lunes, 4 de octubre de 2010

La 'hybris' y los pobres diablos

Según el neurólogo y ex ministro David Owen, el "síndrome de hybris" afecta a numerosos mandatarios.

- Endiosamiento,
- desconfianza,
- déficit de atención,
- aislamiento y
- una férrea seguridad en uno mismo que se transforma en desmesura y absolutismo.
- También la necesidad de acompañarse de una corte de aduladores hasta el borde del abismo.

Se denomina síndrome de "hybris" y, según el neurólogo David Owen, que en los años setenta fue ministro de Sanidad y de Exteriores del Reino Unido,
- afecta a una gran parte de los mandatarios.
No se limita a un trastorno narcisista ni al egocentrismo propio del poder. Owen, que la semana pasada presentó su libro en España,
- lo considera un desorden de la personalidad que, insiste,
- "padecen muchos responsables de la crisis actual, en especial políticos y banqueros".
A menudo he sido testigo de esas barbillas levantadas por reyezuelos en sus taifas, gestores al alza o celebridades de quita y pon.
Ahí está
- el pálpito de la tensión, aferrado en la mandíbula.
- Los labios delgados y fríos.
- La tez cetrina y la mirada clavada en un punto fijo, o en fuga permanente,
- ese mirar sin ver, o
- ese atender sin escuchar.
Del griego antiguo, "hybris" se traduce como
- insolencia o desmesura y en la civilización helénica aludía a la falta de control sobre los propios impulsos mostrando superioridad, es decir, un mal de necios.
Ya saben,
- brotes iracundos y pasiones exageradas, lejos de aquel dorado punto medio aristotélico.
- O ese hablar en tercera persona de uno mismo,
- así como el mesianismo, además de
- la consabida pérdida de contacto con la realidad.
A quienes les interesen la política y la medicina no deben perderse el libro de Owen "En el poder y en la enfermedad", un exhaustivo recorrido por las dolencias de los poderosos, desde
- las psicosis de Nixon hasta
- el alzheimer de Reagan, pasando por
- las depresiones de Churchill o
- el cáncer de próstata de Mitterrand.
En ocasiones se juzga el secretismo y en otras el vínculo entre la patología y el estilo de hacer política, llegando a considerar, por ejemplo, que detrás del fracaso de la intervención en Bahía de Cochinos se hallaban los esteroides y las anfetaminas que Kennedy tomaba para combatir el mal de Addison.
En España, quien fue secretaria de los cinco presidentes del Gobierno de la democracia, María Ángeles López de Celis, ha publicado un libro cosido de anécdotas confesables.
La hybris aquí se llama "síndrome de la Moncloa", del que, según atestigua la autora, únicamente escapó Calvo-Sotelo, al que estima el presidente más preparado y entrañable.
Hay una gran diferencia entre
- la ambición de servir a un país y
- la de legar un gran nombre a la posteridad,
como señaló Hemingway hace ya setenta y cinco años en un artículo sobre la enfermedad del poder.
- La hybris no sólo ataca a la ética y la cordura,
- sino que condena a la persistencia en el error.
Y no sólo
-
desnorta a quien lo padece,
- sino a los pobres diablos que nos enredamos a sus pies.
Joanna Bonet - "La Vanguardia" - Barcelona - 4-Oct-2010

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