué es la ternura de los pueblos abrazando la causa de Vietnam o la lucha por la liberación en distintas geografías de América y África,
- han vibrado con los éxitos internacionales de su diplomacia o su deporte,
- han disfrutado de una sanidad gratuita que atiende y protege su evolución biológica desde el día de su nacimiento…
- Y también han abierto sus puertas a estudiantes y refugiados políticos provenientes de distintas geografías,
- han creado escuelas internacionales para formar médicos y técnicos del Tercer Mundo,
- han recibido y lo siguen haciendo a los niños ucranianos afectados por la tragedia de Chernobil,
- han curado la falta de visión de centenares de miles de latinoamericanos sin recursos desplazados de forma gratuita a la isla gracias a la dulcemente denominada operación Milagro,
- han acudido a ayudar a pueblos sometidos al rigor de la naturaleza o
- han visto con orgullo cómo su Gobierno ofrecía su apoyo técnico y humano a Estados Unidos ante situaciones como la vivida en el 11-S o tras las inundaciones de Nueva Orleans, respondidas siempre con el rechazo de la prepotencia…
Y ahora, actualmente, cincuenta años después, la Revolución sigue exportando solidaridad a manos llenas pese a sus dificultades internas: miles de médicos y profesionales de la salud cubanos trabajan en países de América Latina, Asia y África entre poblaciones que, en muchos casos, no han visto nunca un doctor y menos aún han tenido la oportunidad de acceder a una consulta…
- ¿Es extraño entonces que este pequeño país cuente con tantos apoyos y cariños nada disimulados en todo el mundo?
El triunfo de la Revolución significó un antes y un después en la historia de América Latina. En todo el continente se abrió la puerta de la esperanza al observar cómo era posible comenzar a construir un modelo social diferente sin explotadores ni explotados.
"Sin Cuba nada sería igual" continúan pensando hoy millones de trabajadores y campesinos desde el río Grande hasta el Cabo de Hornos. Y el nuevo mapa político del "continente de la esperanza", como lo llamara Salvador Allende, sigue llenando de puntitos de luz su orografía.
Quizá por eso, simplemente por eso, en el Malecón habanero, a estas horas de la noche y pese a quien pese, se dibuja una enorme sonrisa colectiva.

Joseba Macías - Sociólogo - "DEIA" - Bilbao - 2-Ene-2009

Angola: Período autónomo - Wikipedia
Portugal estableció en 1575 una colonia portuguesa en Luanda basada en la trata de esclavos. Los portugueses tomaron gradualmente el control de la franja costera a lo largo del siglo XVI a través de una serie de tratados y guerras, formaron la colonia de Angola.
Después de una guerra de guerrillas independentista de 14 años, iniciada el
4 de febrero de 1961, y siguiendo la Revolución de los Claveles en Portugal, Angola logra su independiencia en 1975.
Aun antes del traspaso formal del gobierno por parte de los portugueses (fijado para el
11 de noviembre de 1975), una guerra civil estalló entre el MPLA, la UNITA y el FNLA apoyados por una invasión sudafricana (9 de agosto 1975).
El MPLA, de inspiración
izquierdista, logro derrotar, con apoyo de fuerzas cubanas , guineanas y katanguesas (de Katanga, provincia escindida de Zaire que posteriormene volvería a su soberanía) a sus oponentes en Qifangondo, a las puertas de Luanda y recibió el gobierno de manos de los portugeses, pero la guerra continuó.
En
1976, el FNLA, apoyado por el Zaire, fue derrotado en la Operación Carlota, dejando a el MPLA y la UNITA respaldada por la Sudáfrica del apartheid a luchar por el poder.
En
1991, luego de la derrota sufrida en Cuito Cuanavale en 1988, tras largas negociaciones, Sudáfrica acepto retirarse de Namibia y dejar de apoyar a la UNITA, Cuba retiró sus fuerzas y el gobierno de Angola y UNITA acordaron convertir a Angola en un estado multipartidista, pero después de que José Eduardo dos Santos, del MPLA. ganara las elecciones presidenciales supervisadas por observadores internacionales, la UNITA volvió a desatar las hostilidades, proclamando que hubo fraude, alegación no avalada por esos observadores.
Un nuevo acuerdo de paz en
1994 (Protocolo de Lusaka) entre el gobierno y la UNITA vio la integración de ex-insurgentes de la UNITA en el gobierno. Un gobierno de unidad nacional se instaló en 1997. Sin embargo, la UNITA alegó que el gobierno no estaba cumpliendo los acuerdos y reanudo las hostilidades en 1998. Esta vez la ONU aprobó una censura contra la UNITA. El presidente José Eduardo dos Santos suspendió el funcionamiento regular de las instancias democráticas debido al conflicto y lanzo una ofensiva mayor que aplasto las fuerzas convencionales de la UNITA en 1999 y recapturo las ciudades principales. La UNITA anunció una vuelta a la guerra de guerrillas

Cuba in Angola - Wikipedia
In November 1975, on the eve of Angola’s independence, Cuba launched a large-scale military intervention to aid the leftist liberation movement MPLA against US-backed invasions by apartheid South Africa and Zaire in support of two other liberation movements competing for power in the country, FNLA and UNITA.
Following the retreat of Zaire and South Africa, Cuban forces remained in Angola to support the MPLA-government against the UNITA-insurgency in the continuing
Angolan Civil War.
In 1988, Cuba intervened again, this time to avert a military disaster in a Soviet-led
Armed Forces for the Liberation of Angola ( Forças Armadas Populares de Libertação de Angola, FAPLA) offensive against UNITA. This led to the Battle of Cuito Cuanavale, in which both sides claimed victory. These turn of events is considered to have been the major impetus to the success of the ongoing peace talks leading to the New York Accords after which all foreign forces, both Cuban and South African, withdrew from Angola and Namibia gained its independence. Cuban military engagement in Angola ended in 1991

No hay comentarios: