domingo, 17 de febrero de 2013

Doctores en plagios


Veronica Sass
La obsesión alemana por los títulos académicos dispara las tesis falsas
Una web de voluntarios ha cazado a decenas de políticos y científicos

Hay escándalos y hay escándalos alemanes.
Un escándalo fue la trama de financiación ilegal que en 1999 tumbó a los patriarcas democristianos Helmut Kohl y Wolfgang Schäuble. Habría sacudido a cualquier partido en cualquier democracia.
Pero el que costó la semana pasada la cartera de Educación a Annette Schavan, aliada política y amiga personal de la canciller Angela Merkel,
- es un escándalo propiamente alemán.

Schavan dimitió después de que la Universidad de Düsseldorf
- le revocara el título de doctora por plagios
- en una tesis defendida en 1980, a los 24 años.
No fue la primera.
Dos años antes, el ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg
- dimitió tras perder su grado de doctor en
  un caso similar.

Las evidencias se acumularon gracias a
- las aportaciones anónimas en página de
- Internet abierta a la participación.
Se confirman así dos viejas pasiones alemanas:
- la (inquietante) de aleccionar o amonestar al prójimo
  por cualquier nimiedad y
- la (arrebatadora) que sienten por
  los títulos académicos.
Los buscadores de plagios dicen que no cazan, que documentan.
En 2011 se organizaron en torno a GuttenPlag, una página de Internet que funciona con el sistema wiki: cualquiera puede participar y escribir.
Con este método fueron cerrando huecos en la tesis doctoral que el barón de Guttenberg, estrella conservadora de la Unión Social Cristiana (CSU) bávara en el Gobierno de Merkel, había terminado en 2007.
Empezaron cuando un jurista descubrió 24 plagios en la tesis, pero aún se desconoce al verdadero fundador de la wiki, que usa el seudónimo PlagDoc.
En poco tiempo, el enjambre de cazadores había descubierto plagios en el 94% de las páginas.
Recordándolo, el catedrático berlinés Gerhard Dannemann

se reía el viernes entre dos exámenes orales de la Universidad Humboldt: “Era tremendo, estaba todo plagiado, usaba cualquier cosa” ajena.
Eso sí, “el par de frases que interponía entre plagio y plagio se corresponden sin duda con el estilo de escribir y hasta de hablar de Guttenberg”.
El que haya escuchado en persona alguno de los engolados discursos del telegénico barón se hará una idea.
- Alemania es el país de los ‘doktoren’.
- La abreviatura Dr. figura en tarjetas, buzones,
  DNI y pasaportes
Dannemann es una de las escasas caras que se le pueden poner a VroniPlag, la wiki heredera de la que tumbó a Guttenberg. Casi todos los demás se mantienen en el anonimato.
El administrador de la web, un matemático cuarentón que usa el apodo Hindemith, explica que todos trabajan en su “tiempo libre, perdiendo dinero”.
Hindemith entiende que desde el extranjero “todo esto es difícil de concebir”, pero, sin sombra de pretenciosidad, explica al teléfono que
- “es importante combatir la ciencia vista como
  espectáculo o como entretenimiento”.
Doctor a su vez, defiende que
- “la ciencia esté comprometida con la verdad”.
Por eso
- ve “mucho más graves los plagios cometidos por
- académicos y científicos,
- que dificultan la busca de la verdad”.
Nada en sus serenas explicaciones suena a fanatismo o a afán denunciatorio: los plagiarios le dan “algo de pena, pero un trabajo se publica para que esté abierto a la crítica y al examen”.
Dannemann está de acuerdo en que
- lo más peligroso son los científicos plagiarios,
- pero apunta que
- “en Alemania, estos títulos tienen una relevancia social
- que para la ciencia es irrelevante o hasta nociva:
- demasiados se doctoran
- sin tener aspiraciones científicas o académicas”.
Es aquí donde quedan los Guttenberg,
- personas que hicieron sus tesis como palanca para
- una carrera política o empresarial.
Alemania es el país de los doktoren, el de la abreviatura Dr. en sus tarjetas de visita, en los buzones o hasta en el DNI y en los pasaportes.
“Y la mayoría solicita figurar así al empadronarse”, dice un alto funcionario de Berlín.
- Cada año obtienen el título de doctor
- 25.000 alemanes.

Pillados - J.G.
Karl-Theodor zu Guttenberg.
Exministro de Defensa, miembro de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU).
Perdió el título de doctor en Derecho en febrero de 2011.
Plagió el 94% de las páginas de su tesis.
Veronica Sass.
Su caso en mayo de 2011 dio nombre al movimiento VroniPlag. Vroni es el diminutivo de Verónica en el dialecto de Baviera.
La abogada es hija del ex primer ministro bávaro Edmund Stoiber (CSU).
Plagió el 54% de la páginas de su tesis de Derecho.
Silvana Koch-Mehrin.
Una de las estrellas ascendentes del Partido Democrático Liberal (FDP), donde renunció a todos los cargos tras perder el título.

Es diputada en el Parlamento Europeo, pero anunció que no se presentará de nuevo en 2014.
Plagió el 34% de las páginas.
Jorgo Chatzimarkakis (FDP).
Julio de 2011.
Otro eurodiputado liberal cazado.

No ha dimitido
Bijan Djir-Sarai (FDP).
Marzo de 2012.
Diputado en el Bundestag.

No ha dimitido
Annette Schavan.
Democristiana, ministra de Educación hasta la pasada semana.
Plagió el 29% de su tesis.
Además perdieron sus títulos los siguientes políticos:
- Matthias Pröfrock (democristiano de la CDU),
- Uwe Brinkmann (exmiembro del SPD),

- Margarita Mathiopoulos (FDP) y
- Siegfried Haller (SPD).
De los 30 presidentes de las corporaciones que cotizan en el DAX de Fráncfort, 18 son doctores. Alguno es además Prof., es decir, profesor o catedrático.
Angela Merkel también tiene el título de doctora, lo mismo que el vicecanciller Philipp Rösler y buena parte de sus ministros.
El jefe de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, Hermann Parzinger, riza el rizo con el Prof. Dr. Dr. h.c. mult. que adorna su biografía en Internet.

Es pasmoso, pero no un caso aislado. Más que un ornato para vanidosos,
- el doctorado es un escalón muy útil
- hacia las alturas políticas y empresariales.
También es
- la prueba del triunfo tajante de la burguesía alemana,
- más nacionalista que liberal,
- sobre las élites aristocráticas y clericales.
El historiador Manfred Görtemaker recuerda que
- la irresistible clase social que transformó Alemania en
- la potencia industrial, militar y científica que
- asombraba al mundo a principios del siglo XX
- “se impuso sobre la vieja nobleza
- con sus títulos propios, que
- son fruto del esfuerzo personal y no del nacimiento”.
El caso de Zu Guttenberg es ilustrativo de las prioridades alemanas:
- el barón bávaro, casado con una condesa,
- era muy popular entre los votantes y
- un héroe de las revistas del corazón.
Pero la pérdida de su tesis lo enfrentó a la prensa conservadora culta, que, capitaneada por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, no le dio tregua hasta que dejó el puesto.
Que un millonario aristócrata como él
- se jugara la carrera por ser llamado doktor
- da idea de esa relevancia social
- de la que habla el profesor Dannemann.
Los participantes en VroniPlag quieren, insisten, “concienciar a los estudiantes de la importancia de lo que hacen y también que las universidades aumenten el control y la información”.
La controversia actual hará que
- muchos empiecen a preguntarse
- qué es un doctorado y para qué sirve.
Algunos proponen reformas legales para sacar el título del DNI.
Dannemann cree que “aun así, tendrían que pasar dos generaciones” para que Alemania pierda sus pasiones doctorales
Juan Gómez - El País - Madrid - 17-Feb-2013

¿Hay algún doctor por ahí?
Podemos reírnos del culto alemán a los títulos académicos, pero revela qué valores prefieren.


Por favor, avíseme en cuanto pueda llamarle Herr Doktor”, decía la camarera de pelo blanco en el viejo café de Güntzelstrasse, en Berlín, cuando me servía mi café de la mañana.
Nunca pudo hacerlo, porque nunca terminé mi tesis doctoral de Oxford.
Pero el culto alemán a los títulos académicos, cariñosamente expresado en la petición de la camarera, se acaba de cobrar un nuevo cuero cabelludo entre la clase política alemana.
La profesora y (ex) doctora Annette Schavan, ministra federal de Educación e Investigación y una de las mejores aliadas de la canciller Angela Merkel en su Gabinete, ha dimitido.
Una comisión académica de la universidad en la que estudió, en Düsseldorf, le ha retirado el título doctoral que le otorgó por su tesis de 1980 sobre el tema de “la persona y la conciencia” (qué ironía), con el argumento de que había sido, digamos, un poco inconsciente y no había atribuido ciertos fragmentos a sus fuentes originales.
No es la primera. Hace dos años, una estrella en ascenso de la derecha alemana, el entonces ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg, también tuvo que dimitir porque había plagiado su tesis doctoral.
El hecho granjeó al aristócrata el inolvidable título de barón zu Googleberg.
Desde entonces, dos miembros alemanes del Parlamento Europeo han perdido también sus títulos doctorales, gracias a las cacerías emprendidas por unos internautas (¡qué deporte alemán tan divertido!) en una plataforma colaborativa similar a Wikipedia, llamada VroniPlag.
Bromeo, pero, en Alemania, esos títulos no son cosa de risa.
Según las investigaciones de mi magnífico ayudante alemán, hasta la semana pasada,
- 10 de los 16 miembros del Gobierno federal,
- incluida, por supuesto, la propia Angela Merkel,
- tenían títulos académicos de doctorado.
Luego se redujeron a nueve.
Pero ahora la doctora Merkel ha nombrado ministra de Educación a otra profesora, la doctora Johanna Wanka, con lo que el número ha vuelto a subir a 10.
Que sepamos, de
- los 22 miembros del Gobierno británico solo
- uno declara tener un doctorado académico,
- el doctor Vince Cable.
En Gran Bretaña, un “doctor” es un doctor en Medicina, aunque haya dejado de practicar hace mucho tiempo.
Ha habido políticos como el doctor David Owen, el doctor Liam Fox y el doctor Evan Harris que seguían empleando el título.
Cuando el barón zu Googleberg cayó de su pedestal, The Economist calculó que casi
- 1 de cada 5 miembros del Bundestag,
- la Cámara baja del Parlamento alemán,
- tenía un doctorado, frente a
- 1 de cada 33 miembros de
- el Congreso de Estados Unidos, y
- NI uno solo de sus senadores.
Antes,
- tener un doctorado era casi un requisito imprescindible - para entrar a trabajar en
- un periódico serio y de prestigio como
- el "Frankfurter Allgemeine Zeitung".
Si el poseedor del doctorado obtiene un puesto titular de profesor, pasa a ser
- Professor Doktor - Prof. Dr., y
si luego adquiere más doctorados, se convierte en
- Prof. Dr. Dr.,
todas las veces que sea.
Mi preferido es el cartel que vi en una mesa redonda en Hamburgo para identificar al intelectual y político liberal germano-británico Ralf Dahrendorf. Decía:
- Lord Prof. Dr. Dr. Ralf Dahrendorf.
Yo mismo tuve cierta experiencia ridícula con este culto hace unos años, cuando, debido a algunos trabajos que había hecho sobre la historia y la política alemanas, la Brandenburgische Akademie der Wissenschaften de Berlín (sucesora indirecta de la Real Academia de Ciencias de Federico el Grande) tuvo la amabilidad de escogerme como miembro.
Me llegó un formulario en el que se preguntaba, entre otras cosas, cuál era mi título académico. Respondí tal como correspondía en aquel momento: “Mr (Señor)”.
A vuelta de correo recibí una educada carta en la que me decían que debía de haberse producido algún malentendido: querían mi título académico. Repliqué: “Mr”.
Llegó una tercera carta que decía que aquello era imposible, y contesté, exasperado y en mayúsculas: “MR”.
Llegó la nueva lista de miembros de la institución y
- allí figuraba yo con el título académico de
- MR en mayúsculas;
- claramente pensaron que era
- un misterioso título académico de Oxford,
- tal vez un antiguo Mágister.
La mente del funcionario académico prusiano no podía aceptar la posibilidad de que un miembro de una Academia alemana no estuviera en posesión de al menos un doctorado, si no tres.
Por supuesto, también otros países tienen sus costumbres peculiares en cuestión de títulos.
Por ejemplo, en mi ejemplar del Examen de ciudadanía británica para Dummies, que prepara a la gente para pasar el test que les permite nacionalizarse, figura esta pregunta:
- “¿A quién suele concederse un título nobiliario
    vitalicio?
- a) antiguos primeros ministros,
- b) dirigentes eclesiásticos,
- c) políticos, empresarios o abogados distinguidos,
- d) personas que hacen donaciones económicas
     al Gobierno”.
Según la guía para Dummies,
- la respuesta correcta es la c).
Pero la verdad es que
- también sería acertado decir la d),
- si se explica que son “personas que
- hacen grandes donaciones económicas a
- los partidos en el Gobierno, y
- si es posible también a buenas causas”.
Eso, en Gran Bretaña,
- te convierte en un lord.
Es, por así decir,
- el equivalente británico al plagio.
- ¿Se puede sacar alguna conclusión seria de
- esta divertida historia alemana de
- los doctorados que desaparecen?
- Sí, unas cuantas.
La primera, que
- los títulos que valora un país 
- dicen mucho de ese país o grupo.
Un chiste del Berlín de la época de Weimar:
- “Pregunta: ¿Cuál es el nombre judío más común?
- Respuesta: Doktor”.
Resulta difícil alegar que
- la jerarquía británica de
- cargos políticos y títulos nobiliarios para
- los contribuyentes a los partidos es mejor que
- un sistema que, al menos en teoría,
- valora la erudición.
En segundo lugar,
- Internet facilita el plagio, pero también 
- que se atrape al que plagia,
- aunque sea muchos años después.
Y por último, un aspecto crucial:
- los valores académicos son importantes.
- Es una auténtica vergüenza que
- la London School of Economics concediera a
- Saif Gadafi un doctorado por
- un montón de divagaciones sobre
- gobernanza mundial que era evidente
- que no eran todas suyas.
Después de haber supervisado y aconsejado a muchos estudiantes que se esfuerzan de manera increíble para
- hacer un buen trabajo,
- ser rigurosos,
- aprender y ejercer una disciplina,
- discutir con claridad,
- consultar y dar el reconocimiento debido
- a todas las fuentes necesarias,
- tengo muy claro que no debe permitirse
- que nadie, por “distinguido” que sea,
- pueda hacer trampas
- sin pagar las consecuencias.
Cuando llamo
- Frau Doktor o
- Herr Doktor a alguien,
- quiero que signifique algo.
Timothy Garton Ash - El País - Madrid - 20-Feb-2013

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