jueves, 20 de junio de 2013

Desprotección y Democracia



La Democracia no existió siempre. Nació, sino un día, sí en un tiempo histórico determinado: allá por el 1680.
La Griega se llamaba igual, pero era otra cosa.

Pensándolo un poco más, aquella Democracia primigenia, fruto de la Gloriosa Revolución inglesa también era otra cosa, comparado con la que tenemos hoy.
 Eso no debe extrañarnos, muchas otras cosas han cambiado a lo largo de los siglos que nos separan de aquél descubrimiento maravilloso del ser humano y es lógico que las reglas básicas de la convivencia en sociedad se hayan adaptado a las mutaciones de esas sociedades.
Pero que las cosas cambien no significa, ni justifica, que no se deba, de tanto en tanto, parar los pies y pensar un poco,
- a ver si los cambios son pa’ mejor o pa’ pior.
Es bueno y hasta necesario preguntarnos, por ejemplo:
- ¿para qué se creó la Democracia?
- Y para qué sirve hoy?
- Sigue siendo fiel a sus orígenes?
- ¿Sigue siendo relevante y útil para atender a las causas que la hicieron nacer?
Porque, quizás, nos encontremos que
- por el camino se nos cayeron algunas prendas importantes y que
- lo que hoy tenemos se llama igual pero no es lo mismo.
La Democracia “madre” de nuestra democracia actual nació de una preocupación medular:
- cómo proteger a las personas del despotismo de los gobiernos y
- ello referido a dos valores básicos que se consideraban unidos en la conformación del ser de la persona;
  - la libertad y
  - la propiedad.
Fue concebido como
- un mecanismo para impedir que el gobierno aplique decisiones que me afectan en mi ser más íntimo.
- Que, precisamente para ser, requiere de autonomía y ésta de 
- el derecho a la libertad y la capacidad (propiedad) para vivirla prácticamente.
Traducido a la práctica, significaba que
- el gobierno no podía disponer de mí (meterme preso, obligarme a ser soldado, etc),
- ni de mis cosas (expropiando o cobrándome impuestos confiscatorios), en forma arbitraria y para ello,
- para protegerme, existía una institución, llamada Parlamento, que era la base de la Democracia.
Hoy, es así? Más bien que no.
Una de las cosas que más han cambiado de esto que seguimos llamando democracia es que
- aquella institución, ubicada enfrente al poder, del lado de los ciudadanos,
- encargada de que aquél no espolie a éstos, (entre otras cosas curtiéndolos a impuestos) ,
- hoy se pasó para el otro lado y es cadena de trasmisión del gobierno en la creación de más y más impuestos,
- acompañando la creencia, recientemente explicitada por un senador del MPP que
- se debe castigar a ciertos ciudadanos en función de sus propiedades.
O sea,
- un integrante del Parlamento que concibe su rol como el de un verdugo.
Dicho en otros términos,
- quién nos protege de la voracidad fiscal de los gobiernos?
- El parlamento ya claramente no.
- Si la Democracia no hace eso, sigue siendo Democracia?
- Si fue creada para atajar la angurria impositiva y no lo hace,
- quién queda para proteger a las personas?
La realidad es que
- se ha roto aquel equilibrio imaginado por los creadores de la Democracia.
Hoy el parlamento se llama Poder Legislativo y
- no responde a los ciudadanos que se supone, debe proteger.
- Es una rama del poder que lleva adelante los deseos del gobierno de sacarle más y más plata a 
  los gobernados.
El ejemplo más reciente de esto es el proyectado Impuesto al Patrimonio sobre la propiedad agropecuaria. ¿Porqué se crea? Porque el poder central se vio frustrado en su intento anterior.
Un pésimo impuesto, que el propio partido de gobierno se había comprometido a eliminar con carácter general.
Un castigo, como quiere Agazzi, que saca recursos tanto en años buenos como en los malos y que repercute negativamente sobre el ahorro y la inversión.
- ¿Para qué? Supuestamente para arreglar caminos, que no han arreglado a pesar de estar
- en los máximos niveles de carga tributaria en tiempos normales de la historia del país.
Porque ésa es la otra parte de la historia:
- nadie nos protege de que a cada rato el poder nos saque más y más plata,
- al tiempo que nadie impide que esa descomunal riqueza, generada por los orientales,
- sea gastada de forma cada vez más ineficiente.
- Peor educación, pésima seguridad, deficiente salud … peores puentes y caminos … sumá y seguí.
Estamos con uno de los niveles de carga tributaria más altos de nuestra historia, totalmente excesivos para un país no desarrollado y soportando los peores servicios estatales desde que tengo memoria.
Ese no es el sentido de la Democracia. Más bien al revés.
Tal parece que hemos vuelto a la realidad anterior a 1680.  
Ignacio de Posadas - El País - Montevideo - 20-Jun-2013

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